jueves, 28 de noviembre de 2024

El cambio climático transformó la UE en Unión Bananera

Las repercusiones de la colonización de Europa por USA

Por Eduardo Vasco                                                                                   07-Nov-24

FUENTE: https://strategic-culture.su/news/2024/11/07/repercussions-of-colonization-europe-by-united-states/

 

 

El texto [en rojo] NO viene en el original y fue agregado por el equipo de traducción. Igual-mente lo destacado en amarillo aparece como texto simple en el original.

 

 El descontento crece no sólo entre la gente común de los países del bloque, sino también entre sectores influyentes de las élites políticas y económicas europeas.

 

El ex director del Banco Central Europeo Mario Draghi presentó recientemente a la Unión Europea un informe exhaustivo que demuestra cómo los europeos se están quedando atrás de los estadounidenses –e incluso de los asiáticos– en cuestiones clave del desarrollo económico.

Mientras que en 1990 el PIB per cápita en USA era un 16% superior al de la eurozona, en 2023 esa brecha ya había crecido a más del 30%. Esto significa que los estadounidenses son cada vez más ricos que los europeos.

Pero la brecha entre los hombres más ricos de USA y Europa también se está ampliando. Sólo el 10% de los empresarios de alta tecnología en los primeros 30 y primeros 500  puestos de las clasificaciones de capitalización bursátil son europeos. En comparación, el 73% en el primero y el 56% en el segundo son estadounidenses.

Estas nuevas cifras revelan una vez más la devastación económica de Europa. Y sus orígenes están directamente vinculados al poder estadounidense.

En la década de 1930, USA había perdido toda la ventaja que había obtenido sobre sus competidores europeos al final de la 1GM. Europa estaba devastada y Washington había surgido como la gran superpotencia económica del mundo. Sin embargo, la crisis de 1929 puso fin a esta fortaleza. La Gran Depresión parecía haber puesto fin al sueño americano.

Así como la 1GM fue una disputa entre potencias imperialistas por el mercado mundial [El objetivo era acabar con las monarquías (rusa, alemana, austríaca y otomana) salvo la británica, e iniciar el experimento soviético], era necesario desatar la futura 2GM para que los estadounidenses pudieran recuperar el control, parcialmente perdido ante Alemania y Japón a raíz de la crisis de 1930. Franklin D. Roosevelt lideró la reorganización de la economía estadounidense, expandiendo enormemente el gasto federal y realizando grandes inversiones públicas gracias a una centralización dictatorial del poder económico en manos de un pequeño monopolio corporativo.

El resultado fue un aumento inimaginable de la producción industrial, centrada casi exclusivamente en la guerra. Pearl Harbor resultó muy útil: fue la excusa que necesitaba el régimen para eliminar la oposición a su entrada en el conflicto. Entre 1941 y 1944, la producción bélica estadounidense se triplicó y en 1944 sus fábricas producían el doble que las de Alemania, Italia y Japón.

La producción industrial estadounidense tenía dos objetivos estratégicos entrelazados: destruir Europa y reconstruirla a su imagen y semejanza. USA equipó a Gran Bretaña con las armas necesarias para enfrentarse a Alemania y ambos llevaron a cabo una intensa campaña de bombardeos con la intención explícita de destruir la economía alemana, el motor industrial de Europa. Casi 2.7 millones de toneladas de bombas fueron lanzadas sobre Alemania y las regiones ocupadas por los nazis de otros países, en particular Francia y Bélgica (que completaban el corazón industrial de Europa). Los bombardeos aéreos estadounidenses y británicos mataron a 305,000 alemanes, hirieron a casi 800,000, destruyeron total o parcialmente 5.5 millones de hogares y dejaron a 20 millones sin servicios públicos esenciales.

Fue un genocidio. Además de la matanza inmediata de 330,000 civiles en Japón por las bombas atómicas de Hiroshima y Nagasaki, los bombardeos estadounidenses se cobraron la vida de 635,000 personas.

La destrucción de Europa por parte de USA fue un gran logro que benefició decisivamente a ese país para asegurar su supremacía total en el nuevo orden mundial de posguerra. El déficit de los países extranjeros en 1946-47 fue de más de 19,000 mdd. USA, que estaba intacto, ofreció préstamos para iniciar la reconstrucción de Europa como una forma suave de colonización, al tiempo que castigaba severamente a esos países. En palabras del incauto historiador del establishment Arthur S. Link, “el gobierno estadounidense, incluso durante los amargos días de la Reconstrucción, nunca se había vengado tan terriblemente de antiguos enemigos”. El pueblo y las instituciones alemanes fueron reformados “a imagen de USA”.

La Doctrina Truman y, principalmente, el Plan Marshall, fueron los pilares de la política de colonización de Europa por USA después de la 2GM; la primera transformó toda Europa occidental y parte de su sudeste en una enorme base militar estadounidense, a través de la OTAN, que vigilaba la política de esos países. La segunda comenzó como una política clientelista, otorgando dádivas a los europeos hambrientos (11 mil mdd) que luego eran devueltos con intereses [entonces el nombre correcto es “préstamos” y no “dádivas”], iniciando el proceso de dependencia económica, política y social de Europa. Entre 1948 y 1951 se habían gastado otros 12 mil mdd en este concepto.

Combatir la falsa amenaza de la Unión Soviética fue la excusa que encontró el gobierno estadounidense para capturar Europa. “La nación más grande de la tierra”, declaró el republicano Arthur Vandenberg ante el Senado, “tendrá que justificar o abandonar su liderazgo”. Así fue como USA logró superar una crisis de sobreproducción y vender sus bienes y armas, al mismo tiempo que dejaba a los europeos rehenes de sus deudas acumuladas [nada mal para los objetivos del Plan Marshall, aunque nunca se mencione]. Los productos estadounidenses invadieron Europa y la OTAN comenzó a controlar los ejércitos nacionales.

Por un lado, el sometimiento de Europa tras la 2GM se tradujo en un relativo bienestar para la población, lo que se tradujo en estabilidad social. Sin embargo, tras la segunda gran estrategia de colonización estadounidense —la desindustrialización con la imposición de políticas neoliberales en los años 1980 y 1990—, este Estado de bienestar fue desmantelado, dejando a los europeos completamente rehenes de USA.

En todos los países del mundo, el principal organismo responsable de la investigación y el desarrollo científico son las fuerzas armadas. Sin embargo, los ejércitos de Europa se han convertido en vasallos de USA a través de la OTAN y su capacidad se ha reducido para aumentar la de las fuerzas estadounidenses en el continente. El informe encargado por la UE a Draghi destaca las nefastas consecuencias de este sometimiento para Europa.

Según el informe, los europeos gastan la mitad que los estadounidenses en investigación y desarrollo en relación con el PIB, y muchos empresarios europeos prefieren migrar a USA para desarrollar estas actividades. El gasto en I+D en relación con el PIB en la Unión Europea también es inferior al de China, el Reino Unido, Taiwán y Corea del Sur. La UE ya ha sido superada por China en el número de artículos publicados en las principales revistas científicas, y Japón e India le pisan los talones, mientras que USA sigue por delante. La capacidad económica de innovación de Europa también sigue siendo inferior a la de USA y Japón. Ya se ha quedado atrás en el desarrollo de la tecnología digital.

Draghi sugiere una serie de “medidas drásticas” para combatir la creciente brecha entre USA y Europa, según Politico. Sin embargo, es poco probable que estas medidas tengan algún efecto, ya que la política de la UE sigue estando absolutamente alineada (es decir, dependiente) de la de USA y no se han adoptado recientemente medidas significativas que indiquen un camino diferente al seguido en las últimas décadas.

Por eso hay un creciente descontento, no solo entre la gente común de los países del bloque, sino también entre sectores influyentes de las élites políticas y económicas europeas [ya era hora]. El crecimiento de la extrema derecha en Alemania, Francia, Italia, los Países Bajos, Austria, así como la búsqueda de una mayor soberanía por parte de los gobiernos de Hungría y Eslovaquia, son claros reflejos de esta tendencia.

jueves, 21 de noviembre de 2024

Historia Contemporánea, políticamente incorrecta. Parte 2 de 2

 Desatando el Caos

Parte 2 de 2

Por Laura Ruggeri                                                                                     04-Nov-24

FUENTE: https://strategic-culture.su/news/2024/11/04/unleashing-chaos/

 

 

 

El texto [en rojo] NO viene en el original y fue agregado por el equipo de traducción. Igualmente lo destacado en amarillo aparece como texto simple en el original.

Las respuestas a la primera crisis de la hegemonía de USA desató fuerzas que finalmente han erosionado su poder.

 

Parte 2 de 2

Pero volvamos a Gene Sharp. Diez años después de publicar su influyente estudio sobre la “desobediencia civil”, Gene Sharp se alió con Peter Ackerman para fundar la Albert Einstein Institution (que, a pesar de su nombre, no tenía nada que ver con el físico). Ackerman era un banquero que había amasado una fortuna con bonos basura cuando dirigía los mercados de capital internacionales en Drexel Burnham Lambert, un banco de inversión multinacional estadounidense que, a mediados de los años ochenta, se había convertido en la empresa más rentable de Wall Street, con ganancias de 545 millones de dólares sobre ingresos de más de 4.000 millones de dólares antes de declararse en quiebra.

La Albert Einstein Institution (AEI) pronto se integraría al aparato de la red de USA que interfiere en los asuntos de los estados aliados, blanqueando acciones encubiertas, organizando operaciones de cambio de régimen y revoluciones de color en cualquier país considerado un obstáculo para la expansión global del capital angloamericano y su ideología neoliberal.

En 2005, Thierry Meyssan investigó a la AEI y describió su participación en estas operaciones. Desde entonces, la AEI ha seguido desempeñando un papel activo en todas las revoluciones de color que fracasaron o tuvieron éxito en derrocar gobiernos y desestabilizar países soberanos.

Si bien la AEI afirma ser una organización independiente sin fines de lucro, tiene conexiones significativas con la comunidad de defensa e inteligencia de USA. Un consultor destacado de la AEI fue el coronel Robert Helvey, ex decano del Colegio Nacional de Inteligencia de Defensa. Entre los donantes habituales del AEI se encontraban organizaciones financiadas por el gobierno estadounidense, como el Instituto para la Paz, el Instituto Republicano Internacional y la Fundación Nacional para la Democracia (NED), creada en 1983, el mismo año que el AEI.

El objetivo de la NED era servir de grupo paraguas para una red de ONGs de promoción de la democracia, como el Instituto Nacional Demócrata (NDI), el Instituto Republicano Internacional (IRI), el Centro para la Empresa Privada Internacional (CIPE), el Centro para la Asistencia a los Medios Internacionales (CIMA), etc.

Todos los grupos mencionados, y muchos más que han surgido desde entonces, tienen mucho en común. Son tan orgánicos para el imperialismo estadounidense que en 2001 el jefe del Estado Mayor Conjunto, Colin Powell, se refirió a los grupos de derechos humanos y a las ONGs como “multiplicadores de fuerza y ​​una parte importante de nuestro equipo de combate”.

Operan en la zona gris entre el poder duro y el blando —ya no yuxtapuestos sino conceptualizados como un continuo integrado en un marco único— y reciben donaciones deducibles de impuestos de grupos financieros corporativos (a menudo indirectamente a través de los think tanks que controlan), además de financiación estatal. Como las líneas entre las ONGs y el gobierno se difuminan debido a la omnipresente dinámica de “puertas giratorias”, sus miembros tienen el poder de dar forma a la política interna y externa.

George Soros se subió al carro de la revolución de colores no solo por su odio visceral al comunismo y la Unión Soviética. En 1973, cuando el sistema de Bretton Woods y los tipos de cambio fijos llegaron a su fin, Soros cofundó el Soros Fund Management (más tarde rebautizado como Quantum Fund). De 1973 a 1980, la cartera ganó un 4.200%, mientras que el S&P avanzó alrededor del 47%. En un libro que publicó en 1987, La alquimia de las finanzas, Soros expuso su “teoría de la reflexividad”, destacando que los participantes del mercado no sólo responden a la información, sino que también pueden influir en la “realidad” del mercado con sus creencias, sesgos, deseos y acciones, creando así bucles de retroalimentación que impulsan los mercados, pero también ciclos de auge y caída. “En los mercados financieros, las expectativas sobre el futuro tienen una influencia en el comportamiento presente. Pero incluso allí, debe activarse algún mecanismo para que el sesgo de los participantes afecte no sólo a los precios del mercado, sino también a los llamados fundamentos que se supone que determinan los precios del mercado (…) El pensamiento de los participantes, precisamente porque no está regido por la realidad, es fácilmente influenciado por las teorías. En el campo de los fenómenos naturales, el método científico es eficaz sólo cuando sus teorías son válidas; pero en cuestiones sociales, políticas y económicas, las teorías pueden ser eficaces sin ser válidas [siempre y cuando sus promotores sean suficientemente influyente$]. Mientras que la alquimia ha fracasado como ciencia natural, la ciencia social puede tener éxito como alquimia. El proceso histórico, tal como lo veo, está abierto. Su principal fuerza motriz es el sesgo de los participantes”. [4]

Aunque es bien sabido que la psicología que subyace a los movimientos del mercado es una compleja interacción de sesgos emocionales y cognitivos, Soros no se limitó a aprovechar estos sesgos para manipular los mercados, sino que su ambición era manipular los procesos históricos mediante la “alquimia social”. En varias entrevistas, Soros explicó que se guiaba exactamente por la misma filosofía en sus “actividades filantrópicas” en Europa del Este y en los mercados financieros.

Para ello, financió un ejército de activistas sociales y políticos que participarían en revoluciones de colores, financiarían partidos, medios de comunicación, se infiltrarían y presionarían en instituciones educativas, gobiernos y organizaciones supranacionales a través de sus ONGs. La utilización de los derechos humanos como arma, la explotación de los agravios internos y el apoyo a fuerzas ultraliberales y progresistas profundizaron las divisiones en la sociedad y lograron el tipo de polarización partidista e ideológica que desataría el caos no sólo en los países donde Washington buscaba un cambio de régimen, sino también en USA. Los resultados de la “alquimia social” de este aprendiz de brujo están a la vista de todos.

Sin embargo, para los financieros parásitos como Soros, las crisis son sólo una oportunidad para aumentar su poder y llenarse los bolsillos. Los fondos de cobertura se benefician de la inestabilidad geopolítica y la volatilidad del mercado de valores. El caos político y los ciclos de auge y caída son su pan de cada día porque, cuando los inversores están preocupados, quieren estar cubiertos.

 

Quien siembra vientos, cosecha tempestades

La desestabilización del orden monetario y del orden mundial posterior a 1945 a través de las revoluciones de colores sentaron las bases para la globalización liderada por USA y dieron impulso a la financiarización de la economía estadounidense. En los años 1970s y 1980s presenciamos la creciente eliminación de los controles de capital por parte de los gobiernos nacionales en todo el mundo, y en USA la erosión gradual de la Ley Glass-Steagall (1933) que, en respuesta a la crisis bancaria, había impuesto la separación de la banca comercial y de inversión. Dicha Ley finalmente sería derogada en 1999.

El giro hacia el neoliberalismo produjo la descentralización estatal que Sharp, Soros y otros de su calaña favorecían. En una sociedad capitalista, cuando se transfiere la autoridad y la responsabilidad de las principales funciones gubernamentales a la “sociedad civil” y al sector privado, no se fortalece la democracia, sino que se transfiere el poder a las corporaciones multinacionales, a los diversos clanes oligárquicos supranacionales y a los grupos de presión [la mentira de la “autorregulación” de los mercados, abusando de la imaginaria perfección de los mercados].

Bajo la presión de las relaciones capitalistas, todo lo que es sólido se desvanece en el aire, todo lo que es sagrado es profanado, parafraseando a Marx. La reducción de todas las relaciones humanas al “nexo del dinero en efectivo” en una sociedad cada vez más mercantilizada y comercializada significa que las costumbres, las prácticas y las instituciones en las que las personas han confiado o que han valorado en términos no comerciales dejan de existir o permanecen sólo como parodias de sí mismas o abstracciones vacías. En poco tiempo, el sistema engendra una nueva especie: Marx la llama “una nueva aristocracia financiera, una nueva variedad de parásitos en forma de promotores, especuladores y directores nominales, todo un sistema de estafas y engaños mediante la promoción de corporaciones, la emisión de acciones y la especulación bursátil”. Marx sabía en la década de 1860 que la ley general de la acumulación capitalista podía ser modificada por muchas circunstancias, pero en todos los casos “se deducía que, a medida que el capital se acumula, la situación del trabajador, sea alto o bajo, su salario, debe empeorar” [5]. Y ahí es donde estamos ahora.

El nuevo régimen dólar-Wall Street [6], para tomar prestada la definición de Peter Gowan, dio origen a una clase rentista parásita que se beneficiaría del caos porque estaba bien posicionada para aprovechar cualquier crisis para aumentar su poder. Esta clase tenía un interés creado en desestabilizar y derrocar a los gobiernos que resistieran la larga marcha del neoliberalismo y su sustento ideológico. Y para este propósito se unió a los aparatos de inteligencia angloamericanos, creó una red alucinante de ONGs y centros de investigación para promover sus objetivos, crear clientela y repartir favores.

Una vez que la Unión Soviética se derrumbó, el régimen del dólar-Wall Street identificó en los Estados-nación el nuevo obstáculo para un imperio mundial capitalista, con USA ocupando sus puestos de mando, imponiendo sus reglas [a los demás], [pero] burlándose de ellas o adaptándolas para satisfacer sus intereses percibidos.

Impulsado por la impresión de dinero y una deuda insostenible, USA parece superficialmente rico, pero en realidad se tambalea al borde del abismo. Bajo el manto de la “expansión y contracción”, se han instalado la podredumbre y la decadencia, y la clase rentista parasitaria ha debilitado a su anfitrión. Es cierto que USA sigue tratando de superar sus posibilidades, pero el equilibrio de poder global ya ha cambiado.

El incumplimiento por parte de USA de las convenciones multilaterales cada vez que estas interferían con sus intereses es un indicador de debilidad, no de fortaleza. Los dobles raseros y la hipocresía flagrante han erosionado la legitimidad estadounidense.

Las corporaciones, los institutos financieros, las ONGs y los medios de comunicación estadounidenses se convirtieron en parte integral de la globalización liderada por USA a medida que desarrollaban un paradigma de gobernanza multifacético que se extendía a todos los sectores de la sociedad. Hace más de cien años, basándose en el análisis del capitalismo rentista proporcionado por economistas tanto marxistas como liberales, Lenin llegó a las siguientes conclusiones: “El monopolio bajo el capitalismo nunca puede eliminar por completo, y durante un período muy largo, la competencia en el mercado mundial. La tendencia al estancamiento y la decadencia, que es característica del monopolio, sigue operando, y en algunas ramas de la industria, en algunos países, durante ciertos períodos de tiempo, gana la partida. La exportación de capital, una de las bases económicas más esenciales del imperialismo, aísla aún más completamente a los rentistas de la producción y establece el sello del parasitismo en todo el país que vive de la explotación del trabajo de varios países de ultramar”.

Irónicamente, lo que parecía una expresión de poder, monopolio y dominio del dólar, resultó en la erosión de ese mismo poder. Se ha permitido que los grupos privados y sus intereses den forma a la política nacional y exterior, pero no pueden desarrollar una gran estrategia que permita a USA apuntalar su menguante hegemonía.

USA atraviesa ahora otra crisis después de haber superado la de los años setenta mediante la financiarización de su economía, la deslocalización de la producción industrial, la expansión geopolítica mediante la guerra convencional e híbrida y la militarización del dólar. Se han alcanzado los límites de esa estrategia y las potencias ascendentes han demostrado una mayor resistencia y un mayor poder de atracción de lo que USA imaginaba. La crisis financiera mundial de 2008 no sólo reveló la debilidad de la hegemonía estadounidense, sino también la relativa fortaleza que había adquirido la economía china. Esta fortaleza, combinada con la cohesión social, el énfasis en la cooperación de beneficio mutuo con los socios extranjeros en lugar del control y la dominación, la imposición de reglas arbitrarias y dictados ideológicos, resultó particularmente atractiva. En el año siguiente a la crisis financiera de 2008, Brasil, Rusia, India y China celebraron la primera cumbre de líderes en Rusia bajo el nombre de BRIC y Sudáfrica se unió a ellos en 2010. El enfoque inicial de los BRICS fue mejorar la situación económica mundial y reformar las instituciones financieras. Como estos cinco países compartían una visión de no-interferencia y un compromiso con una verdadera forma de multilateralismo en la que los países sean socios iguales, gradualmente aumentaron su cooperación y atrajeron al grupo a países emergentes que también abogaban por una reforma de la gobernanza global y un orden mundial más justo.

Esta nueva realidad de países soberanos decididos a defender sus intereses nacionales contrasta con la tesis neoliberal errónea del capitalismo transnacional en el que la interdependencia y las cadenas globales integradas superarían la rivalidad entre los estados nacionales [eso era la propaganda. En realidad los capitalistas transnacionales, siendo apátridas, le dan prioridad a sus propios intereses y relegan los intereses de los estados nacionales]. Los países del Sur Global rechazan esta tesis porque entienden que la dilución de su soberanía no conduce a la paz [ni a la prosperidad], sino de hecho al neocolonialismo: su subordinación a los intereses de las finanzas occidentales y las corporaciones multinacionales. Ahora que el neoliberalismo ha mostrado su naturaleza totalitaria y la antigua potencia hegemónica se ha disparado en el pie al utilizar el dólar como arma y recurrir a la doble moral, la coerción, la guerra y el caos para imponer sus reglas y antivalores, resulta difícil ver cómo USA puede seguir reivindicando el liderazgo internacional.

La actual crisis de legitimidad es mucho más grave que las que USA ha atravesado antes: la desdolarización está sacudiendo uno de los pilares principales de su poder y está reconfigurando la economía global. El impacto se sentirá con mayor intensidad en USA [¡Claro! Porque desde Bretton Woods USA ha estado viviendo a costa del resto del mundo, pagando sus consumos con papelitos verdes cuyo costo es irrisorio. Si el dólar deja de ser aceptado, ahora USA tendrá que pagar sus consumos con esfuerzo y con bienes reales, como todos los demás países], donde es probable que la desdolarización conduzca a una amplia depreciación y a un rendimiento inferior al del resto del mundo de los activos financieros estadounidenses.

 

 

Notas

[1] Martha L. Phelps, A History of Military Contracting in the United States, en The Routledge Research Companion to Outsourcing Security, 2016

[2] Vladimir Lenin, Imperialism, the Highest Stage of Capitalism, 1916

[3] Giovanni Arrighi, The Long Twentieth Century: Money, Power and the Origins of Our Time, 2010

[4] George Soros, The Alchemy of Finance, 1987

[5] Karl Marx. Capital Vol.1

[6] Peter Gowan, The Global Gamble: Washington’s Faustian Bid for World Dominance, 1999

jueves, 14 de noviembre de 2024

Historia contemporánea políticamente incorrecta

 

Desatando el Caos.

Parte 1 de 2.

Por Laura Ruggeri                                                                                     04-Nov-24

FUENTE: https://strategic-culture.su/news/2024/11/04/unleashing-chaos/

 

 

El texto [en rojo] NO viene en el original y fue agregado por el equipo de traducción. Igualmente lo destacado en amarillo aparece como texto simple en el original.

Las respuestas a la primera crisis de la hegemonía de USA desató fuerzas que finalmente han erosionado su poder.

 

Gene Sharp, considerado por muchos el padrino de las revoluciones de colores, publicó su primer libro, The Politics of Nonviolent Action (La política de la acción no violenta), en tres volúmenes, en 1973, en un momento en que USA se encontraba sumido en una serie de crisis (económicas, políticas y militares) que erosionaban la confianza en su gobierno a nivel interno y frustraban sus ambiciones geopolíticas. La respuesta a esas crisis (la expansión de su hegemonía mediante la guerra convencional e híbrida, a menudo subcontratada a actores no estatales, la financiarización de la economía y el uso del dólar como arma) marcó el rumbo de las décadas siguientes.

Después de cincuenta años, está muy claro que, si bien estas respuestas perturbaron el orden global de posguerra y llevaron al “momento unipolar” de USA, no hicieron nada para resolver cuestiones sistémicas y estructurales. En todo caso, estas “soluciones” crearon más problemas, y más insolubles, para la potencia hegemónica, que culminaron en la crisis de legitimidad que enfrenta actualmente USA.

La política de la acción no violenta se basó en una investigación, financiada por el Depto de Defensa de USA, que Sharp había llevado a cabo mientras estudiaba en Harvard a finales de los años 1960s, cuando la universidad era el epicentro del establishment intelectual de la Guerra Fría (Henry Kissinger, Samuel Huntington y Zbigniew Brzezinski enseñaban allí). A primera vista podría parecer contradictorio que el tema de investigación de Gene Sharp atrajera el interés tanto del Pentágono como de la CIA.

De hecho, no es nada sorprendente: la derrota y las pérdidas sufridas en Vietnam habían dejado una herida profunda en la psique estadounidense, y a nivel internacional esta brutal agresión imperialista había alimentado un fuerte sentimiento antiamericano. Además, a medida que la hegemonía estadounidense comenzaba a decaer, crecían los temores sobre el costo económico de la carrera armamentista con Moscú.

La teoría de Sharp y las directrices prácticas para su implementación parecían proporcionar la solución que Washington buscaba para reforzar su poder y socavar a su rival geopolítico, ideológico y militar, la Unión Soviética.

Sharp, que más tarde sería descrito como el “Clausewitz de la guerra no violenta”, ofreció una alternativa a la visión dominante de que la seguridad y la defensa debían ser proporcionadas por el Estado. Ya en la década de 1960, el poder ejecutivo había alentado la subcontratación de funciones no inherentemente gubernamentales a empresas privadas. La práctica aumentaría gradualmente y eventualmente se extendería a las funciones militares: al final de la Guerra Fría, la contratación militar explotó. Se volvió tan frecuente que The New York Times calificó a los contratistas como la cuarta rama del gobierno [1].

La estrategia y las tácticas esbozadas por Sharp permitirían a USA convertir en armas a las fuerzas sociales detrás de la Cortina de Hierro sin desencadenar un conflicto militar, una opción considerada demasiado peligrosa ya que la Unión Soviética tenía miles de ojivas nucleares. Pero lo más importante es que la tarea de capturar a las élites intelectuales, incitar la división y realizar la infiltración ideológica podría ser subcontratada a actores no estatales como ONG, organizaciones de medios de comunicación, grupos de presión, grupos religiosos, agencias de ayuda y comunidades de diáspora transnacional [y de ese modo, evadir su responsabilidad]. A medida que el número de interesados ​​y sus agendas aumentaron, también lo hizo su participación en la configuración de la política nacional y exterior de USA. Pero, como dice el refrán, demasiados cocineros en la cocina estropean el caldo.

En aquellos años, Washington se enfrentaba a otro desafío formidable a sus ambiciones hegemónicas. Una balanza de pagos negativa [eso fue un riesgo calculado; R. Triffin demostró en 1968 que ésa era una consecuencia necesaria para una moneda que va a utilizarse como reserva internacional], la creciente deuda pública contraída durante la guerra de Vietnam y la inflación monetaria de la Reserva Federal hicieron que el dólar se sobrevaluara cada vez más. La sangría de las reservas de oro estadounidenses culminó con el colapso del Pool del Oro de Londres en marzo de 1968. En 1970, USA había visto deteriorarse su cobertura de oro del 55% al ​​22%. En 1971, se imprimían cada vez más dólares en Washington de los que se bombeaban al exterior. ¿Le suena familiar?

Los dirigentes estadounidenses decidieron acabar con el dólar respaldado por el oro y revolucionar así el sistema de gestión monetaria conocido como Bretton Woods.

El sistema de Bretton Woods había garantizado durante más de dos décadas el crecimiento económico y una relativa escasez de crisis financieras, pero durante la mayor parte de los años 1960s el dólar había luchado por mantener la paridad con el oro y contener el creciente poder económico de Alemania y Japón. En la reunión del G-10 en Roma en noviembre de 1971, el secretario del Tesoro de USA, John Connally, dijo a sus homólogos: “El dólar es nuestra moneda, pero vuestro problema”. Esta flagrante expresión de arrogancia marcó el tono y describió acertadamente lo que se convertiría en un privilegio exorbitante.

En 1973, cuando el dólar pasó a tener tipos de cambio flotantes, su valor cayó un 10%. Unos años más tarde, en su libro La alquimia de las finanzas, George Soros se regodeó de esta “revolución”: “Los tipos de cambio fueron fijos hasta 1973; posteriormente, se convirtieron en un campo fértil para la especulación”. Por cierto, el prefacio de este libro fue escrito por Paul Volcker, subsecretario del Tesoro para Asuntos Internacionales de 1969 a 1974, quien había desempeñado un papel importante en la decisión del presidente Nixon de suspender la convertibilidad del dólar en oro.

La decisión unilateral de hundir [¿hundir?, dirás afinanzar] el orden de Bretton Woods estableció firmemente al dólar estadounidense como la moneda de elección para las reservas internacionales en muchos bancos centrales, y elevó [más bien, confirmó] la deuda estadounidense a la condición de dinero internacional de facto. Este nuevo régimen basado en tipos de cambio flotantes globales aumentó los movimientos de capital pero restringió las opciones políticas de los principales países: bajo la enorme presión de los flujos de capital, se vieron obligados a aceptar políticas monetarias conservadoras y a abolir las políticas fiscales expansionistas keynesianas [según le conviniera a USA].

Bajo el nuevo régimen, a USA, a diferencia de otros países, se le permitió endeudarse masivamente e imprimir dinero para capear las crisis económicas [todo lo cual no parece precisamente el ‘hundimiento” del orden de Bretton Woods, y cuando el exceso de liquidez hizo subir la inflación global, la Reserva Federal subió las tasas de interés y endureció la política monetaria. Esta medida ampliaría la brecha de tipos de interés con otros países, atrayendo así capital internacional a Wall Street [¡la pura vida!]. Desde 1973, USA ha abusado de su privilegio de imprimir la principal moneda de reserva mundial y ha utilizado el dólar como arma. Era sólo cuestión de tiempo antes de la inevitable reacción.

 

Los aprendices de brujo

Debido a la división de los campos académicos en disciplinas distintas, cada una con su propio enfoque de investigación, hasta ahora nadie ha notado la extraña coincidencia de acontecimientos que he esbozado brevemente. La publicación de la primera obra de Gene Sharp, acertadamente descrita como un manual de campo de la guerra híbrida, coincidió con el fin de Bretton Woods [ningún fin, más bien afianzó su supervivencia], un punto de inflexión que dio un nuevo impulso a la financiarización de la economía estadounidense. Las finanzas se "liberaron" de cualquier conexión funcional con la economía real, convirtiéndose en una fuente de gran riqueza procedente de la especulación, pero también en el gran desestabilizador de la economía nacional y mundial.

Quienes tenían un interés personal en esta “liberación de la economía” invirtieron millones de dólares en la “liberación del comunismo” y en la preparación de nuevas élites que pondrían fin a las economías y políticas controladas del Bloque del Este. La caída del Muro de Berlín condujo a lo que George Soros llamó un “período explosivo de crecimiento” para su fondo de cobertura.

Aunque una sola coincidencia podría descartarse como casualidad, cuando múltiples coincidencias se alinean, sugieren un patrón subyacente. [«Mr Bond, hay un dicho en Chicago que dice: Una vez, es casualidad; dos veces, es coincidencia; tres veces, es acción enemiga». Diálogo de Goldfinger con Bond, en “007 vs Goldfinger” (1964)]. Una vez que lo notamos, podemos descubrir un bucle de refuerzo, secuencias de causas y efectos mutuos.

 

La demolición del orden monetario internacional existente, posibilitada por la desaparición de Bretton Woods, marcó un punto de inflexión: la estructura de la economía, la distribución de la riqueza y la distribución del poder cambiaron drásticamente. Mientras las grandes empresas multinacionales y el capital financiero organizaban una toma del poder político, los intereses de los trabajadores y de la clase media fueron relegados a un segundo plano. El predominio del dólar en el sistema financiero global condujo a una era de hiperglobalización caracterizada por la primacía del capitalismo de accionistas, con la desregulación y la privatización actuando como sus sirvientes.

Si no se lo controla, el capital es naturalmente descontrolado [o sea, la autorregulación de los mercados preconizada por la «escuela austríaca de economía» (von Mises, Hayek, Rothbard), es un argumento engaña-pentontos] y expansionista, siempre busca maximizar las ganancias. Una vez que el dinero se volvió virtualmente gratuito y los riesgos de inversión podían compensarse fácilmente, fue a buscar oportunidades de inversión en el extranjero, reubicó la producción y las cadenas de suministro, dejando tras de sí un largo rastro de devastación socioeconómica.

Como señaló Vladimir Lenin hace más de un siglo, “La superestructura no económica que crece sobre la base del capital financiero, su política y su ideología, estimula la lucha por la conquista colonial. Como hablamos de política colonial en la época del imperialismo capitalista, hay que observar que el capital financiero y su política exterior, que es la lucha de las grandes potencias por el reparto económico y político del mundo, dan lugar a una serie de formas transitorias de dependencia estatal (…) La exportación de capital, una de las bases económicas más esenciales del imperialismo, aísla aún más completamente a los rentistas de la producción y pone el sello del parasitismo en todo el país que vive de la explotación del trabajo de varios países de ultramar”.

Giovanni Arrighi abordó críticamente la teoría leninista del imperialismo, aclaró algunas de sus ambigüedades y observó que es virtualmente la única teoría del marxismo a la que los economistas no marxistas prestan seria consideración. Arrighi [3] explicó que siempre que una fase previa de expansión capitalista comercial/industrial alcanza una meseta, el predominio del capitalismo financiero es un fenómeno recurrente y de largo plazo. Mientras que a mediados de siglo la corporación industrial había desplazado al sistema bancario como el principal símbolo económico del éxito, el crecimiento de los derivados y de un nuevo modelo bancario a finales del siglo 20 marcó el comienzo de un nuevo período de capitalismo financiero.

El declive relativo tanto de la hegemonía estadounidense como de su economía central en la década de 1970 obviamente había alarmado a las élites estadounidenses. La producción de ganancias a partir de la manipulación y la expansión global del capital financiero prometía resolver la crisis tanto del Estado como del capital al reforzar la hegemonía estadounidense, pero al convertirse en el sector más grande y rentable de la economía, mantendría al gobierno como rehén de sus intereses. El éxito de la política monetaria llevó a que fuera el principal método con el que los responsables de las políticas intentaron abordar los problemas económicos. Esto, a su vez, facilitó la creciente financiarización de la economía estadounidense y el movimiento de capital estadounidense al exterior junto con su implacable desindustrialización en USA.