El Mito del Excepcionalismo Estadounidense
Por Stephen M. Walt 11-Oct-11
FUENTE:
http://foreignpolicy.com/2011/10/11/the-myth-of-american-exceptionalism/
El texto [en rojo] NO viene en el original y fue agregado por
el equipo de traducción.
La idea de que USA es excepcionalmente virtuoso puede
ser reconfortante para los estadounidenses. Lamentablemente es falso.
A través de los dos
últimos siglos, prominentes estadounidenses han descrito a USA como un “imperio
de libertad”, una “ciudad brillante en la colina”, la “última y mejor esperanza
de la Tierra”, el “líder del mundo libre” y la “nación indispensable”. Estas
imágenes duraderas explican por qué todos los candidatos presidenciales se
sienten obligados a ofrecer panegíricos ritualistas a la grandeza
estadounidense y por qué el presidente Barack Obama se metió en agua caliente —muy recientemente, de Mitt Romney— al decir que mientras él creía en el
“excepcionalismo estadounidense”, no era diferente del “excepcionalismo
británico”, “el excepcionalismo griego”, o de cualquier otra variedad de
arrogancia patriotera.
La mayoría de las
declaraciones del “excepcionalismo estadounidense” presumen que los valores,
sistema político e historia de USA son únicos y dignos de admiración universal.
También implican que USA está destinado y autorizado a jugar un papel diferente
y positivo en la escena mundial.
Lo único equivocado con este retrato
auto-elogioso del papel global de USA es que en su mayor parte es un mito.
Aunque USA posee ciertas cualidades únicas —desde
altos niveles de religiosidad hasta una cultura política que privilegia la
libertad individual—
la conducta de la política exterior de USA ha estado determinada primariamente
por su poder relativo y por la naturaleza inherentemente competitiva de la
política internacional. Enfocándose en sus supuestas cualidades excepcionales,
los estadounidenses se ciegan a las maneras en que son muy semejantes a todos
los demás.
Esta
creencia no desafiada en el excepcionalismo estadounidense hace más difícil
para los propios estadounidenses entender por qué otros son menos entusiastas
respecto al dominio de USA, a menudo alarmados por sus políticas y
frecuentemente irritados por lo que ven como hipocresía estadounidense, sea el
tema la posesión de armas nucleares, la conformidad a la ley internacional o la
tendencia de USA a condenar la conducta de los demás ignorando sus propias
fallas. Irónicamente, la política exterior de USA probablemente sería más
efectiva si los estadounidenses estuvieran menos convencidos de sus propias y
exclusivas virtudes y menos ansiosos de proclamarlas.
Lo
que necesitamos, en resumen, es una valuación más realista y crítica del
verdadero carácter de USA y sus contribuciones. En ese espíritu, ofrezco aquí
los 5 Mayores Mitos respecto al Excepcionalismo Estadounidense.
Mito 1
Hay Algo Excepcional Respecto al Excepcionalismo
Estadounidense
Siempre
que los líderes estadounidenses se refieren a las responsabilidades “únicas” de
USA, están diciendo que el país es diferente a las otras potencias y que esas
diferencias requieren que ellos asuman esas cargas especiales.
Sin
embargo, no hay nada desusual en esas arrogantes declaraciones; en realidad,
los que las hacen están recorriendo un camino muy trillado. La mayoría de las
grandes potencias se han considerado superiores a sus rivales y han creído que
estaban impulsando un bien mayor cuando imponían sus preferencias sobre otros.
Los británicos pensaban que estaban llevando la “carga del hombre blanco”,
mientras los colonialistas franceses invocaban la misión civilizadora para
justificar su imperio. Portugal, cuyas actividades imperiales difícilmente
fueron distinguidas, creían que estaban promoviendo una cierta missão civilizadora. Incluso muchos
funcionarios de la ex Unión Soviética creían genuinamente que estaban
conduciendo al mundo hacia una utopía socialista a pesar de las muchas
crueldades que infligió el régimen comunista. Por supuesto, USA tiene con mucho
una mejor reclamación en cuanto a virtud que Stalin o sus sucesores, pero Obama
estuvo correcto al recordarnos que todos los países valoran sus propias
cualidades particulares.
Así cuando los estadounidenses proclaman que
son excepcionales e indispensables, simplemente son la nación más reciente en
cantar la antigua tonada familiar. Entre las grandes potencias, pensar que eres
especial es la norma, no la excepción.
Mito 2
USA se
Comporta Mejor que Otras Naciones
Las declaraciones del excepcionalismo
estadounidense descansan en la creencia de que USA es una nación virtuosa
única, una que ama la paz, fomenta la libertad, respeta los derechos humanos y
que acoge el imperio de la ley. Los estadounidenses piensan que su país se
comporta mucho mejor que otros estados y ciertamente mejor que otras grandes
potencias.
Si sólo fuera cierto. Puede que USA no haya
sido tan brutal como los peores estados en la historia mundial, pero una mirada
desapasionada del registro histórico contradice la mayoría de los alegatos
acerca de la superioridad moral de USA.
Para los principiantes, USA ha sido una de las
potencias más expansionistas en la historia moderna. Comenzó como 13 pequeñas
colonias aferrándose a la costa oriental, pero eventualmente se expandió a
través de Norteamérica, arrebatando Texas, Arizona, Nuevo México y California a
México en 1846 [¿y por qué con tanta facilidad omites
Nevada, Utah, Colorado y partes de Oklahoma?, ~ 800,000 km2].
A lo largo del camino, eliminó a la mayor parte de la población nativa y
confinó a los sobrevivientes en empobrecidas reservaciones. Para mediados del
siglo 19, había expulsado a los británicos de la costa Noroeste del Pacífico y
consolidado su hegemonía sobre el Hemisferio Occidental.
Los Estados Unidos han luchado numerosas
guerras desde entonces —iniciando varias de ellas— y su conducta bélica difícilmente ha sido un modelo de control. La
conquista de 1899-1902 de las Filipinas asesinó ente 200 mil y 400 mil
filipinos, la mayoría civiles y USA y
sus aliados no vacilaron en eliminar alrededor de 305 mil alemanes y 330 mil
japoneses, la mayoría civiles, mediante bombardeos aéreos durante la 2GM,
principalmente a través de deliberadas campañas contra ciudades enemigas. No es
sorpresa que el Gral. Curtis LeMay, que dirigió la campaña de bombardeo contra
Japón, dijera a un ayudante, “Si USA pierde la guerra, seríamos procesados como
criminales de guerra”. USA dejó
caer más de 6 millones de tons de bombas durante la guerra en Indochina,
incluyendo tons de napalm y defoliantes letales como el Agente Naranja, y es
directamente responsable por las muertes de aproximadamente 1 millón de civiles
que murieron en esa guerra.
Más recientemente, la
guerra de los Contras, respaldada por USA, en Nicaragua mató a unos 30 mil
nicaragüenses, un porcentaje de su población equivalente a 2 millones de
estadounidenses muertos. La acción militar estadounidense ha conducido directa
o indirectamente a las muerte de 250 mil musulmanes a través de las pasadas 3 décadas
(y esa es una estimación mínima, sin contar las muertes resultantes de las
sanciones contra Iraq en los 1990s), incluyendo más de 100 mil gentes que
murieron luego de la invasión y ocupación de Iraq en 2003. Los drones y Fuerzas
Especiales de USA están tras supuestos terroristas en al menos 5 países
actualmente y han asesinado a un número no determinado de civiles inocentes en
el proceso. Algunas de estas acciones pueden haber sido necesarias para hacer a
los estadounidenses más prósperos y seguros. Pero mientras los estadounidenses
indudablemente consideran tales actos como indefendibles si algún país
extranjero nos los estuviera haciendo, difícilmente algunos políticos de USA
han cuestionado tales políticas. En cambio, los estadounidenses aun se
preguntan, “¿Por qué nos odian?”.
Los Estados Unidos
hablan de juego limpio sobre derechos humanos y ley internacional, pero se han
negado a firmar la mayoría de los tratados sobre derechos humanos, no son parte
de la Corte Criminal Internacional y han estado demasiado dispuestos a hacerse
amigos de dictadores —¿recuerdan
a nuestro amigo Hosni Mubarak?— con
abismales registros de derechos humanos. Si eso no fuera suficiente, los abusos
en Abu Ghraib y el recurso por parte de la administración de George W. Bush a
la tortura, interrogatorios al margen de la ley y detención preventiva,
deberían sacudir la creencia de USA de que consistentemente actúa de una manera
moralmente superior. La decisión de Obama de retener la mayoría de estas políticas
sugiere que no fueron una aberración temporal.
USA nunca ha
conquistado un vasto imperio en ultramar o provocado que millones mueran a
través de tiránicas pifias como el Gran Salto Delante de China o la
colectivización forzada de Stalin. Y dado el vasto poder a su disposición por
la mayor parte del siglo pasado, Washington podría ciertamente haberlo hecho
mucho peor. Pero el récord es claro: Los líderes estadounidenses han hecho lo
que pensaron que tenían que hacer al confrontarse con peligros externos [reales o supuestos] y en el camino dieron escasa
atención a los principios morales. La idea de que USA es excepcionalmente
virtuoso puede ser reconfortante para los estadounidenses; lamentablemente es
falso.
Mito 3
El éxito de USA se Debe a su Genio Especial
USA ha disfrutado de
un notable éxito y los estadounidenses tienden a retratar su ascenso al poder
mundial como un resultado directo de la visión de los Padres Fundadores, las
virtudes de la Constitución de USA, la prioridad dada a la libertad individual
y la creatividad y duro trabajo del pueblo estadounidense. En esta narrativa,
USA disfruta hoy de una excepcional posición global porque es, bueno,
excepcional.
Hay algo más que un
grano de verdad en esta versión de la historia estadounidense. No es un
accidente que los inmigrantes llegaron a USA en parvadas en busca de
oportunidad económica y el mito del “crisol” facilitó la asimilación de cada
ola de nuevos estadounidenses. Los logros científicos y tecnológicos de USA son
plenamente merecedores de alabanza y deben algo a la apertura y vitalidad del
orden político estadounidense.
Pero el pasado éxito
de USA se debe tanto a la buena suerte como a cualquiera de las virtudes únicas
estadounidenses. La nueva nación fue afortunada de que el continente estuviera
generosamente dotado de recursos naturales y cruzado por ríos navegables. Fue
afortunada en haber sido fundada lejos de otras grandes potencias y aun más
afortunada en que la población nativa estuviera menos avanzada y fuera
altamente susceptible a las enfermedades europeas. Los estadounidenses fueron
afortunados de que las grandes potencias europeas estuvieran en guerra por la
mayor parte de la temprana historia de la república, lo que facilitó
grandemente la expansión a través del continente y su primacía global estuvo asegurada
luego de que las otras grandes potencias lucharon dos devastadoras guerras
mundiales. Este relato de la elevación de USA no puede negar que el país hizo
muchas cosas bien, pero también reconoce que su actual posición debe tanto a la
buena suerte como a cualquier genio especial o “destino manifiesto”.
Mito 4
USA es Responsable de la Mayor Parte del Bien
en el Mundo
Los estadounidenses
son propensos a atribuirse el crédito por desarrollos positivos en el ámbito
internacional. El presidente Bill Clinton creía que USA era “indispensable para
la forja de relaciones políticas estables”, y el finado científico político de
la Univ. de Harvard, Samuel P. Huntington, pensaba que la supremacía de USA era
central “para el futuro de la libertad, la democracia, las economías abiertas y
el orden internacional en el mundo”. El periodista Michael Hirsh ha ido todavía
más lejos, escribiendo en su libro En Guerra con Nosotros Mismos, que el papel
global de USA es “el mayor don que el mundo ha recibido en muchos, muchos
siglos, posiblemente en toda la historia escrita”. Obras eruditas tales como
America’s Mission, de Tony Smith y Liberal Leviathan, de G. John Ikenberry,
enfatizan la contribución de USA en la difusión de la democracia y su promoción
de un orden mundial supuestamente liberal.
Dadas todas las
autocongratulaciones que se dan los líderes estadounidenses, apenas es
sorprendente que la mayoría de los ciudadanos de ese país lo vean como una
fuerza abrumadoramente positiva en los sucesos mundiales
De nuevo, hay algo en
la línea de ese argumento, sólo que no lo suficiente como para hacerlo
completamente exacto. USA ha hecho innegables contribuciones a la paz y la
estabilidad del mundo durante el pasado siglo, incluyendo el Plan Marshall, la
creación y administración del sistema de Bretton Woods [¡por
favor! Efectivamente el dólar ha servido como moneda de reserva internacional;
pero el principalísimo beneficiario de dicho sistema han sido USA: el poder
adquirir cualquier cosa que deseen con papelitos que ellos mismos imprimen y
cuyo costo de impresión es irrisorio], su apoyo retórico a los
principios básicos de la democracia y los derechos humanos y su muy
estabilizadora presencia en Europa y el Lejano Oriente. Pero la creencia de que
todas las cosas buenas provienen de la sabiduría de Washington sobreestima por
amplio margen la contribución de USA.
Para principiantes,
aunque los estadounidenses mirando Salvando al Soldado Ryan o Patton pueden
concluir que USA jugó un papel central en vencer la Alemania Nazi, la mayor
parte de la lucha fue en Europa Oriental y la principal carga en derrotar la
máquina bélica de Hitler fue soportada por la Unión Soviética. Igualmente,
aunque el Plan Marshall y la OTAN jugaron papeles importantes en el éxito
post-2GM de Europa, los europeos merecen al menos mucho crédito por reconstruir
sus economías, crear una novedosa unión económica y política, y moverse más
allá de 4 siglos de, en ocasiones, amarga rivalidad. Los estadounidenses
también tienden a pensar que ganaron la Guerra Fría ellos solos, un punto de
vista que ignora las contribuciones de otros adversarios anti-soviéticos y los
valerosos disidentes cuya resistencia al régimen comunista produjo las
“revoluciones de terciopelo” de 1989.
Además, como notó
recientemente Godfrey Hodgson en su simpático pero clarividente libro, El Mito
del Excepcionalismo Estadounidense, la difusión de los ideales liberales es un
fenómeno global con raíces en la Ilustración y los filósofos y líderes
políticos europeos hicieron mucho por impulsar el ideal democrático. Similarmente,
la abolición de la esclavitud y el largo esfuerzo para mejorar el status de las
mujeres debe más a Gran Bretaña y otras democracias que a USA, cuyo progreso en
ambas áreas siguió el rastro de muchos otros países. Tampoco puede USA alegar
hoy el papel de líder global en los derechos [si se
trata de ser claros, sería más apropiado hablar de «chuecos»] gay [tampoco te olvides de su liderato en pornografía, consumo de drogas, desestabilización de gobiernos extranjeros, asesinatos mediante drones, etc], justicia criminal o igualdad económica —Europa ya ha cubierto esas áreas.
Por último, cualquier
recuento honesto del medio siglo pasado debe reconocer el lado negativo de la
primacía estadounidense. USA ha sido un mayor productor de los gases de
invernadero por la mayor parte de los últimos 100 años y así una causa
principal en los cambios adversos que están alterando el ambiente global. USA
permaneció en el lado equivocado en la larga lucha contra la discriminación en
Sudáfrica y respaldó a bastantes dictaduras desagradables —incluyendo la de Saddam Hussein—cuando los intereses estratégicos de corto
plazo lo dictaban [igualito que respaldó a Stalin y
luego a Mao Zedong, cuando le convino, pero promocionándose como "campeón de la democracia" mientras lo hacía]. Los estadounidenses pueden estar
justamente orgullosos de su papel en crear y defender Israel y combatir el
antisemitismo global, pero sus políticas que favorecen a un solo lado también
han prolongado la inexistencia de un estado palestino y sostenido la brutal
ocupación israelí [en el rancho se dice: «no se puede
mamar y dar topes»; no se puede estar orgulloso de crear y defender Israel cuando
ello ha posibilitado y contribuido en forma decisiva a la brutal ocupación
israelí].
En resumen: los
estadounidenses se acreditan demasiado el progreso global y aceptan muy poca
culpa en áreas donde la política de USA ha sido, de hecho, contraproducente.
Los estadounidenses están ciegos a sus puntos débiles y en maneras que tienen
consecuencias en el mundo real. ¿Recuerdan cuando los planeadores del Pentágono
pensaron que las tropas de USA serían recibidas en Baghdad con flores y
desfiles? En cambio los recibieron con lanzagranadas y IEDs (dispositivo
explosivo improvisado, por sus siglas en inglés) [¿te
refieres a lo que es delito entre los palestinos de Gaza?].
Mito 5
Dios Está de Nuestro Lado
Un componente crucial
del excepcionalismo estadounidense es la creencia de que USA tiene una misión
divinamente ordenada de conducir al resto del mundo. Ronald Reagan dijo a las
audiencias que había “algún plan divino” que había colocado a USA aquí, y una ocasión
citó al Papa Pío XII diciendo, “Dios ha colocado en las manos de USA una
humanidad afligida”. Bush ofreció un punto de vista similar en 2004, diciendo,
“Tenemos una vocación más allá de las estrellas para defender la libertad”. La
misma idea fue expresada, aunque menos noblemente, en una supuesta broma de
Otto von Bismarck de que “Dios tiene una providencia especial para los tontos,
los borrachos y para USA”.
La confianza es un
artículo valioso para cualquier país. Pero cuando una nación comienza a pensar
que disfruta de un mandato celestial y llega a convencerse de que no puede
fallar o ser descarriado por bribones o incompetentes, entonces la realidad es
probable que les dé un rápido reproche. La antigua Atenas, la Francia
napoleónica, el Japón imperial e incontables otros países han sucumbido a este
tipo de arrogancia, y casi siempre con resultados catastróficos.
A pesar de los muchos
éxitos de USA, el país difícilmente es inmune a reveses, disparates y estúpidas
pifias. Si Ud tiene alguna duda al respecto, sólo reflexione sobre cómo una
década de malaconsejados recortes fiscales, dos costosas y fracasadas guerras y
un colapso financiero guiado por la avaricia y la corrupción se las han
arreglado para malgastar la posición privilegiada que USA disfrutaba al final
del siglo 20. En vez de suponer que Dios está de su lado, tal vez los
estadounidenses deberían prestar atención a la advertencia de Abraham Lincoln
de que nuestro mayor interés debería ser “si nosotros estamos del lado de
Dios”.
Dados los muchos desafíos
que ahora enfrentan los estadounidenses, desde el persistente desempleo hasta
la pérdida de energía luego de dos mortales guerras, no es sorprendente que
encuentren reconfortante la idea de su propio excepcionalismo —y que sus
pretensos líderes políticos hayan estado proclamándolo con creciente fervor.
Tal patriotismo tiene sus beneficios, pero no cuando lleva a una malcomprensión
fundamental del papel de USA en el mundo. Esto es exactamente la manera en que
se han hecho decisiones equivocadas.
USA tiene sus propias
cualidades especiales, como las tienen todos los países, pero aun es un estado
incrustado en un sistema global competitivo. Es bastante más fuerte y rico que
la mayoría, y su posición geopolítica es notablemente favorable. Estas ventajas
le dan a USA un rango de opciones más amplio para conducir los sucesos
mundiales, pero no aseguran que sus decisiones sean las buenas. Lejos de ser un
estado especial cuya conducta es radicalmente diferente a las de otras grandes
potencias, USA se ha conducido como los demás, persiguiendo primero y ante todo
su propia ventaja, buscando mejorar su posición relativa a través del tiempo, y
dedicando relativamente muy poca sangre o recursos a objetivos puramente
idealistas. Sin embargo, justo como pasadas grandes potencias, se ha convencido
que es diferente y mejor que cualquier otro.
La política
internacional es un deporte de contacto, y aun los estados poderosos deben
comprometer sus principios políticos a causa de la seguridad y prosperidad. El
nacionalismo es también una fuerza poderosa , e inevitablemente subraya las
virtudes del país mientras disimula o disfraza sus aspectos menos agradables.
Pero si los estadounidenses quieren ser verdaderamente excepcionales, pueden
comenzar a ver toda el concepto de “excepcionalismo estadounidense” con un ojo
mucho más escéptico.
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