Los Banqueros y el Perdón
La Indulgente
Ley para el 1%
Por ANN
ROBERTSON y BILL LEUMER 25-May-12
FUENTE:
http://www.counterpunch.org/2012/05/25/bankers-and-forgiveness/
Cuando los dueños de las casas se
han rezagado con los pagos de su hipoteca, sea por la pérdida del trabajo o
porque las tasas de interés se dispararon, los banqueros han respondido
fríamente. Guiados por sus intereses económicos, pusieron a sus recaba-firmas a
trabajar horas extras en los desalojos, forzando a millones de gentes a salir de
sus casas. Antes, durante el clímax de la actual crisis económica, cuando el Congreso consideraba aprobar la legislación que habría permitido a los jueces
reducir los préstamos domésticos para evitar estos desalojos, los bancos
cabildearon furiosamen- te y mataron la legislación.
Pero cuando los banqueros mismos
cometieron sus propias transgresiones —no inocentes e inevitables transgresiones como
no reembolsar un préstamo debido a que perdiste tu trabajo gracias a la
recesión (provocada) por los banqueros— sino realmente violar la ley, el
gobierno no solamente les perdona, sino que virtualmente se convierte en
cómplice de sus crímenes.
El firmado automático, por ejemplo,
es un crimen. Ocurrió cuando los empleados bancarios firmaron miles de
documentos, alegando que eran exactos, sin molestarse en verificar tal alegato.
Y nadie ha ido a prisión hasta la fecha.
En un reciente artículo del New York
Times, Jesse Eisinger señaló que el escándalo de JPMorgan ha hecho surgir un
montón de preguntas:
“¿Qué sabían Jamie Dimon, principal ejecutivo del
JPMorgan y Doug Braunstein, principal funcionario financiero, y cuándo lo
supieron? ¿Eran exactas las utilidades del primer trimestre del banco? ¿Los más
altos funcionarios de JPMorgan estaban engañando cuando discutieron las
inversiones de la oficina principal?..... La primera pregunta en la mente de
todos debería ser si fueron violadas algunas leyes” (17-May-12).
Sin embargo, Eisinger fue rápido en señalar en
relación a la última pregunta: “El que no haya sido formulada muestra cuán poca
responsabilidad ha habido desde la crisis financiera. Ningún banquero de alto nivel ha ido a prisión (pese) a las muchas
quiebras bancarias, prácticas de venta engañosas o falseamien- tos en la contabilidad”.
Las leyes
para el 1% son tratadas por el gobierno como si fueran humildes solicitudes —nada
para ser seriamente aplicado si el 1% declina aceptarlo. Las leyes (en cambio)
para el 99% son brutalmente aplicadas, para no mencionar la prevaleciente
brutalidad policíaca que ocurre sin justificación legal.
De regreso al
2011, Gretchen Morgenson y Louise Story, en otro artículo del New York Times
(07-Jul-11), reportaron que los fiscales federales adoptaron un código más
suave para los banqueros:
“Los fiscales federales oficialmente adoptaron nuevas
normas respecto a acusar a las corporaciones con crímenes —un enfoque más indulgente que, los abogados
corporativos veteranos y ex-fiscales federales dicen, ayuda a explicar la
escasez de casos criminales a pesar del montón de investigaciones en la crisis
financiera.... Las líneas-guía dejaron abierta una posibilidad alterna a
culpable o no-culpable, a menudo siendo indulgentes si las compa- ñías
investigaban y reportaban sus propias fechorías. A cambio, el gobierno podría
entrar en acuerdos para retrasar o cancelar el enjuiciamiento si las compañías
prometían cambiar su conducta”.
Más
recientemente, Gretchen Morgenson ha reportado que un prominente analista de
Wall Street y otros sospechan que el “comercio insider (con información
privilegiada) puede y ocurre regularmente en muchas empresas de Wall Street. En
su opinión ello ha llegado a institucionalizarse.... Los enterados pueden enriquecerse antes de
que el resto de nosotros sepa qué ocurrió” (The New York Times, 20-May-12).
Y la falla de
la Comisión de Bolsa y Valores (SEC, por sus siglas en inglés) en enjuiciar
estos casos viene en seguida de su espectacular fracaso en enjuiciar a Bernard
Madoff, aun después de serle presentada abrumadora evidencia de su
culpabilidad.
Sin embargo
la industria financiera es la receptora del grueso de la misericordia
gubernamental, tal vez porque es responsable del grueso de los crímenes, el
mundo corporativo en general es un lucrativo beneficiario. Luego del reciente
escándalo de sobornos de Wal-Mart en México, el New York Times (27-Abr-12)
reportó que, aun cuando los sobornos a funcionarios extranjeros es un crimen,
si el pasado da algún indicio, nadie será procesado.
El prominente
ejemplo de la práctica pasada mencionado en el artículo fue Tyson Foods.
Después de listar una serie de crímenes cometidos por los ejecutivos de Tyson,
el artículo concluía:
“Es axiomático que es la gente, no las
corporaciones, la que comete crímenes. Así, ¿qué ocurrió con los ejecutivos de
Tyson involucrados?. No solamente el Depto de Justicia y la SEC no tomaron
acciones contra ellos, sino que los ejecutivos involucrados ni siquiera fueron
identificados por nombre” (The New York Times, 27-Abr-12).
¿Por qué el
gobierno intenta aplicar un doble estándar cuando se trata de aplicar la ley al
1% y cuando se trata del resto de nosotros?. En parte esta corrupción mundana
se debe a la acogedora relación que se ha cultivado entre los políticos y el
mundo corporativo. Si un político o
regulador se desempeña bien en el juego y complace a las corporaciones, puede
esperar tener una remuneradora carrera en el sector privado luego de que haya
dejado el puesto. Los
políticos, por ejemplo, rutinariamente llegan a ser cabilderos.
La corrupción
también se debe a los siguiente: “Al menos 2/3 de los senadores estadounidenses
que redactan nuevas regulaciones financieras mantienen acciones en bancos y
otras compañías afectadas por la legislación, tales como Citigroup, Inc y Wells
Fargo & Co, como lo revelan los estados financieros publicados”. (Bloomberg, 16-Jun-10).
Pero la
explicación final es que los políticos han adquirido el hábito automático de
postrarse ante aquellos con grandes cantidades de dinero. Y éste es uno más de
los subproductos tóxicos de la creciente desigualdad de la riqueza: el sentido
de comunidad es destruído en forma creciente, al igual que los valores morales
que la mantienen unida. Nos quedamos con dos clases opuestas que habitan en
mundos opuestos, y su choque es inevitable.
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