¿El Caos Ilimitado es el Objetivo Deseado por USA-Israel en el Medio Oriente?
La Brutal Lógica Imperialista [¿de quién realmente?]
Por THOMAS S. HARRINGTON 17-Jun-14
FUENTE:
http://www.counterpunch.org/2014/06/17/is-open-ended-chaos-the-desired-us-israeli-aim-in-the-middle-east/
El texto [en rojo] no aparece en el original y fue
agregado por el equipo de traducción.
Durante la última
semana hemos visto a milicias sunnitas tomar el control de cada vez más amplias
franjas en Siria oriental y en Iraq occidental. En los principales medios de
comunicación, el análisis de esta realidad emergente ha sido predeciblemente
idiota, centrándose básicamente en si:
a) Debe culparse a Obama por esto al haber retirado las tropas de USA en
cumplimiento al Acuerdo de Status de Fuerzas (SOFA, por sus siglas en inglés)
del 2008, negociado y firmado por Bush.
b) Obama es “suficientemente hombrecito” para supuestamente resolver el
problema regresando al país y matando más gente y destruyendo cualquier cosa
que quede de la infraestructura del país.
Ésta cínica discusión
fabricada ha generado una multitud de inteligentes réplicas en los márgenes del
sistema de medios masivos de comunicación. Estos ensayos, escritos por gente
como Juan Cole, Robert Perry, Robert Fisk y Gary Leupp, hacen un buen trabajo
al explicar las decisiones de USA que han conducido a la presente crisis,
mientras simultáneamente nos recuerdan cómo todo lo que ocurre hoy era
fácilmente previsible ya en el 2002.
Lo que ninguno de ellos
hace, sin embargo, es considerar si el caos que ahora se desarrolla en la
región puede, de hecho, ser el objetivo deseado de los planeadores de la
política en Washington y Tel Aviv.
Más bien, cada uno de
estos analistas supone que los eventos desarrollándose en Siria e Iraq son resultados no-deseados generados por
miopes tomas de decisión en los más altos niveles del gobierno de USA en los
últimos 12 años.
Examinando los equipos
de política exterior de Bush y Obama —sin duda los más frívolos e
intelectualmente perezosos de esa especialidad que han ocupado la Casa Blanca
en los años transcurridos desde la 2GM— es fácil ver cómo llegaron a esa
conclusión.
Pero tal vez una razón
aun más convincente para adoptar esta postura analítica es que permite a estas
gentes de claras tendencias progresistas mantener una de las más consagradas,
aunque a menudo tácita— creencias de la visión mundial anglo-sajona.
¿Cuál es (dicha
creencia)?
La idea de que nuestros involucramientos con el mundo
fuera de nuestras fronteras —a diferencia de, digamos, los rusos o los chinos—
están motivados por un profundo, aunque a menudo corrupto, deseo de mejorar las
vidas de aquellos países que invadimos.
Mientras que esta
creencia parece lógica, si no absolutamente auto-evidente dentro de nuestro
propio sistema cultural, francamente resulta risible para muchos, si no es que
para la mayoría, de los millones de gentes que han crecido fuera de nuestra
moralizante cámara de ecos.
¿Qué saben ellos que la
mayoría de nosotros no sabemos, o tal vez más exactamente, no nos importa
admitir?
Primero, que somos un
imperio, y que todos los imperios son, sin excepción, brutal y
programáticamente egoístas.
Segundo, que una de las
principales metas de todo imperio es fomentar una continua guerra civil en los
territorios cuyos recursos y/o puestos estratégicos avanzados codician.
Tercero, que el modo
más eficiente de encender tales guerras civiles ilimitadas es destrozar la
matriz social y la infraestructura física del país puesto en la mira.
Cuarto, que la actual
agitación tiene el beneficio adicional de justificar el mantenimiento y
expansión de la máquina militar que alimenta las fortunas financieras y
políticas de la élite metropolitana.
En resumen, lo que la
mayor parte del mundo entiende (y que aun los más “prestigiosos” analistas
anglo-sajones parece que no pueden admitir) es que el «divide y vencerás» está
muy cerca de ser un recurso universal del juego imperial y que es, por tanto,
tan importante tener en mente hoy como lo era en tiempos de Alejandro Magno,
Julio César, los conquistadores españoles y el Raj británico. [Sí, de hecho, los ancestros de la élite globalista actual han practicado
constantemente esta estrategia desde hace varios siglos].
Para aquellos —que
sospecho todavía hay muchos por allí— que todo esto les parece demasiado arreglado
o demasiado conspirativo, sugeriría
una cuidadosa lectura comparativa de:
a) el manifiesto “Clean Break” (Reinicio o Inicio en Limpio) producido por el
Instituto de Estudios Políticos y Estratégicos Avanzados (IASPS, por sus siglas
en inglés) en 1996. Dicho instituto tiene su sede en Jerusalén.
b) el artículo “Reconstruyendo las Defensas de USA” publicado por PNAC
(Project for a New American Century= Proyecto para un Nuevo Siglo
Estadounidense) en el 2000, un grupo estadounidense con profundísimos vínculos
personales e institucionales con el anterior think tank israelí, y con el
ascenso de George Bush Jr a la Casa Blanca, al más exclusivo tabernáculo del
aparato de la política exterior de USA.
c) El «Plan de Oded Yinon», publicado en 1982 (“Una estrategia para Israel en
los 1980s”).
Lean el razonamiento imperial de sangre fría de
Háganlo ahora, después
de la sistemática destrucción realizada por USA de Iraq y Libia —dos países
notablemente ricos en petróleo cuyos delicados equilibrios étnicos y religiosos
eran bien conocidos para cualquiera dentro o fuera del gobierno que tuviera un
interés más que pasajero en historia—, y después sus cuidadosamente calibrados
esfuerzos para generar estancamientos asesinos, destructores de la
civilización, en Siria y Egipto (algo que es fácilmente comprobable a pesar del
ensordecedor silencio de nuestros medios al respecto), que son
espeluznantemente sangrientos.
Y todavía, parece que
aun para analistas muy bien informados, es pasarse de la raya sugerir la
posibilidad de que las élites de política exterior en USA e Israel, como
virtualmente todos los ambiciosos de poder antes que ellos en la escena
mundial, pueden haber fomentado bastante fría y adrede el caos ilimitado para
logar sus objetivos coincidentes en esa parte del mundo.
COMENTARIOS
Aunque bastante lúcido
el análisis del autor, resulta incompleto porque hay algunos otros detalles evidentes
para cualquiera que considere el tema sin puntos de vista preconcebidos.
Primero, la
intervención de USA, aparte de los gastos y los muertos, no beneficia en
absoluto a USA porque le enajena, con justa razón, la simpatía de las
poblaciones agredidas.
Quizá, el único
beneficio económico que pudiera obtener USA, como fue en el caso de la
“guerrita” para expulsar a Saddam Hussein de Kuwait (1ª Guerra del Golfo), sea
que se encargue de la “reconstrucción” de la infraestructura destruída.
Segundo, si esas
guerras no le convienen a USA como país ni a su población, es justo
preguntarse, ¿a quién le convienen?. Dentro de USA, en primer lugar, a los
fabricantes de armamentos; y en segundo lugar, al Lobby denunciado por los
profesores Mearsheimer y Walt, que virtualmente se ha apoderado de las 3
ramas del poder en USA.
Ningún político en USA, sea a nivel local, estatal o federal, puede soñar
siquiera en llegar a un puesto de elección popular o mantenerse en él, sin el
apoyo del AIPAC (American Israel Public Affairs Committee) que controla más del
60% de las aportaciones para las campañas electorales. Su poder extra-legal
llega a tanto como para exigir a todo candidato someterse a un examen escrito,
sobre sus puntos de vista con respecto a Israel, examen que determinará si lo
apoyan o no. Una vez electo, su desempeño será evaluado contra aquel examen
escrito, de modo que si falla, puede dar por terminada su carrera política.
Tercero, se ha querido
crear el mito genial de que USA participa en esas guerras para controlar el
mercado petrolero. Sin embargo, la guerra de Iraq logró reducir a la mitad la
mayor concentración cristiana en el Medio Oriente, lanzando cientos de miles de
refugiados cristianos hacia Siria y el norte de Iraq. Poco después,
iniciaría la guerra civil en Siria, que nuevamente se ensañaría tanto contra
los cristianos sirios como contra los refugiados iraquíes, que nuevamente han
tenido que huír hacia Jordania y Turquía. El reciente movimiento de los
jihadistas hacia el norte de Iraq, parecería tener por objetivo los refugiados
cristianos que habían huido inicialmente hacia esa zona.
En resumen, todas estas guerras
parecen una guerra de persecución y exterminio contra las comunidades
cristianas, a ciencia y colaboración de las élites en USA que, obviamente NO SON
ni cristianas ni musulmanas, pero dejando a los jihadistas que hagan el trabajo
sucio y carguen con la responsabilidad, mientras sus entrenadores, financiadores
y proveedores de armas. se regodean de lograr sus objetivos en todos los
frentes sin asumir la más mínima responsabilidad por sus crímenes.
Adicionalmente, las
divisiones y violencia en los países árabes permiten a Israel sentirse seguro
y libre de amenazas, mientras prosigue el exterminio o expulsión de los palestinos para completar el robo de su tierra iniciado en Mayo de 1948.
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