Carta abierta al
deshonorable Ban Ki-Moon
por Hassan Hamade
Red Voltaire | Beirut (Líbano) |
2 de febrero de 2012
FUENTE: http://www.voltairenet.org/article172603.html
El secretario general de las Naciones Unidas, Ban Ki-moon, vino a
visitar Líbano y preparar una posible acción de la OTAN contra Siria. Demasiado
ocupado en conspirar contra la paz que debería defender, olvidó informarse
sobre las violaciones de la soberanía libanesa que Israel comete diariamente.
En una carta abierta publicada por la prensa libanesa, el pensador árabe Hassan
Hamade interpela al Sr. Ban y a su representante, el Sr. Rød-Larsen, para
recordarles que ellos mismos, lejos de encarnar los principios que predican, no
son otra cosa que dos sinvergüenzas culpables de corrupción.
Señor secretario general,
Al escuchar
su discurso, en Beirut, sobre la absoluta necesidad de realizar reformas, «porque la llama de la libertad encendida en
Túnez ya no ha de apagarse», pensé enseguida en una personalidad sueca
célebre por su integridad, por su transparencia y su credibilidad en materia de
reformas. Me refiero a la señora Inga-Britt Ahlenius, quien fue secretaria
general adjunta de la ONU, responsable de la «United Nations Office of Internal
Oversight Services (OIOS)», oficina cuya misión consiste en garantizar el buen
funcionamiento de los servicios del «gran
trasto» [Término utilizado por De Gaulle para referirse a la ONU. Nota del
Traductor.], particularmente en el sector de las finanzas, cargo que ejerció
durante el mandato de usted.
Usted sabe
perfectamente, señor secretario general, que la señora Ahlenius, cuyo
itinerario profesional fue siempre irreprochable, tanto en Suecia como en el
aparato administrativo de la ONU, redactó un informe de unas 50 páginas sobre
el estado de la organización en el sector de las finanzas, y sobre el uso de
los fondos públicos en los presupuestos de los diferentes servicios.
Ese informe
lo señala a usted como principal responsable de los abusos financieros
cometidos sobre todo en el servicio que usted mismo dirige, lo señala a usted
como responsable de la falta de transparencia, y llega incluso a decir: «señor, su acción no tiene precedentes (…)
Usted se merece algo más que una condena»
Habilitada,
debido al cargo que ocupaba, para dirigir la guerra contra la corrupción en el
seno de la ONU y vigilar el buen funcionamiento de los servicios, la señora
Ahlenius escribe que tiene la certeza de que está usted implicado en el
desorden financiero y en la total falta de transparencia que caracteriza la
administración que usted mismo dirige: «La
acción de usted careció de transparencia y no respetó las reglas de auditoría»,
señala la señora Ahlenius. Y concluye: «Siento tener que decir que la secretaría general entra en una fase de
descomposición, que está desmoronándose por completo y yo diría incluso que ya
no hay manera de salvarla».
Usted observó
un mutismo total ante ese informe. Sin embargo, a pesar de haberlo ignorado por
completo, usted ordenó incluso que lo retiraran de la página web de la ONU,
sólo 48 horas después de su puesta en línea [la Red Voltaire ha logrado
conseguir ese documento y usted podrá descargarlo a través del vínculo que
aparece al final de esta página].
Si hemos
logrado conocer la existencia de ese informe ha sido únicamente gracias a unos
pocos periodistas que llegaron a verlo, pero que no le dieron el acompañamiento
mediático que realmente merecía, y que ni siquiera lo interrogaron a usted
sobre ese tema, quizás por temor a desencadenar un proceso que podía abrir el
expediente de la corrupción generalizada que reina en el seno de su
administración en detrimento de los intereses de los pueblos del mundo.
Recuerde
usted, señor secretario general, que la señora Ahlenius, justo después volver a
su país natal, y en respuesta a la publicación, en agosto de 2010, de ese
informe, con el que coronó su mandato de 5 años, le dedicó a usted un libro que
escribió junto al periodista sueco Niklas Ekdal.
En esa obra,
titulada «Señor Suerte», el deterioro de la ONU bajo la
dirección de Ban Ki-moon [1], los autores detallan los numerosos abusos que
están privando a la ONU de un mínimo vital de credibilidad.
Los autores lo califican a usted
de incompetente y corrupto, lo cual implica un enorme descrédito para todo el
conjunto de la actividad profesional de usted.
Señor secretario general,
Ese libro, al
igual que el informe, fue blanco de ataques silenciosos, que contribuyeron a
acallar totalmente la repercusión que debió haber tenido en el plano mediático.
Bien conoce usted cuáles las fuerzas ocultas que luchan contra la verdad que
defiende la señora Ahlenius. Son las mismas que lo protegen a usted, señor
secretario general.
¿Cómo se
atreve usted a hablar de reformas siendo usted mismo un ladrón?
Quizás no
esté usted acostumbrado a oír críticas tan directas, tan enérgicas y tan
reales, pero va a tener que acostumbrarse. Desde el punto de vista moral, no
está usted en lo absoluto en posición de dar lecciones de reformas a nadie.
Sería interesante aprovechar la referencia que usted mismo hace a las reformas
para exigir que estas se apliquen, en primer lugar, a la ONU. El primer paso en
esa dirección exigiría que usted mismo fuese interrogado por una comisión
investigadora, habilitada para enviarlo ante un tribunal competente. El mundo
necesita un nuevo Nuremberg para juzgar los delitos de corrupción y el saqueo
de los bienes de los pueblos. ¿Qué piensa usted de eso?
Los bienes públicos
que, según la señora Ahlenius, ha utilizado usted ilegalmente, pertenecen a los
pueblos del mundo, cuyos gobiernos financian la organización que usted dirige y
pagan los salarios de usted mismo y de todo el personal de la ONU.
De paso, es interesante ver que
los gobiernos que tratan de conformar un bloque de resistencia contra el
control que Estados Unidos ejerce sobre los mecanismos de la ONU, y que lo
acusan a usted de actuar como un agente pagado por Washington, evitan sin
embargo reclamar la creación de una comisión investigadora sobre las
acusaciones de la señora Ahlenius contra usted. ¡Y ahora resulta que se
invierten los papeles y que es usted quien les da a ellos lecciones sobre las
reformas!
Señor secretario general,
Horas antes
de su llegada a Beirut, nos prometía usted la nominación de un nuevo fiscal
general para el Tribunal Especial para Líbano (TEL), para reemplazar así al
juez Daniel Bellemarre, que presentó su demisión.
Díganos
entonces, ¿qué tipo de jueces podría nombrar una persona tan impugnada como
usted? ¿Qué podemos esperar de una justicia administrada por jueces que hayan
aceptado ser nombrados por una persona que ha sido sorprendida robando por su
propio secretario general adjunto?
¿Acaso es ese «el más alto grado de profesionalismo y de
transparencia» que nos prometió el difunto presidente Antonio Cassese?
Señor secretario general,
¿En nombre de
qué sabiduría ha guardado usted silencio ante las acusaciones formuladas por la
señora Ahlenius? ¿Califica usted acaso como «crimen
de honor» o como «crimen político»
el hecho de dilapidar un dinero que no le pertenece?
¿O prefirió usted callarse por
temor a que el mundo entero tenga conocimiento de la existencia de esas
acusaciones?
Por una primavera en el seno de la ONU
Imaginemos, por
el contrario, que cierta cantidad de países exigiesen la creación de una
comisión investigadora y que se confirmaran las pruebas de la culpabilidad de
usted y de otros dirigentes de la ONU.
¿No
estaríamos entonces a las puertas de un período que justificaría la
denominación de «Primavera de las
Naciones Unidas»?
Terje Rød-Larsen tuvo que renunciar a sus funciones ministeriales en Noruega
porque había falsificado sus declaraciones fiscales eludiendo así el pago de
impuestos durante 10 años. En reconocimiento de sus habilidades como
falsificador, se le otorgó un cargo en la ONU.
Terje Rød-Larsen, el
falsificador
Señor,
Parece que la
fidelidad que usted profesa a sus propios protectores se manifestó a través de
la presencia en Beirut, entre sus acompañantes, del coordinador en Líbano,
señor Terje Rød-Larsen.
Ese señor se
niega a reconocer que Israel, país que él que considera su segunda patria, ha
acumulado más de 10 000 violaciones flagrantes de las resoluciones de la ONU,
desafiando así ante el mundo entero la organización que usted dirige.
El señor Rød-Larsen
habla «de incursiones» y no «de actos de guerra de agresión». Es
enorme la diferencia entre ambos términos ya que, según la sentencia del juicio
de Nuremberg, la guerra de agresión es «el
crimen internacional supremo» y quienes lo cometen se exponen a ser
acusados de crimen de guerra ante la justicia internacional.
¿Será que, al
igual que el gobierno libanés y la delegación permanente del Líbano ante la
ONU, ignora usted la diferencia entre «incursión» y «actos de guerra de
agresión»?
Es evidente
en todo caso que su coordinador en el Líbano, el señor Rød-Larsen, no ignora la
diferencia entre ambos términos. Pero oculta esa realidad para evitar toda
referencia al crimen internacional supremo porque la consecuencia no podría ser
otra que una acusación contra los dirigentes israelíes por crimen de guerra, lo
cual, aún sin entrar a tener en cuenta que son reincidentes, agrava la
responsabilidad criminal de dichos dirigentes, sobre todo ante el hecho que el
número de sus «actos de guerra de agresión» ha batido todos los récords en los
anales de las guerras y conflictos.
A eso me
limitaré, señor secretario general, excusándome por no terminar mi carta a
usted con la presentación de mis respetos y de mi consideración, quedo a la
espera de los resultados de una verdadera investigación sobre el informe y el
libro de la señora Inga-Britt Ahlenius, a quien expreso toda mi consideración y
mi más profundo respeto.
Hassan Hamade
Fuente
As-Safir (Líbano)
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