La iniciativa de Obama para normalizar relaciones con Cuba: ¿por qué ahora?
Carlos Chirinos BBC Mundo 18-Dic-14
FUENTE: http://www.bbc.co.uk/mundo/noticias/2014/12/141218_por_que_ahora_oba ma_cuba_relaciones
Lo destacado con amarillo aparece SIN resaltar en el original. El texto
[en rojo] tampoco aparece en el original y fue agregado por el blog.
Con su audaz aproximación a Cuba, Barack Obama puede pasar a la
historia como el presidente que empezó el desmontaje de la última reliquia de
la Guerra Fría en Occidente y como el primero que se atrevió a ser pragmático
en las usualmente hostiles relaciones con Cuba.
El razonamiento presentado por
Obama este miércoles desde la Casa Blanca es que no tiene sentido
seguir una política que por más de cinco décadas no ha logrado el objetivo de
imponer cambios políticos y económicos en Cuba, [nótese la frase «imponer cambios». Obama dijo
que no tenía sentido seguir una política que no ha dado el objetivo deseado el
cual, al parecer NO ha cambiado. Esperemos que la “nueva política” no implique
utilizar drones o bombardeos “humanitarios”, porque los Castro «ya llevan
muchos años en el poder»] un argumento que desde hace tiempo vienen
haciendo muchos [vaya vaguedad de la frase] dentro y fuera de
Estados Unidos.
Pero mientras la clase política tradicionalmente vinculada al exilio
cubano —la vieja representada por el senador Bob Menéndez de Nueva Jersey y la
más nueva de sus colegas de Florida, Marco Rubio y de Texas, Ted Cruz— sigue negada
a cualquier cambio que "recompense" al gobierno de los Castro, otros
sectores [de nuevo la vaguedad] de la sociedad
estadounidense han ido cambiando de opinión.
Desde los empresarios y agricultores hasta las nuevas generaciones de
cubano-estadounidenses en Florida, la meca del exilio, la idea de una
estrategia distinta a la hora de vincularse con La Habana ha ido ganando
terreno y promotores [sin entrar en detalles].
Varios factores dan forma al momento político del que se ha agarrado
Obama para introducir cambios que podrían ser históricos no sólo para la
relación bilateral entre Washington y La Habana, sino con el resto del
hemisferio.
El factor Gross
El deterioro de la salud de Alan Gross, el contratista estadounidense
apresado y condenado en Cuba a 15 años de prisión por "delitos contra el
Estado", puso urgencia a la vieja idea de Obama de introducir cambios en
la política hacia la isla.
La liberación de Gross estuvo en el centro de la discusión entre Habana
y Washington.
La posibilidad de que Gross muriera en una cárcel cubana habría
colocado un obstáculo difícil de superar para la Casa Blanca [ni tanto, recuérdese el incidente del USS Liberty o el
asesinato de Rachel Corrie], que desde hace más de un año autorizó
contactos secretos a través de Canadá y el Vaticano, dos cancillerías con
cierto ascendente sobre La Habana.
Washington se cuidó mucho de no hacer ver que la liberación de Gross se
produjo a cambio de la de los tres espías [obsérvese
que Alan Gross era un inocente contratista;
en cambio éstos eran malvados espías]
condenados en EE.UU. y que La Habana proponía como moneda de cambio.
Los espías fueron liberados a cambio de un igual, un espía
estadounidense encarcelado desde los años 90 cuyo nombre no ha sido difundido
aún, y no de un civil, lo que habría exacerbado aún más las críticas de quienes
cuestionan que se negociara con "terroristas", como definen al
gobierno de los Castro.
Al final, Gross fue la cara de una movida diplomática, que explotó el
diario The New York Times con una seguidilla de editoriales en los que proponía
precisamente un cambio de enfoque en la relación bilateral.
Las nuevas generaciones
Pese a las voces altisonantes de quienes critican que Obama
"recompense" a los Castro, en la comunidad cubana radicada en Florida
y Nueva Jersey, los dos principales centros del exilio, hay muchos que
recibieron los anuncios con alivio y hasta con alegría.
Los sondeos de opinión [de nuevo la vaguedad] vienen
demostrando que en los últimos años la mayoría de los cubanos estadounidenses [tácitamente se da a entender que la clase política —tanto vieja como nueva— tradicionalmente
vinculada al exilio NO representa a los exiliados] se
oponen a la política del embargo y esperan un cambio de dirección en la
diplomacia.
Se trata de un cambio generacional, en la medida que los viejos
exiliados van muriendo y sus hijos y nietos van perdiendo la pasión por sucesos
ocurridos en los años sesenta que si bien definieron a sus familias, tienen
cada vez menos que ver con sus realidades de ciudadanos estadounidenses [una buena parte de esos hijos y esos nietos se sienten más
gringos que cubanos].
El factor negocios
Más calladamente, grupos económicos han estado haciendo presión en
Washington para aflojar la política del embargo que considera que les impide
hacer negocios en Cuba [y «business is business», you
know], los negocios que otros países y empresas están aprovechando.
La Cámara de Comercio de EE.UU. estima que se pierden al menos US$
1.200 millones en negocios que no se pueden hacer con Cuba debido a las leyes
del embargo y aunque para la economía estadounidense no es una cifra grande,
representa una buena porción de la cubana.
Muchos de los que están perdiendo oportunidad de negocios son los
productores agrícolas del medio oeste estadounidense. Con todo y las
restricciones, EE.UU. es el quinto exportador a Cuba, según datos
Una idea de cómo el factor económico puede haber influenciado la
decisión del golpe de timón por parte de Obama la da el que las acciones de las
empresas de cruceros basadas en Florida hayan visto sus acciones subir en un
promedio del 3% apenas se hizo el anuncio. [la nota
cuidadosamente omite el tema de las propiedades gringas confiscadas por Fidel y
que supuestamente dieron origen al bloqueo].
Cuba es la mayor de las Antillas y un país que para la industria
turística ofrece un inmenso potencial de desarrollo, como muchas otras áreas de la
economía cubana que se han atrofiado en más de medio siglo de economía
planificada y centralizada [¿pero que tal la planificación
de la prostitución para captar divisas?].
Según cálculos del gobierno cubano presentados a Naciones Unidas, desde
1960 cuando empezó la política del embargo la isla se ha visto afectada en más
de un billón de dólares (1,000,000,000,000 US$) en negocios perdidos, comercio
frustrado y daños a la infraestructura.
Según ese mismo informe, Cuba podría haber vendido el año pasado más de
US$ 200 millones en rones y cigarros al mercado estadounidense.
El factor Venezuela
Del lado cubano, algunos consideran que la situación de deterioro
económico que enfrenta Venezuela, que en los últimos quince años ha sido el
sostén más importante de la economía cubana, también puso urgencia a los
contactos.
La caída de los precios del petróleo pone al gobierno del presidente
Nicolás Maduro y la llamada Revolución Bolivariana en aprietos internos [pero recuérdese que inMaduro cuenta con la protección de
Hugo Chávez desde el más allá; así ¿qué puede apurarle?] y, sobre todo
sin excedentes en un previsible corto plazo que destinar a los socios cubanos.
Las medidas anunciadas por Obama en el relajamiento de controles, sobre
todo el aumento de US$500 a US$2000 del monto en remesas que se pueden enviar a
familiares en la isla, seguramente beneficiará muchas economías familiares y
quitará presión en la nacional que sigue sin ser capaz de generar suficiente
riqueza.
El contraste acá viene por el hecho de que, mientras las cosas se
suavizan con Cuba, hace apenas dos semanas Washington impuso sanciones a un
grupo de funcionarios venezolanos involucrados en supuestos abusos a los
derechos humanos [curiosamente Washington no se preocupa
de los abusos a los derechos humanos en Ferguson ni del abuso al derecho a respirar
en Nueva York], durante la represión de las protestas estudiantiles de
principios de años.
Tras meses rechazando esa posibilidad, que se gestaba en el Congreso,
la Casa Blanca aceptó que los legisladores sancionaran la ley que ahora espera
la firma presidencial.
Más de uno pensó que ahora con Caracas, el gobierno estadounidense
estaba ensayando las mismas herreamientas que hace medio siglo usó con La
Habana.
Embargo continuado
Sin embargo, las buenas intenciones de ambos gobiernos también deben
enfrentarse con la realidad política, particularmente en Washington, donde hay
poderosos factores que ya han anunciado que se opondrán a la nueva política.
Primero, hay que recordar que el presidente Obama no podrá eliminar la pieza
principal de toda la estrategia hacia Cuba: el embargo o bloqueo, como lo
llaman en La Habana, que se rige por una ley sancionada por el Congreso.
Y en el Congreso cualquier iniciativa para derogar o siguiera suavizar
las leyes del embargo promete ser una dura y desgastante batalla política,
donde los Rubio, Menéndez o Cruz, conformarán una pared impenetrable.
Pero en ese sentido, también el presidente Obama parece estar tomando
el pulso de la realidad política con pragmatismo al reconocer que no espera un
cambio de la sociedad cubana de la noche a la mañana. En parte porque sabe que
la sociedad política estadounidense tampoco lo hará.
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