La campaña de la OTAN contra la libertad de expresión
Por Thierry
Meyssan 05-Dic-16
FUENTE: http://www.voltairenet.org/article194331.html
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texto marcado en amarillo aparece como texto normal en el original.
Es una historia que comenzó hace
15 años. La OTAN trató primero de silenciar a los ciudadanos que querían saber
la verdad sobre los atentados del 11 de septiembre de 2001. Luego arremetió
contra los que cuestionan la versión oficial de las «primaveras árabes» y de la
guerra contra Siria. Como una cosa lleva a la otra, después atacó a quienes
denunciaban el golpe de Estado en Ucrania. Ahora, la OTAN se inventa una seudo
ONG para que acuse como agentes rusos a todo el que haya hecho campaña por
Donald Trump.
Después
de los atentados del 11 de septiembre de 2001 vinieron, simultáneamente, un
estado de emergencia permanente y una serie de guerras. Como escribí en aquel
momento, la teoría según la cual todo fue concebido y organizado por un puñado
de yihadistas desde una cueva en Afganistán no resiste el más mínimo análisis.
Todo hace pensar, por el contrario, que los atentados del 11 de septiembre
fueron organizados por una facción del complejo militaro-industrial.
De ser cierto este análisis, los subsiguientes sucesos sólo
podían conducir a la represión en Estados Unidos y en los países aliados de
esta potencia.
Quince años después, la herida que abrí en aquel momento
sigue sin cerrarse, incluso se abrió aún más a raíz de nuevos acontecimientos.
Al Acta Patriótica y las guerras por el petróleo se sumaron las «primaveras
árabes». La mayoría de la población estadounidense no sólo ha dejado de creer
en lo que le dice su gobierno desde el 11 de septiembre de 2001 sino que, al
votar por Donald Trump, acaba de expresar su rechazo al Sistema posterior al 11
de septiembre.
Resulta que yo abrí el debate mundial sobre los atentados
del 11 de septiembre, que fui miembro del último gobierno de la Yamahiriya
Árabe Libia y que tengo la oportunidad de relatar –desde el lugar de los
hechos– lo que está sucediendo en la guerra contra Siria. Al principio, la
administración estadounidense creyó que podía detener el incendio acusándome de
escribir cualquier cosa por dinero y atacándome donde duele, o sea el
portamonedas. Pero mis ideas han seguido extendiéndose.
En octubre de 2004, cuando 100 personalidades
estadounidenses firmaron una petición reclamando que se reabriera la
investigación sobre los atentados del 11 de septiembre, Washington empezó a
inquietarse [1]. En 2005, reuní en Bruselas más de 150 personalidades del mundo
entero –entre las que se hallaban invitados sirios y rusos, como el general
Leonid Ivashov, ex jefe del Estado Mayor de las fuerzas armadas de la
Federación Rusa– para denunciar a los neoconservadores mostrando que el
problema estaba alcanzado proporciones globales [2].
Bajo el mandato de Jacques Chirac, los servicios de la
presidencia de la República Francesa se preocuparon por mi seguridad. Pero en
2007, la administración Bush solicitó mi eliminación física al nuevo presidente
francés Nicolas Sarkozy. Cuando un amigo personal, oficial y miembro del estado
mayor, me advirtió sobre la respuesta positiva de Sarkozy, supe que no tenía
más camino que el exilio. Otros amigos –en aquel momento llevaba 13 años como
secretario nacional del Partido Radical de Izquierda– acogieron mi decisión con
incredulidad, mientras que la prensa me acusaba de paranoia. Pero nadie vino
públicamente a prestarme ayuda. Encontré refugio en Siria y viajo por el mundo
evitando cuidadosamente los territorios de la OTAN, además de haber escapado a
numerosos intentos de asesinato o de secuestro. A lo largo de 15 años, he
abierto debates que se han generalizado. Siempre me han atacado cuando estaba
solo. Pero cuando mis ideas han encontrado eco, han sido miles las personas que
se han visto perseguidas por haberlas compartido y desarrollado.
Fue en aquella misma
época cuando Cass Sunstein –el esposo de la embajadora de Estados Unidos en la
ONU, Samantha Power [3]– redactó con Adrian Vermeule un trabajo, destinado a
las universidades de Chicago y Harvard, sobre cómo luchar contra las «teorías
de la conspiración» [4], y así designan el movimiento que inicié. En nombre de
la «Libertad» ante el extremismo, los autores de aquel trabajo definen en su
texto todo un programa destinado a liquidar la oposición:
«Podemos imaginar fácilmente una serie de respuestas
posibles.
1.
El gobierno puede prohibir las teorías de la
conspiración.
2.
El gobierno pudiera imponer una especie de gravamen,
financiero o de otro tipo, a quienes difundan esas teorías.
3.
El gobierno pudiera implicarse en un contra-discurso
para desacreditar las teorías del complot.
4.
El gobierno pudiera comprometer a partes privadas
creíbles para que se impliquen en un contra-discurso.
5. El gobierno
pudiera implicarse en la comunicación informal con las terceras partes y
estimularlas» [5].
La administración Obama dudó en asumir públicamente esa
opción. Pero, en abril de 2009, propuso en la Cumbre de la OTAN organizada en
Strasbourg-Kehl la creación de un servicio de «Comunicación Estratégica».
Incluso expulsó de la Casa Blanca al célebre abogado Anthony Jones, en 2009,
por haberse expresado sin rodeos sobre ese tema [6].
El proyecto de creación del servicio de comunicación
estratégica de la OTAN estuvo engavetado hasta que obtuvo el apoyo del gobierno
letón. Y finalmente ese servicio se instaló en Riga, bajo la dirección de Janis
Karklins –por demás responsable en la ONU de la Cumbre Mundial sobre la
Sociedad de la Información y del Foro sobre la Gobernanza de Internet.
Concebido por los británicos, ese servicio cuenta con la participación de
Alemania, Estonia, Italia, Luxemburgo, Polonia y el Reino Unido. Al principio,
se limitó a incrementar los estudios sobre el tema.
Pero
todo cambió en 2014, cuando el think tank de la familia Khodorkovsky, el
Institute of Modern Russia (Instituto sobre la Rusia Moderna), con sede en
Nueva York, publicó un análisis de los periodistas Peter Pomerantsev y Michael
Weiss [7].[Muy significativos todos los
involucrados]. Según ese informe,
Rusia ha desplegado en el exterior un vasto sistema de propaganda. Pero, en vez
de tratar de construirse una imagen favorable –como en tiempos de la guerra
fría–, Moscú ha decidido ahora inundar Occidente con «teorías conspirativas»
para sembrar confusión [esa estrategia ha sido seguida
desde hace mucho tiempo por «los de siempre»: 1° como forma de ocultar las verdaderas
conspiraciones; pero sobre todo en 2° lugar para desprestigiar el concepto y
así, entre más descabelladas y absurdas, sirven mejor]. Los autores del
trabajo afirman que esas «teorías» ya no abordan solamente el tema del 11 de
septiembre sino también la cobertura periodística de la guerra contra Siria.
En un esfuerzo por reactivar el antisovietismo de la guerra
fría, ese informe marcaba el inicio de una inversión de valores. Hasta
entonces, la clase dirigente estadounidense sólo trataba de disimular el crimen
del 11 de septiembre atribuyéndolo a unos cuantos barbudos sin importancia.
Ahora se trata de acusar a un Estado extranjero de ser responsable de los
nuevos crímenes que Washington ha cometido en Siria.
En septiembre de 2014, el gobierno británico creó la 77ª
Brigada: una unidad encargada de contrarrestar la propaganda extranjera. Esa
77ª Brigada británica se compone de 440 militares y más de un millar de civiles
provenientes del ministerio británico de Exteriores, así como del MI6, del
organismo de cooperación externa y de la Stabilisation Unit. Y no se conocen
sus objetivos. Esa brigada trabaja con la 361st Civil Affairs Brigade del
Ejército de Estados Unidos, con bases en Alemania e Italia. Ambas unidades
militares estaban siendo utilizadas para sabotear los sitios web occidentales
que tratan de dar a conocer la verdad sobre el 11 de septiembre y sobre la
guerra contra Siria.
A principios de 2015, Anne Applebaum —esposa del ex ministro de Defensa de Polonia Radosław Sikorski— creó en el Center for European
Policy Analysis (Centro de Análisis de la Política Europea), con sede en
Washington, una unidad designada como Information Warfare Initiative
(Iniciativa sobre la Guerra de la Información) [8]. Su objetivo inicial era
contrarrestar la información rusa en el centro y el este de Europa. La señora
Applebaum puso esa iniciativa en manos del ya mencionado Peter Pomerantsev y de
Edward Lucas [a lo que se ve, pura gente bonita],
uno de los jefes de redacción de la conocida publicación The Economist.
Aunque Pomerantsev es a la vez coautor del informe del
Institute of Modern Russia y uno de los dos principales responsables de la
Information Warfare Initiative, ahora resulta que ya no habla del 11 de
septiembre y que tampoco considera ya la guerra contra Siria como un tema
central sino sólo como un tema recurrente que permite “percibir” la acción del
Kremlin. Este personaje concentra sus ataques sobre el canal de televisión
Russia Today y la agencia de prensa Sputnik, dos órganos de prensa públicos
rusos.
En febrero de 2015, le llega a la Fondation Jean Jaures —think
tank del Partido Socialista francés y contacto de la National Endowment for
Democracy (NED)— su turno de
publicar una Nota titulada Conspirationnisme, un état des lieux [9]. Pasando
por alto todo lo sucedido alrededor de Rusia, esa Nota toma el debate en el
punto donde lo había dejado Cass Sunstein y propone simple y llanamente
prohibir que los «conspiracionistas» puedan expresarse. Por su parte, la
ministra de Educación de Francia organiza talleres en las escuelas para
advertir a los alumnos en contra de los «conspiracionistas».
El 19 y el 20 de marzo de 2015, el Consejo Europeo pide a la
Alta Representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores y Política de
Seguridad, Federica Mogherini, que
prepare un plan de «comunicación estratégica» para denunciar las campañas de
desinformación de Rusia sobre Ucrania. El Consejo no mencionaba ya ni el 11 de
septiembre, ni la guerra contra Siria sino que cambiaba de objetivo para
concentrarse en Ucrania
En abril de 2015, la señora Mogherini crea un Servicio
Europeo para la Acción Exterior (EEAS, siglas en inglés) que no es otra cosa
que una unidad de Comunicación Estratégica dentro de la Unión Europea [10]. Esa
estructura está bajo la dirección de un británico agente del MI6, Giles
Portman, y distribuye a numerosos periodistas europeos, dos veces por semana,
toda una argumentación que supuestamente demostraría la mala fe de Moscú, argumentos
que posteriormente aparecen publicados en los medios de difusión europeos.
A partir de su creación, el Centro de Comunicación
Estratégica de la OTAN se vincula a un servicio del Atlantic Council: el
Digital Forensics Research Lab. La OTAN redacta un Manual de Comunicación
Estratégica, cuyo objetivo es coordinar y reemplazar todo el dispositivo
anterior en materia de Diplomacia Pública, de Relaciones Públicas (Public
Affairs), de Relaciones Públicas Militares, de Operaciones sobre los Sistemas
Electrónicos de Comunicación (Information Operations) y de Operaciones
Sicológicas.
Bajo la inspiración de la OTAN, Anna Fotyga, la ex ministra
de Exteriores de Polonia, ahora convertida en eurodiputada, lleva al Parlamento
Europeo una resolución –adoptada el 23 de noviembre de 2016– sobre «la
comunicación estratégica de la Unión [Europea] tendiente a contrarrestar la
propaganda dirigida contra ella por terceros» [11]. Obsérvese que existe un
nuevo desplazamiento del blanco: ya no se trata de contrarrestar el
cuestionamiento sobre el 11 de septiembre —asunto de hace 15 años—,
ni tampoco el cuestionamiento de la guerra contra Siria sino de crear una
mescolanza entre la impugnación de los acontecimientos en Ucrania y el discurso
del Emirato Islámico (Daesh). Y se vuelve así al punto inicial: quienes
cuestionaban el 11 de septiembre trataban, según la OTAN, de rehabilitar a
al-Qaeda; quienes le hacen el juego a Rusia tratan de destruir a Occidente,
como lo hace Daesh. Pero no importa que la OTAN esté apoyando a al-Qaeda en el
este de Alepo.
Dado a conocer el 24 de noviembre de 2016 en un sonado
artículo del Washington Post [12], un misterioso grupo llamado Propaganda or
Not? ha elaborado una lista de 200 sitios web —entre ellos Voltairenet.org— a los que el Kremlin supuestamente ha confiado la tarea de
repercutir la propaganda rusa y confundir a la opinión pública estadounidense
hasta el extremo de llevarla a votar por Donald Trump.
Propaganda or Not?
no publica los nombres de sus responsables, pero dice reunir en su seno a 4
organizaciones: Polygraph, The
Interpreter, el Center for European Policy Analysis y el Digital Forensic Research Lab.
Ø
Polygraph es un sitio web de la Voice of America
[13], la radio y televisión pública de Estados Unidos bajo control de la
Broadcasting Board of Governors.
Ø
The Interpreter es la revista del Institute of
Modern Russia, ahora difundida por la Voice of America.
Ø
El Center for European Policy Analysis es un
apéndice de la National Endowment for Democracy (NED) dirigido por Zbigniew
Brzezinski y Madeleine Albright.
Ø
Digital Forensic Research Lab es un programa del
Atlantic Council.
En un documento divulgado por Propaganda or Not?, esta falsa ONG nacida de varias asociaciones financiadas por la
administración Obama señala al enemigo: Rusia. Y acusa a ese país de
haber dado origen al movimiento a favor de la verdad sobre los atentados del 11
de septiembre y de los sitios web de apoyo a Crimea y Siria.
El 2 de diciembre de 2016, el Congreso de Estados Unidos
votó un ley que prohíbe toda cooperación militar entre Washington y Moscú. En
pocos años, la OTAN ha reactivado el maccarthysmo [mal
símil, Thierry; porque, en la mayoría de los casos, McCarthy tenía razón,
aunque haya sido vencido. Quizá fuera más apropiado compararlo al
antitrotskyismo de Stalin].
Documentos adjuntos
Complaint "Voltaire Network
International" vs "Prop or Not?"
Denuncia presentada al Inspector General del Departamento de
Estado por Voltaire.org, 2 de diciembre de 2016.
(PDF - 43.4 KB)
[1] «100
personalidades impugnan la versión oficial sobre el 11 de septiembre», Red Voltaire,
25 de noviembre de 2004.
[2] «Axis for
Peace», Red Voltaire.
[3] «La cara
oculta de la administración Obama», por Thierry Meyssan, Red Voltaire, 10 de
noviembre de 2015.
[4] También
llamadas indistintamente «teorías del complot», «teorías conspirativas»,
«teorías conspiracionistas» o «teorías complotistas». Nota del Traductor.
[5] «Conspiracy
Theories », Cass R. Sunstein y Adrian Vermeule, Harvard Law School, 15 de enero
de 2008.
[6] «11 de
septiembre: Obama se separa de uno de sus consejeros», Red Voltaire, 14 de
septiembre de 2009.
[7] «The Menace
of Unreality: How the Kremlin Weaponizes Information, Culture and Money», Peter
Pomerantsev & Michael Weiss, The Interpreter/ Institute of Modern Russia,
2014.
[8] Information
Warfare Initiative, sitio web oficial.
[9] «El Estado
contra la República», por Thierry Meyssan, Red Voltaire, 9 de marzo de 2015.
[10] «La
propaganda de la Unión Europea contra Rusia», Red Voltaire, 5 de julio de 2016.
[11] «Resolución
del Parlamento europeo sobre la comunicación estratégica de la Unión para
contrarrestar la propaganda de terceros en su contra», Red Voltaire , 23 de
noviembre de 2016.
[12] “Russian
Propaganda Effort Helped Spread ’Fake News’ During the Election, Experts Say”,
Craig Timberg, The Washington Post, 24 de noviembre de 2016
[13] El autor se
refiere a La Voz de los Estados Unidos de América, también conocida en español
como La Voz de América o La Voz de las Américas. Nota de la Red Voltaire.