¿Europa se ha Sublevado?
Por Andrei
Fomin 09-May-18
FUENTE: https://dissidentvoice.org/2018/05/has-europe-rebelled/
La
práctica actual de la política exterior de Washington recuerda un poco a la era
dorada de la Sublime Puerta otomana, en el sentido de que cualquier visita de
un líder de un estado vasallo no era más que una oportunidad para una
demostración pública de su voluntad de servir al gran sultán o, en el contexto
moderno, para cumplir las órdenes del amo de la Casa Blanca.
El visitante también debía mostrar una gran sonrisa y hablar
apasionadamente de lo feliz que se sentía de haber tenido la oportunidad de
besar las zapatillas del Sultán. O, para ponerlo en el lenguaje de hoy, estar
impresionado con el liderazgo de USA y personalmente inspirado por la energía
del presidente estadounidense.
El Establishment
de Washington no puede comprender ninguna otra configuración y, por lo tanto,
en la era actual de la menguante hegemonía de USA, los visitantes ideales de la
Casa Blanca son los presidentes de Ucrania o los países bálticos. Los otros
jefes de estado que llegan a Washington, incluidos los líderes de la UE e
incluso algunos presidentes africanos, actúan como advenedizos insolentes que,
desde el punto de vista de la tradición imperial, no se cuadran, tienden a
ofrecer sus halagos sin fervor ni exuberancia, y , lo más importante, no corren
para cumplir los deseos de los líderes del imperio.
La reunión entre la canciller Angela Merkel y el presidente
Donald Trump el 27-Abr-18 sirvió sólo para confirmar que Washington no necesita
aliados que tengan sus propios intereses nacionales: Todos los aliados deben guiarse por el
concepto de la hegemonía unipolar de USA. Cualquiera que se sienta incómodo con
esto queda relegado al círculo de aquellos que son vistos como inamistosos con
la Casa Blanca. El Washington Post deja en claro que Alemania cae en este
último campo: "Angela Merkel se está convirtiendo en el eslabón más débil
de Europa".
Ese artículo señala cuán serias son las diferencias entre
las facciones gobernantes de los dos países. Tanto la élite política de
Alemania como la población alemana en su conjunto son caracterizadas de manera
muy despectiva: "La pasividad
alemana está profundamente arraigada. La clase política de Berlín carece de
pensamiento estratégico, odia el riesgo y tiene poco valor. Se esconde detrás
de su pasado ignominioso para justificar el pacifismo cuando se trata de
cuestiones difíciles sobre defensa y seguridad. "La decrepitud general de
la Bundeswehr y su equipo es criticada y burlada en la discusión de la negativa
de Alemania a tomar parte en el ataque con misiles contra Siria llevado a cabo
por USA, RU y Francia. Y luego el artículo incluso alega que la política siria
de Alemania en realidad ha instigado el lado equivocado al conceder asilo a
casi un millón de refugiados que huyen de ese país, lo que supuestamente
permite que Bashar al-Assad continúe luchando.
En este contexto, resulta bastante obvio que los problemas
específicos que Merkel trajo a la mesa en Washington fueron sólo preocupaciones
secundarias para su socio estadounidense. La Señora Canciller de Alemania tuvo
que recorrer una distancia de 10,000 kilómetros para tener una conversación de
20 minutos, de la cual fue claro que Trump no había alterado su actitud
negativa hacia preguntas tan vitales para los alemanes como los aranceles
aduaneros sobre el acero y el aluminio (establecido en 25% y 10%), la Nord
Stream 2, un relajamiento de las sanciones rusas para los principales
fabricantes alemanes, o el acuerdo nuclear con Irán.
Angela
Merkel tenía una elección difícil de hacer. O Berlín declaraba la guerra a
todos los oponentes de Washington, o se descartaba de una vez por todas como el
"eslabón más débil", con todas las consecuencias que ello conlleva.
Pero la primera opción sería un golpe a los intereses nacionales de Alemania.
No es sólo su comercio internacional el que recibiría el golpe, sino también
sus proyectos energéticos y la opinión pública alemana. Se le dio a entender
que, de lo contrario, Alemania no cumpliría los criterios de la Casa Blanca
para el papel de principal socio de Estados Unidos en Europa.
Angela Merkel no pareció muy impresionada. Ella ve las
restricciones que existen para ella. La memoria histórica de la mayor derrota
del siglo 20 aun persiste. De allí el alto nivel de cautela cuando se llega a las
invitaciones para unirse a las escapadas militares de la OTAN. Tampoco nadie ha
olvidado los 1980s, cuando Alemania vivió un intenso temor de los misiles SS-20
de la URSS que podían haber incinerado el país en un parpadeo. Los alemanes no
tienen ningún deseo de seguir dócilmente la línea de otro presidente de USA que
pudiera terminar llevándolos de regreso a esos días.
Al parecer, ésta es la razón por la cual la jefa del
gobierno alemán parece haberse blindado
con el mantra de "no dar nada a Trump" durante las negociaciones en
Washington.
Si Ud observa las cosas
pragmáticamente, Trump necesitaba obtener algunas concesiones de Merkel. En
primer lugar, necesitaba el consentimiento de la canciller alemana para al
menos traer de vuelta las sanciones y con suerte incluso acordar una guerra
contre Irán, porque para la actual administración de Washington la disolución del "acuerdo de Irán" y
una posterior guerra con Teherán es el elemento más importante en su agenda de
política exterior. En segundo lugar, Trump tuvo que "exprimir" a
Merkel en el tema de aumentar las contribuciones financieras de Alemania al
presupuesto de la OTAN. Según la Casa Blanca, Alemania debería contribuir con
el 2% de su PIB anual al presupuesto de la alianza (o en otras palabras, a la
acumulación de pedidos de productos para el complejo militar-industrial
estadounidense). Como Trump, de forma tan poética, "la OTAN es
maravillosa, pero resulta de más ayuda para Europa que para nosotros, ¿por qué
entonces estamos pagando la gran mayoría de los costos?" En tercer lugar, USA
necesitaba asegurarse que los líderes europeos, y especialmente Merkel, capitularan
ante la guerra de tarifas entre USA y la
UE y, en un escenario ideal, asegurar también la ayuda de la UE en la guerra
comercial con China que Trump inició recientemente.
Basado en los resultados de la reunión, Washington recibió
una cortés negativa de los tres puntos. Hace cinco años habría sido difícil
imaginar este tipo de situación, pero ahora esto es objetivamente el estado de
las cosas en el mundo real, y es algo a lo que ni los analistas políticos en
USA ni una facción importante de los medios europeos (que aun ve a la UE como
un “gran Puerto Rico”) pueden acostumbrarse. La importancia de Puerto Rico es
que es un lugar fuera de las fronteras de USA, pero que está controlado
efectivamente desde Washington, aunque no tiene poder para influir la política
estadounidense. Incidentalmente, el discurso oficial de Washington respecto a
la UE ya ha emprendido una transformación radical y, conforme al propio Trump,
parece que la UE fue “formada para aprovecharse de USA”, aunque antes de eso la
UE era pintada en la narrativa oficial occidental exclusivamente en términos de
sus “ideales de libertad”, “protección de la democracia” y algún tipo de
“destino y valores pan-europeos”.
La
esencia de la relación trasatlántica de hoy puede ser vista en los contactos
entre Washington y Paris. A pesar de las altas esperanzas de la Casa Blanca
para que Francia probara su lealtad a la alianza, sus líderes justo han sido
tan firmes como los de Alemania en sostener sus propios intereses. Esta actitud
fue evidente en la postura tomada por el presidente Emmanuel Macron, quien fue
citado por Bloomberg diciendo, “no hablaremos de nada mientras haya una pistola
apuntada a nuestra cabeza”. Los líderes europeos insisten en que cualesquiera
discusiones tengan lugar con cualquiera en un plano de igualdad, lo que
Washington no puede permitir como una cuestión de principio. Aun los funcionarios
europeos de bajo nivel están utilizando su poder económico para amenazar a USA.
El ministro francés de economy, Bruno LeMaire, alegó, “Una cosa que aprendí de
mi semana en USA con el presidente Macron: Los estadounidenses sólo respetan
una demostración de fuerza”. No necesita decirse, que uno no habla de esa
manera a un verdadero hegemón global.
No importa cuál sea
el resultado de todos los conflictos diplomáticos y económicos entre amabas
orillas del Atlántico, ya es seguro decir que Europa se ha liberado del control
de Washington, y las futuras relaciones entre USA y la UE llegarán a ser
crecientemente tensas. Pronto veremos si Europa toma ventaja de su actual
oportunidad de reclamar la libertad económica y política que en algún punto
perdió.