Supremacismo judeocéntrico y la Incomodidad de Pappe
Por Gilad Atzmon
Information Clearing House 01-May-13
FUENTE:
http://www.informationclearinghouse.info/article34783.htm
Ilan
Pappe es una voz importante. Uno de esos valerosos historiadores, suficientemente
valiente como para
abrir la Caja de Pandora de 1948. En los 1990s Pappe, está
entre los pocos israelíes post-sionistas, que permanecieron israelíes a pesar
de su pecado original —la racialmente orquestada limpieza étnica del pueblo
nativo de Palestina— la Nakba.
Pero como muchos historiadores, Pappe, aunque familiarizado
con los hechos de la historia, parece o incapaz de entender o renuente a
abordar el significado ideológico y cultural de esos hechos.
En su reciente artículo, «Cuando la Negativa Israelí de la
Existencia Palestina Llega a Ser Genocida», Pappe intenta explicar el continuado
rechazo de la apurada situación palestina. Como Shlomo Sand, Pappe señala que
la parte del presidente israelí Shimon Peres en la historia es una “narrativa
falsificada”.
Bien hasta ahora, pero Pappe luego pierde el punto. Por
alguna razón, él cree que la negativa de Peres del sufrimiento palestino es un
resultado de una ‘disonancia cognitiva’, i.e. una incomodidad experimentada
cuando dos o más ideas, valores o creencias en conflicto son mantenidos
simultáneamente.
Pero ¿cuáles
son esas ideas o valores en conflicto sostenidas por los israelíes y su
presidente que les causa tanta incomodidad?. Pappe no nos lo dice. Tampoco
explica cómo Peres ha soportado tanta ‘incomodidad’ durante más de seis
décadas. Ahora, concuerdo que Peres, Netanyahu y muchos israelíes a
menudo exhiben claros síntomas psicóticos, pero lo que no puedo detectar en las
declaraciones de Peres es una mínima pizca de ‘incomodidad’.
Obviamente pienso que Pappe está equivocado aquí —la
expulsión, la limpieza étnica también con el continuado abuso de los derechos
humanos en Palestina, son en realidad consistentes con la cultura supremacista
de nacionalismo judío y también con una estricta interpretación de la herencia
bíblica judía.
Pappe escribe, “Los perpetradores de la limpieza étnica
fueron colonos sionistas que vinieron a Palestina, como Shimon Peres nacido en
Polonia, antes de la 2GM. Ellos negaron la existencia de la población nativa
que encontraron, que habían vivido allí por cientos de años, si no es que más”.
Aquí Pappe está correcto, pero luego continúa: “Los sionistas no tenían el
poder en ese tiempo para resolver la disonancia cognitiva que experimentaban:
su convicción de que la tierra estaba sin gente a pesar de la presencia de
tanta gente nativa allí”. Pero Pappe falla en señalar algún síntoma de tal
disonancia. ¿Podría ser que el Director de Estudios Palestinos en la
Universidad de Exeter simplemente sea ignorante?
Ciertamente no, Pappe está bastante lejos de ser ignorante. Pappe conoce la historia
del sionismo y de Israel mejor que la mayoría de la gente. Sabe que los
‘colonos sionistas’, como el Shimon Peres nacido en Polonia, estaban ideológica
y culturalmente motivados. Pero ¿por qué entonces un profesor de historia
intenta hacerse el ciego a la ‘ideología’ y la ‘cultura’ de aquellos primeros
sionistas?
Los
primeros sionistas, no eran ni ciegos ni estúpidos. Veían a los árabes en la
tierra de Palestina —en los campos, en los caseríos y en los pueblos— pero
siendo guiados por una filosofía racista, supremacista y expansionista,
probablemente consideraron a los árabes como sub-humanos y así fácilmente
negaban sus derechos, su cultura, su herencia y en realidad, su humanidad [1].
Pero, aunque un análisis cultural e ideológico resuelve la
alegada ‘disonancia’ e ilumina la complejidad histórica, Ilan Pappe evita
extenderse sobre estos problemas. Tengo una buena razón para creer que la
verdad simplemente es demasiado ofensiva para que la audiencia de Pappe la
digiera. Así en cambio, Pappe continúa con su modelo psicológico: ”Ellos (los
sionistas) casi resolvieron la disonancia[1] cuando expulsaron a
tantos palestinos como pudieron en 1948[2]
—y fueron dejados solamente con una pequeña minoría de palestinos dentro del
estado judío”.
Una vez más, podría ser útil si Pappe proveyera la necesaria
evidencia ‘histórica’ que probaría que la Nakba, fue en realidad un intento de
‘resolver una interna y colectiva disonancia cognitiva sionista’. Supongo que Pappe sabe muy bien
que en realidad es la falta de tal “disonancia cognitiva” lo que conduce a tan
pocos israelíes, tales como Uri Avnery, Gideon Levy y el propio Pappe, hacia el
universalismo, el humanismo y el activismo propalestino.
Supongo que el nuevo modelo analítico cognitivo de Pappe nos
dice muy poco respecto al sionismo, Israel o Shimon Peres pero en realidad nos
dice mucho acerca de Pappe y el grave estado del discurso intelectual de
solidaridad con los palestinos. La incomodidad de la que él habla es de hecho
la propia: el choque entre los hechos conocidos y aceptados y las conclusiones
lógicas y la tarea que ha aceptado de cuadrar el círculo, de envolver un
proyecto de supremacismo racial en una psicopalabrería y presentarla nada menos
que como una pandémica ‘disonancia cognitiva’.
Por alguna razón muchos de nosotros insistimos en producir
‘inofensivas’ crónicas de la barbarie israelí y el nacionalismo judío que
intentan enmascarar y desviar, más bien que señalar hacia el obvio núcleo
cultural e ideológico del problema.
Sin embargo, la cuestión que me molesta es cómo es posible
que un destacado académico exhiba tan problemática comprensión de un conflicto
(especialmente) después de estudiarlo durante tres décadas.
La respuesta es verdaderamente embarazosa. Pappe es en
realidad un erudito serio y un amable ser humano. Sin embargo, en el actual
clima intelectual, Pappe,
como muchos otros no pueden libremente explorar la verdad del sionismo y del
estado judío. La estremecedora verdad es que Pappe fue mucho más
provocativo e intelectualmente intrigante mientras enseñaba en la Universidad
de Haifa que ahora cuando dirige el Instituto de Estudios Palestinos en la
Universidad de Exeter. Es
justo suponer que decir la verdad acerca de la cultura que guía al estado judío
le costaría a Pappe su carrera académica en el Reino Unido y obviamente el
apoyo dentro de la llamada ‘izquierda’ judía, por no mencionar a los
colaboradores palestinos financiados por Soros.
Así que en vez de buscar la verdad, Pappe y otros terminan
buscando algunos modelos ‘inofensivos’
—algo que mantenga la imagen de ‘solidaridad’.
No tengo la menor duda que Pappe sabe ya que los israelíes
están muy lejos de estar atormentados por la apremiante situación de los
palestinos. Tampoco están arrepintiéndose de la Nakba, ciertamente no están
llorando por su pasado asalto racista sobre el pueblo de la tierra de
Palestina. Y como las encuestas israelíes revelan de tiempo en tiempo, la
mayoría de los israelíes apoyarían una segunda Nakba tanto como apoyaron el
criminal bombardeo de saturación de la población civil en la operación Plomo
Fundido. Pappe sabe muy bien que las racistas políticas israelíes y las
actitudes colectivas están guiadas cultural e ideológicamente, más bien que
políticamente. Israel es el estado judío y sus políticas están dictadas por una
nueva[3]
interpretación hebraica de la cultura y la herencia judías.
Pappe es un humanista y quiero creer que en las altas horas
de la madrugada, él mismo siente alguna incomodidad. En el fondo, Pappe debe
saber la verdad. Él sabe lo que guía al sionismo y al militarismo israelí. Él
lo sabe pero, por razones obvias[4],
debe mantener silencio y envolver el conflicto con una incorrecta terminología
y modelos cognitivos ‘inofensivos’.
En lugar de ocuparse en un discurso abierto e investigar a
fondo la verdad del conflicto, vemos a nuestros principales eruditos ocuparse
activamente en ocultar la verdad. Esto realmente es una tragedia, porque el
discurso de Solidaridad Palestina es ahora un desierto intelectual. Hemos
asesinado y sepultado a nuestros pensadores más inspirados [2] y poetas. Los
hemos reemplazado con rígidos slogans y una banal cultura Herem [3].
Bastante interesante que, para el momento en que Pappe
terminó de escribir su artículo, él mismo ya no estaba tan convencido de su
propio modelo. Él escribe, “Es desconcertante saber que los primeros sionistas
negaron la existencia de los palestinos en 1882 cuando llegaron; es aun más
impactante que nieguen su existencia —más allá de comunidades convertidas en
ghettos— en 2013”.
El significado de esto es claro: estamos tratando aquí con
un total y categórico desprecio del otro. Esto no es un síntoma de ‘disonancia
cognitiva’ sino más bien de una secuencia histórica ininterrumpida de una
condición psicopatológica que es inherente a la política de ‘los elegidos’. Es
el resultado directo de un supremacismo judeocéntrico —el mismísimo campo que
Pappe y otros prefieren no tocar.
Al final de su artículo, Pappe alega que Peres es un ‘loco’
que ignora que “millones y millones de gentes, muchos de ellos bajo su régimen
militar o de apartheid, mientras él activamente y sin misericordia rechaza el
regreso de los demás a su patria”. Pero si Peres es un ‘loco’, resulta
improbable que sea asaltado por la incomodidad. Si Peres es un loco, él no está
en un estdo de ‘disonancia’, luchando para integrar ideas en conflicto. Al
contrario, Peres está, en su horror, enteramente en paz consigo mismo.
En lo que a mi respecta, Shimon Peres no es un loco en
absoluto. Él es malvado, coherente y consistente. Él es presidente del estado
judío y ya va siendo hora de que Ilan Pappe abiertamente enfrente esto —y lo
que significa.
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Gilad Atzmon es uno de los mejores jazzistas de hoy,
filósofo, pensador humanista y autor. Durante varios años Gilad Atzmon ha
estado retándonos a todos (y primariamente a los judíos) a examinar lo que
define a la Política de Identidad Judía, sus creencias supremacistas básicas y
los muchos problemas que genera: sus estrategias, los diversos disfraces de su racismo,
su ocultamiento y la supresión del libre discurso.
Notas
[1] Por demás
interesante, fue en realidad el notorio extremista de la derecha sionista
Vladimir Jabotinsky quien estuvo entre los primeros en abordar la necesidad de
resolver el problema de tratar con la población nativa dentro del contexto del
sueño sionista. Fue el rabioso ultra-nacionalista Jabotinsky, más bien que la
‘izquierda’ sionista, quien consideraba a los árabes como un pueblo orgulloso
de su cultura, que debían ser confrontados militarmente. A este respecto,
recomendaría leer el libro de V.Jabotinsky, El Muro de Hierro.
[2] Justo el
año pasado hemos visto al BDS[5]
hacer campaña contra el Prof. Norman Finkelstein, Greta Berlin, el
parlamentario George Galloway y muchos otros.
[3] La palabra
hebrea para Excomunicación y Boicot.
[1] En otras palabras: «muerto
el perro, se acabó la disonancia». ¡Qué modo tan “elegante” de tratar de
transformar un intento de genocidio en un problema psicológico! Y se supone que
Pappe sea uno de los “honestos”; ¿cómo estará el resto?.
[2] Con
este criterio, quizá el régimen nazi también fue víctima de la famosa
‘disonancia cognitiva’ y buscó resolverla expulsando a los judíos hacia la
parte asiática de la URSS. Quizá por esa misma ‘disonancia cognitiva’ Stalin
creó una república autónoma judía en el Extremo Oriente (Birobidzhan).
[4] Exiliarse de Haifa a Exeter (luego
de recibir varias amenazas de muerte), probablemente no le brinda la suficiente
seguridad personal ni resuelve la ‘disonancia cognitiva’ de Pappe: entre la
verdad y esas «fatwas» contra él. Curiosamente, los medios no le han dado
ninguna publicidad a esas fatwas, probablemente por no ser islámicas.
(Recuérdese la emitida contra Salman Rushdie).
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