USA Luego de la Eleccion: Algunas Duras Verdades Respecto a las Cosas que
No Cambiarán
Por John W.
Whitehead 03-Nov-20
FUENTE:
https://www.globalresearch.ca/america-election-few-hard-truths-about-things-wont-change/5728405
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simple en el original.
"Si la libertad significa algo,
significa el derecho a decirle a la gente lo que no quieren escuchar". —George Orwell
El pueblo estadounidense sigue ansioso de ser persuadido de
que un nuevo presidente en la Casa Blanca puede resolver los problemas que nos
acosan.
Sin embargo, no importa quién gane estas elecciones
presidenciales, Ud puede estar seguro de que el nuevo jefe será el mismo que el
antiguo jefe, y nosotros, la clase baja permanente en USA, seguiremos viéndonos
obligados a marchar al lado del estado policial en todos asuntos, públicos y
privados.
De hecho, realmente no importa cómo los llame: el Estado
Profundo, el 1%, la élite, los controladores, los cerebros, el gobierno en la
sombra, el estado policial, el estado de vigilancia, el complejo
industrial-militar, siempre que Ud comprenda que no importa qué partido ocupe
la Casa Blanca en 2021, la burocracia no elegida que realmente toma las
decisiones seguirá haciéndolo.
En aras de
la libertad y la verdad, aquí hay algunas verdades duras sobre la vida en el
estado policial estadounidense que persistirán sin importar quién gane las
elecciones presidenciales de 2020. De hecho, estos problemas persistieron, y en
muchos casos florecieron, tanto bajo las administraciones republicana como
demócrata en años recientes.
Continuará la militarización policial.
Gracias a los programas de subvenciones federales que permiten al Pentágono
transferir el excedente de suministros militares y armas a las fuerzas del
orden locales sin cargo, las fuerzas policiales continuarán transformándose de
oficiales de paz a extensiones de las fuerzas armadas fuertemente armadas, con
botas, cascos, escudos y bastones, gas pimienta, pistolas paralizantes, rifles
de asalto, chalecos antibalas, tanques en miniatura y drones armados. “Hoy en
día, 17.000 policías locales están equipados con equipo militar como
helicópteros Blackhawk, ametralladoras, lanzagranadas, arietes, explosivos,
aerosoles químicos, chalecos antibalas, visión nocturna, equipo de rapel y
vehículos blindados”, afirmó Paul Craig Roberts, ex SubSrio del Tesoro.
"Algunos tienen tanques".
Continuará la sobrecriminalización. Frente
a una burocracia gubernamental consumida por la elaboración de leyes,
estatutos, códigos y regulaciones que refuerzan sus poderes y sistemas de
valores y los del estado policial y sus aliados corporativos, todos seguiremos
siendo vistos como pequeños delincuentes, culpables de violar alguna ley menor.
Gracias a una sobreabundancia de más de 4,500 delitos federales y más de
400,000 reglas y regulaciones, se estima que el estadounidense promedio
realmente comete tres delitos al día sin saberlo. De hecho, según el profesor
de derecho John Baker, "No hay nadie en USA mayor de 18 años que no pueda
ser procesado por algún delito federal". En consecuencia, ahora nos
encontramos operando en un extraño y nuevo mundo en el que los pequeños
agricultores que se atreven a hacer queso de cabra sin pasteurizar y lo
compartan con miembros de su comunidad están encontrando sus granjas allanadas,
mientras que los jardineros domésticos se enfrentan a la cárcel por atreverse a
cultivar sus propias variedades de orquídeas sin haber completado el papeleo
suficiente. Esta atemorizante situación —en
la que una persona puede realmente ser arrestada y encarcelada por las
actividades más inocentes y estúpidas, como alimentar a una ballena y
recolectar agua de lluvia en su propia propiedad— se debe a lo que los académicos del derecho denominan
sobrecriminalización.
Se continuará encarcelando a los
estadounidenses con fines de lucro. En un momento, el sistema penal
estadounidense operó bajo la idea de que los criminales peligrosos debían ser
puestos bajo llave para proteger a la sociedad. Hoy, mientras los estados
intentan ahorrar dinero subcontratando las prisiones a corporaciones privadas,
el encarcelamiento de estadounidenses en prisiones privadas administradas por
megacorporaciones se ha convertido en una fuente de ingresos para las grandes
empresas. A cambio de que las corporaciones compren y administren cárceles
públicas en todo el país a un supuesto ahorro para los estados, los estados
deben acordar mantener una tasa de ocupación del 90% en las cárceles privadas
durante al menos 20 años. Tal esquema simplemente alienta el encarcelamiento
por el bien de las ganancias, al tiempo que hace que millones de
estadounidenses, la mayoría de ellos delincuentes menores y no violentos, sean
entregados a corporaciones para largas penas de prisión que no hacen nada para
proteger a la sociedad o prevenir la reincidencia. Por lo tanto, aunque la
cantidad de delitos violentos en el país se ha reducido sustancialmente, la
cantidad de estadounidenses encarcelados por delitos no violentos como conducir
con una licencia suspendida se está disparando.
La pobreza continuará. A pesar del
hecho de que tenemos 46 millones de estadounidenses que viven en la línea de
pobreza o debajo de ella, 16 millones de niños viven en hogares sin acceso
adecuado a alimentos y al menos 900,000 veteranos que dependen de cupones de
alimentos (tómese en cuenta que éstas son cifras anteriores al COVID, que solo
han empeorado durante esta pandemia), se continúan distribuyendo enormes sumas
para excursiones presidenciales (los contribuyentes se han visto obligados a
pagar al menos $ 100 millones para que Donald Trump pudiera visitar sus clubes
de golf y propiedades privadas más de 500 veces durante sus cuatro años en la
oficina [esto da mínimo un promedio de 2.4
visitas/semana y 200,000dls/viaje]).
Continuarán las guerras interminables que
enriquecen el complejo industrial militar. Habiendo sido cooptado por
codiciosos contratistas de defensa, políticos corruptos y funcionarios
gubernamentales incompetentes, el imperio militar en expansión de USA está
desangrando al país a una tasa de más de $ 15 mil mdd/mes (o $ 20.8 mdd/ hora),
y eso es exactamente lo que el gobierno gasta en guerras extranjeras. Eso no
incluye el costo de mantener y dotar de personal a las más de 1000 bases
militares estadounidenses repartidas por todo el mundo. Increíblemente, aunque USA
constituye solo el 5% de la población mundial, cuenta con casi el 50% del gasto
militar total del mundo, gastando más en el ejército que las siguientes 19
naciones más gastadoras juntas. De hecho, el Pentágono gasta más en guerra que
los 50 estados combinados gastan en salud, educación, bienestar y seguridad.
Sin embargo, lo que la mayoría de los estadounidenses no reconocen es que estas
guerras en curso tienen poco qué ver con la seguridad del país y todo con el
enriquecimiento del complejo industrial militar a expensas de los
contribuyentes. Tenga en cuenta que desde 2001, los estadounidenses han gastado
$10.5 mdd/hora en numerosas ocupaciones militares extranjeras, incluso en Irak
y Afganistán.
Continuarán los tiroteos policiales contra
estadounidenses desarmados. No importa cuál sea nuestra política de
partido, raza, religión o cualquier otra distinción que se use para dividirnos,
todos sufrimos cuando la violencia se convierte en la tarjeta de presentación
del gobierno. Recuerde, en un estado policial, usted es el que tiene la mano en
el gatillo o está mirando por el cañón de un arma cargada. Cada año, entre 400
y 500 personas inocentes mueren a manos de agentes de policía. De hecho, los
estadounidenses tienen ahora ocho veces más probabilidades de morir en un
enfrentamiento policial que de ser asesinados por un terrorista. Los
estadounidenses tienen 110 veces más probabilidades de morir de enfermedades
transmitidas por alimentos que en un ataque terrorista. Los agentes de policía tienen más probabilidades
de ser alcanzados por un rayo que de ser responsables económicamente de sus
delitos. Como resultado, los estadounidenses son en gran parte
impotentes frente a la policía militarizada.
Las redadas del equipo SWAT continuarán.
Más de 80.000 redadas del equipo SWAT se llevan a cabo cada año contra
estadounidenses desprevenidos por cuestiones policiales relativamente
rutinarias. En todo el país, los equipos SWAT se han empleado para abordar una
asombrosamente trivial serie de actividadees delictivas o simples molestias
comunitarias que incluyen perros enojados, disputas domésticas, trámites
indebidos presentados por un agricultor de orquídeas y delitos menores de
posesión de marihuana, para dar una breve muestra. En un día promedio en USA,
los equipos SWAT allanan sus casas a más de 100 estadounidenses. Ha habido una
notable acumulación en los últimos años de equipos SWAT dentro de agencias
federales no relacionadas con la seguridad, como el Depto de Agricultura, la
Junta de Retiro Ferroviario, la Autoridad del Valle de Tennessee, la Oficina de
Gestión de Personal, la Comisión de Seguridad de Productos del Consumidor, el
Servicio de Pesca y Vida Silvestre de y el Depto de Educación.
La guerra del gobierno contra el pueblo
estadounidense continuará. “Nosotros, el pueblo” ya no estamos protegidos
por el estado de derecho. Mientras la Primera Enmienda —que nos da voz—
está siendo amordazada, la Cuarta Enmienda —que nos protege de ser intimidados, acosados, golpeados,
destrozados y espiados por agentes del gobierno— está siendo destripada. En consecuencia, Ud ya no tiene que ser
pobre, negro o culpable para ser tratado como un criminal en USA. Todo lo que
se requiere es que pertenezca a la clase sospechosa —es decir, la ciudadanía—
del estado policial estadounidense. Como miembro de facto de esta supuesta
clase criminal, cada ciudadano estadounidense es ahora culpable hasta que se
demuestre su inocencia. La opresión y la injusticia —sea en forma de tiroteos, vigilancia, multas, decomiso de
activos, penas de prisión, registros en las carreteras, etc.— nos llegarán a todos eventualmente
a menos que hagamos algo para detenerlo ahora.
La corrupción del gobierno continuará.
El gobierno no es nuestro amigo. Tampoco funciona para "nosotros, el
pueblo". Los estadounidenses entienden esto instintivamente. Cuando se les
pidió que nombraran el mayor problema que enfrenta la nación, los
estadounidenses de todas las tendencias políticas clasificaron al gobierno como
la principal preocupación. De hecho, casi ocho de cada diez estadounidenses
creen que la corrupción gubernamental está generalizada. Nuestros supuestos
representantes gubernamentales no nos representan a nosotros, la ciudadanía.
Ahora estamos gobernados por una élite oligárquica de intereses gubernamentales
y corporativos cuyo interés principal es perpetuar su poder y control. El
Congreso está dominado por una mayoría de
millonarios [¿hay alguno que no lo sea?] que
son, en promedio, catorce veces [a reserva de verificar
las cifras, la proporción parece subestimada porque la mayoría de millonarios
ganan bastante más que 1 millón/año vs el ingreso del ciudadano común]
más ricos que el estadounidense promedio.
El aumento del estado de vigilancia
continuará. Los ojos del gobierno están mirando a Ud. Ellos ven cada uno de
sus movimientos: lo que lee, cuánto gasta, a dónde va, con quién interactúa,
cuándo se despierta por la mañana, qué está viendo en la televisión y leyendo
en Internet. Cada movimiento que hace está siendo monitoreado, extraído de
datos, analizado y tabulado para formar una imagen de quién es Ud, qué le
motiva y cuál es la mejor manera de controlarle cuándo y si es necesario para
ponerlo en línea. La policía ha sido equipada con una letanía de equipos de
vigilancia, desde lectores de matrículas y dispositivos de rastreo de teléfonos
celulares hasta registradores de datos biométricos. La tecnología ahora hace
posible que la policía escanee a los transeúntes para detectar el contenido de
sus bolsillos, carteras, maletines, etc. Los escáneres de cuerpo completo, que
realizan registros virtuales al desnudo de estadounidenses que viajan en avión,
se han vuelto móviles, con itinerantes camionetas de la policía que se asoman a
vehículos y edificios por igual, incluidas las casas. Junto con la creciente
red nacional de cámaras de vigilancia en tiempo real y software de
reconocimiento facial, pronto no habrá ningún lugar adonde correr ni dónde
esconderse.
Continuará la erección de una sociedad
sospechosa. Debido en gran parte a los rápidos avances de la tecnología y
una cultura de vigilancia intensificada, la carga de la prueba se ha desplazado
de modo que el derecho a ser considerado inocente hasta que se demuestre lo
contrario ha sido usurpado por una nueva norma en la que todos los ciudadanos
son sospechosos. Esto se ejemplifica en las prácticas policiales de detener y
cachear a las personas que simplemente caminan por la calle y donde no hay
evidencia de irregularidades. Para empeorar las cosas, están los Oficiales de
Enlace contra el Terrorismo (TLO, por sus siglas en inglés: bomberos, policías
e incluso empleados corporativos) que han sido capacitados para espiar a sus
conciudadanos e informar de "actividades sospechosas", que incluyen
tomar fotografías sin valor estético aparente, realizar mediciones y dibujos,
tomar notas, conversar en código, adoptar creencias radicales y comprar
artículos al por mayor. Los TLO informan a los "centros de fusión",
que son una fuerza impulsora detrás de la búsqueda del gobierno para recopilar,
analizar y difundir información sobre ciudadanos estadounidenses.
Continuará la tiranía del gobierno bajo el
reinado de un presidente imperial. La Constitución confiere al presidente
poderes muy específicos y limitados: servir como Comandante en Jefe de las fuerzas
armadas, conceder indultos, hacer tratados (con la aprobación del Congreso),
nombrar embajadores y jueces federales (nuevamente con la aprobación del
Congreso) y vetar legislación. En los últimos años, sin embargo, los
presidentes estadounidenses se han ungido a sí mismos con el poder de hacer la
guerra, unilateralmente matar estadounidenses, torturar prisioneros, despojar a
los ciudadanos de sus derechos, arrestar y detener ciudadanos de manera
indefinida, llevar a cabo un espionaje sin orden judicial contra
estadounidenses y erigir su propio gobierno en la sombra. Los poderes
acumulados por cada presidente anterior y heredados por cada presidente
sucesivo —poderes que se suman a una caja de herramientas de terror para un
gobernante imperial— facultan a quien ocupa la Oficina Oval para actuar como un
dictador, por encima de la ley y más allá de cualquier responsabilidad real. La
cruda realidad con la que debemos aceptar es el hecho de que el gobierno hace
lo que quiere y al diablo con la libertad. Más que terrorismo, más que
extremismo doméstico, más que violencia armada y crimen organizado, el gobierno de USA se ha
convertido en una amenaza mayor para la vida, la libertad y la propiedad de sus
ciudadanos [comunes] que cualquiera de los llamados
peligros de los que el gobierno dice protegernos. Este estado de cosas
se ha convertido en el status quo, sin importar qué partido esté en el poder.
Continuará la manipulación por parte del
gobierno de las crisis nacionales para ampliar sus poderes. “Nosotros el pueblo”
hemos sido sometidos a un “estado de emergencia” que justifica toda forma de
tiranía gubernamental y toma de poder en nombre de la alegada seguridad
nacional. Cualquiera que sea la supuesta amenaza para la nación —ya sea disturbios civiles, tiroteos
en escuelas, presuntos actos de terrorismo o la amenaza de una pandemia global
en el caso de COVID-19— el
gobierno tiende a capitalizar las intensas emociones de la nación, confusión y
miedo como medio para ampliar el alcance del estado policial. De hecho, la
respuesta del gobierno a todos los problemas sigue siendo más gobierno —a expensas de los contribuyentes— y menos libertad individual.
La conclusión es la siguiente: nada de lo que ocurra el día
de las elecciones aliviará el sufrimiento del pueblo estadounidense. A menos
que hagamos algo más que votar, el gobierno tal como lo conocemos —corrupto, desmesurado
y controlado por corporaciones con mucho dinero, cabilderos y grupos de
intereses especiales— permanecerá sin cambios. Y “nosotros, el pueblo” —sobregravados, sobrevigilados, sobreagobiadados
por el gran gobierno, subrepresentados por aquellos que deberían hablar en
nuestro nombre y felizmente ignorantes de los muros de la prisión que se ciernen
sobre nosotros— continuaremos
caminando penosamente por un camino de miseria.
Como señalo en mi libro Battlefield
America: The War on the American People, estos problemas continuarán
plagando a nuestra nación a menos que y hasta que los estadounidenses se den
cuenta del hecho de que somos los únicos que podemos cambiar las cosas para
mejor y luego hacer algo al respecto. Si ha de haber alguna esperanza de restaurar nuestras
libertades y recuperar el control sobre nuestro gobierno, no dependerá de los
políticos, sino del pueblo mismo.
Después de todo, de hecho, la Constitución comienza con esas
tres palabras vitales: "Nosotros, el pueblo" [y
los redactores, ¿realmente lo eran o comenzaron mintiendo?].
Lo que los fundadores querían que entendiéramos es que somos
el gobierno [sólo que olvidas que los “fundadores” no
eran precisamente pobretones; si lo hubieran sido, senci-llamente tendrían
ocupado todo su tiempo en ganarse el sustento en lugar de dedicarse a la
política o más aun, a los “cambios de régimen”].
No hay gobierno sin nosotros —nuestro puro número, nuestra fuerza, nuestra economía, nuestra
presencia física en esta tierra. Tampoco puede haber estado policial, ni
tiranía, ni violaciones rutinarias de nuestros derechos sin nuestra complicidad
y colusión —sin que hagamos la
vista gorda, nos encojamos de hombros, nos distraigamos y se diluya nuestra
conciencia cívica.
No importa cuál candidato gane la elección, la ciudadanía y
los que nos representan necesitan rendir cuentas ante esta poderosa verdad [Esta última frase es una perogrullada como decir que los que
tienen hambre necesitan comer. Chesterton escribió en «Pequeña Historia de Inglaterra»
respecto al gran Plan de Reforma de 1832 y décadas siguientes que: “Los
políticos declararon que ya la clase obrera era lo bastante fuerte para tener
derecho al voto; la verdad es que ya era lo bastante débil para dejarla votar
sin peligro… Y la fachada y exterior de este nuevo gobierno secreto consistía
en la simple aplicación mecánica del llamado sistema de partidos. Este sistema
no consta, como se supone, de dos partidos, sino sólo de uno. Si hubiera
realmente dos partidos no habría sistema”.
Y eso que Chesterton se refería a Gran Bretaña].