La Crisis de Qatar en una Edad de Hechos Alternativos
Por Kristian
Coates Ulrichsen 06-Dic-17
FUENTE:
https://www.globalresearch.ca/the-qatar-crisis-in-an-age-of-alternative-facts/5621798
El texto [en rojo] NO aparece en el original y fue agregado por
el equipo de traducción. Igualmente lo destacado en amarillo aparece como texto
simple en el original.
El
Consejo de Cooperación del Golfo (GCC, por sus siglas en inglés) tiene esta
semana su reunión anual en la Cd de Kuwait, exactamente seis meses después
desde que tres de los seis estados del GCC —A.Saudita, Bahréin y
los Emiratos Árabes Unidos— cortaron relaciones diplomáticas e
impusieron sanciones económicas sobre un cuarto, Qatar. Desde el inicio, el
llamado Cuarteto Anti-Terrorista (los tres estados del GCC + Egipto) han
seguido una campaña de desinformación que pinta a Qatar como una temeraria amenaza
a la estabilidad regional. La guerra en
los medios ha buscado asegurar el apoyo de
los operadores políticos neófitos y operadores de política extranjera en
la Casa Blanca en la primera crisis internacional de la era de hechos
alternativos. Este intento de arrastrar a la Casa Blanca [por favor, ¡si ha sido USA el creador del pleito! ¡Qué forma de
tergiversar la realidad!] a una disputa que ha enfrentado socios
políticos y de seguridad claves uno contra otro ha destacado los peligros de
tomar partido en un choque que —desde una perspectiva estadounidense—
no puede haber claros ganadores o perdedores.
La crisis de Qatar se originó en un acceso ilegal [¿por quién?] de la Agencia Qatarí de Noticias y la
creación de un falso reportaje de un discurso en el cual el emir Tamim bin
Hamad Al Thani supuestamente alababa a Irán y a Hamas y criticaba a la
administración Trump. Los canales mediáticos en Arabia Saudita y los EAU
aprovecharon [más bien fueron empujadas para atacar]
esas observaciones falsificadas en un violento ataque que precedió a la
verdadera ruptura diplomática el 05-Jun. Significativamente, el pirateo vino
justo dos días después de que el liderazgo saudita en la Reunión
Árabe-Islámica-Estadounidense en Riyad ensalzó al presidente Trump y cuando él
pidió a los estados árabes sunnitas arremeter contra el terrorismo y el
extremismo. Los siguientes tuits del presidente Trump en Junio y comentarios en
Octubre por Stephen Bannon, por entonces ex principal estratega en la Casa
Blanca, trazó una línea directa entre sus pláticas en Riyad en Mayo 21 y la
posterior acción tomada contra Qatar el 05-Jun, e implicó un cierto grado de
advertencia y aprobación tácita.
Luego de años de tensas relaciones con la administración
Obama, no menos por sus negociaciones secretas con Irán que culminaron en el
Plan de Acción Comprensivo y Conjunto en 2015, los líderes sauditas y emiratíes
rápidamente alcanzaron a figuras con altos puestos en la entrante
administración Trump. Fortificados con la expectativa de que la administración
seguiría políticas sobre el islamismo e Irán que se alinearon muy cerca de sus
propios [really?] enfoques belicistas, el
entonces príncipe heredero segundo de Arabia Saudita, Mohammed bin Salman y el
influyente embajador emiratí en Washington, Yousef al-Otaiba, establecieron una buena y estrecha
relación con Jared Kushner. Sus esfuerzos para cortejar el círculo interior
redituó en Mayo cuando Trump hizo su primera visita internacional como
presidente a Arabia Saudita —más
bien que a Canadá o a México, como sus cinco inmediatos predecesores habían
hecho— y el Depto de Estado fue
excluido de muchos planes para la Reunión de Riyad, que fue manejada en cambio
por la Casa Blanca y las cortes reales en Riyad y Abu Dhabi.
El presidente Trump inicialmente tuiteó su apoyo al embargo
saudita y emiratí de Qatar el 06-Jun, dando esperanzas a ambos de que el
gobierno de USA se volvería contra uno de sus más cercanos socios de seguridad
en la región. Sin embargo, los que diseñan las políticas en Riyad y Abu Dhabi fallaron
en prever la resistencia de los Deptos de Estado y de la Defensa a cualquier
replanteamiento de los vínculos con Qatar [donde más
fallaron fue en prever la resistencia del propio Qatar; lo que pudiera indicar
que los que diseñan las políticas en Riyad y Abu Dhabi no residen allí, sino en USA y son una facción ¿inexperta? de
la élite globalista]. Habiendo observado que la personalizada toma de
decisiones en la Casa Blanca con Trump era algo parecida a sus propias cortes
reales, los sauditas y emiratíes parecieron suponer [nótese
el intento de querer crear el mito genial de que los sauditas y emiratíes son
independientes y se mandan solos] que todo el gobierno se alinearía una
vez que la Casa Blanca hiciera una decisión respecto a Qatar. Respondiendo a
las objeciones del entonces Srio de Estado Asistente para los Asuntos del Medio
Oriente, Stuart Jones, de que el movimiento inicial contra Qatar en Junio era
imprudente, Otaiba aparentemente respondió, “¿Ha hablado Ud a la Casa Blanca?” [por favor, S.E. Jones es un funcionario de 3ª o 4ª
categoría, quién fue el encargado de denunciar el 15-May-17, en base a burda
información inventada digitalmente en Londres, las “atrocidades” del penal
sirio de Saynaya, cuando tenía mucho más cerca Guantánamo].
Aunque el presidente Trump supuestamente no está al tanto de
la extensión de la cooperación militar y de seguridad de USA con Qatar, para
buena fortuna de Doha tanto el Srio de Defensa, James Mattis, y el Srio de
Estado, Rex Tillerson, estaban agudamente conscientes del valor estratégico y
comercial de la asociación de Qatar a los intereses de USA. Mattis sirvió como
jefe del Comando Central estadounidense —cuya
sede de operaciones avanzadas está en Qatar desde 2003— entre 2010 y 2013. Mientras tanto ExxonMobil —donde Tillerson
pasó 41 años antes de su nombramiento como Srio de Estado— fue instrumental en
desarrollar la infraestructura del gas natural licuado que impulsó a Qatar a la
prominencia regional e internacional en los 1990s y 2000s. Ambos hombres
hicieron que la Casa Blanca metiera reversa durante las etapas iniciales de la
crisis del Golfo.
Hay signos de que
el movimiento inicial contra Qatar en Junio puede haber sido intentado como
preludio de una más enérgica y contundente acción contra el liderazgo de Doha.
En sus observaciones junto al presidente Trump en la Casa Blanca en Septiembre,
el emir de Kuwait, Sabah al-Ahmad Al Sabah, declaró que
“lo importante es que hemos detenido cualquier acción militar,” [¿”estamos arando” como dijo la mosca?]
sin dar mayor
detalle. Emails filtrados del embajador de los EAU, al-Otaiba, sugieren
que el rey Abdullah de Arabia Saudita había venido “bastante cerca de hacer
algo en Qatar” durante una repetición previa de la disputa diplomática en 2014.
Al-Otaiba pidió que USA dejara sus bases en Qatar en un artículo de opinión en
el Wall Street Journal en Julio de 2017, que algunos en la comunidad de
política de defensa consideraron como una inaceptable intromisión extranjera en
las consideraciones de seguridad de USA. Sus comentarios fueron amplificados en
conferencias mantenidas en centros de análisis del Distrito de Columbia en Mayo
y Octubre y por una serie de artículos de opinión que han argumentado que USA
podría retirarse de Qatar con un trastorno bastante reducido.
Las dos instalaciones militares qataríes, Al-Udeid y
As-Sayliyah, constituyen el centro nervioso de la proyección del poderío
estadounidense en Medio Oriente en general y albergan a más de 10,000 personas.
Al-Udeid es la mayor base aérea ultramarina de USA y la única en el Golfo capaz
de manejar todo tipo de aviones de la Fuerza Aérea de USA, mientras que
As-Sayliyah es un campo logístico avanzado capaz de dar servicio a una entera
brigada blindada. Luego de que la presencia de tropas de USA en Arabia Saudita
comenzara a generar un creciente descontento, en particular por Osama bin Laden
y al-Qaeda antes del 9/11, la administración de George W. Bush reubicó la sede
del Comando Central de la base aérea Príncipe Sultán en Arabia Saudita a Al-Udeid
en Qatar en 2003. Como lo señaló David Des Roches, exfuncionario alto
funcionario del Pentágono, el ejército de USA actualmente no puede replicar en
otra parte del Golfo la estructura militar y logística que usa en Qatar, y
ningún otro país del Golfo ha ofrecido construir (y asumir los gastos [Al-Udeid costó 1,000 mdd]) de una base comparable
para USA, como Qatar lo hizo en los 1990s.
Desde una perspectiva de seguridad nacional para USA, no hay
lados buenos o malos en la disputa en Qatar [pésima
forma de expresarse porque sugiere que la disputa no importa] y en los
intentos del Cuarteto y sus partidarios de pintar a Qatar como un negativo
actor regional que no sirve a los intereses de USA. En Julio
de 2017, Qatar llegó a ser el primer país del Golfo en firmar un
Memorándum de Entendimiento con USA sobre contraterrorismo y en Noviembre se
celebró el primer diálogo contraterrorista USA-Qatar en Washington, DC. Éstos
son desarrollos tangibles que dan base (e implementan) la llamada del
presidente Trump en la Reunión de Riyad para vínculos de defensa y seguridad
más estrechos entre los Estados del Golfo y USA. Ellos también contrastan con
los alegatos vagos y radicales que formaron la base para las 13 condiciones
ridículas que el Cuarteto trató de imponer sobre Qatar en Junio, así como el
contenido espurio e históricamente revisionista [eso no
es revisionista; puesto que el revisionismo trata de reivindicar la verdad, en
tanto que aquí lo buscado es precisamente lo opuesto: engañar] de
algunos de los más extravagantes ataques en los medios. Tales intentos por los
detractores de Qatar, y sus partidarios en la cámara de eco dentro del
periférico de Washington, continúan desafiando a una Casa Blanca inexperta en
política exterior [el mito genial de que la Casa Blanca
es la que maneja USA] y se abren a narraciones alternas que se desvían,
en algunos casos agudamente, de los intereses centrales de USA [y de la verdad, lo que es más importante].
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