Los Modernos Estados Unidos: Una Distopia Estilo Disneylandia
Por Dwight
Longenecker 14-May-18
FUENTE: http://www.theimaginativeconservative.org/2018/05/modern-america-disneyland-dystopia-dwight-longenecker.html
El texto [en rojo] NO
viene en el original y fue agregado por el equipo de traducción; igualmente lo
destacado en amarillo aparece como texto simple en el original.
En los actuales Estados Unidos,
conviven mano a mano todos los horrores distópicos con lo que parece una perpetua
existencia en un parque temático. Guerra,
tortura, abortos, castraciones, asesinatos, suicidios, [pornografía, digital o en vivo], adicción a las
drogas, carencia de vivienda y los horrores médicos residen lado a lado con la
cara sonriente de Estados Unidos, donde todos tienen dientes perfectos y
saludan con un alegre, “¡Que tenga un bonito día!”...
Habiendo acabado de releer “That Hideous Strength” (Esa Fuerza Espantosa), de C.S.
Lewis, me parece una vez más que pertenece al estante con otras novelas
distópicas clásicas como Nuevo Mundo
Feliz y 1984. Lewis
captura todos los elementos distópicos clásicos de la amenaza totalitaria, e
identifica correctamente el cientificismo y utilitarismo ateo que yace debajo
de todas las ideologías utópicas.
La mayoría de las historias distópicas son predeciblemente
apocalípticas. El futuro es horrible a medida que la horrible fuerza afirma su
dominación. Tal vez los científicos y los ingenieros sociales hayan creado un
mundo "perfecto", pero es estéril, sin alegría y sombrío.
Invariablemente, un grupo de expertos de élite, o un cuadro totalitario,
controla a las masas por la fuerza, cercenando la vida, el amor y la luz
verdaderos. La distopia es oscura.
Sin embargo, lo que Lewis, Orwell y Huxley y otros profetas
distópicos no han predicho es lo que podría llamarse la "distopia de
Disneylandia" de los Estados Unidos contemporáneos, en la cual los
horrores están cubiertos con un barniz cosmético y las pesadillas y los gritos
se sofocan con sonrisas y kilómetros de sueños plastificados. Evelyn Waugh clavó
una banderilla al monstruo con su novela satíricamente perversa sobre los empresarios
fúnebres de Hollywood, The Loved One,
pero que yo sepa, nadie más ha puesto una bomba debajo del castillo de
Cenicienta.
¿Qué quiero decir exactamente con Distopia Estilo Disneylandia?
Mientras escribo en mayo de 2018, el gobierno está considerando un candidato
para dirigir la CIA que no solamente ha participado en torturas, sino que ha
estado a cargo de una instalación diseñada específicamente para torturar a las
personas. Ella ha sido propuesta por un presidente que ha impulsado aún más el
gasto militar y está en el registro no sólo por estar a favor de la tortura,
sino por pensar que debería aumentarse [nada de qué
sorprenderse; Bush y Cheney iniciaron la guerra de Iraq en base a armas de
destrucción masiva que jamás existieron; Obama decidía los martes sobre
asesinatos mediante drones u otros medios; Trump bombardea un país soberano sin
siquiera investigar quién provocó el incidente químico. Y todos siguen impunes].
A
pesar de expresar clichés pro-vida, su presupuesto continúa financiando a
Planned Parenthood, una organización que no sólo es una fábrica de abortos,
sino que coloca sus clínicas intencionalmente en comunidades de minorías
étnicas de bajos ingresos, recordándole a uno la observación de la juez de la
Corte Suprema [Ruth Bader] Ginsburg de que
"no queremos más de ese tipo de personas, ¿verdad?". [¿cómo reacciona rían los medios mundiales si esa
frase hubiera sido dicha por el presidente Bashar al Assad?] Por lo
tanto, nuestro dólar de impuestos no solamente apoya a una organización
iniciada por un eugenista racista, sino una cuyos empleados fueron sorprendidos
vendiendo partes del cuerpo del bebé y planeando abortos de manera que las partes particularmente valiosas se
conservan intactas para su posterior venta [business is
business, you know].
Cuando se trata de los "avances" de la medicina
moderna, los estadounidenses cada vez más dan por sentado que la mejora
quirúrgica es una de las opciones disponibles. La ortodoncia nos da dientes
rectos, pero ahora es un punto de alarde cuando alguien se somete a una cirugía
estética no solo para levantar la cara, sino para levantarle los pechos, las
nalgas, el pene o casi cualquier otra cosa.
Mientras tanto, resolvemos la obesidad con cirugía de
reducción de estómago y píldoras pop para casi cualquier queja humana. Tiene su
libido marchita? Tome una pastilla. ¿Son tus hijos perezosos? Deles una pastilla.
¿Son tus hijos demasiado hiperactivos? Deles una pastilla. ¿Está triste? Toma
una píldora feliz. ¿Es maníaco? Tome una pastilla para calmarse. Tome una
píldora de dieta. La manipulación química es parte de la vida cotidiana de
millones de estadounidenses, la drogadicción está en su punto más alto y las
comunidades de personas de la tercera edad en los estados soleados están
plagadas de enfermedades de transmisión sexual.
En medio de USA, el suicidio ha alcanzado las nubes mientras
masacres sin sentido en las escuelas han llegado a ser parte de la vida
estadounidense. Los tiroteos desde vehículos en movimiento y los locales con
servicio de hamburguesas pedidas desde el auto conviven lado a lado. La parte
más vulnerable de USA amamanta la violencia de las pandillas, la falta de
vivienda, el divorcio, el abuso infantil, los hogares, matrimonios, vidas y
corazones deshechos.
Nuestros medios y celebridades festejan no solo una
"agenda gay" en la que los hombres se casan con hombres y mujeres se
casan con mujeres, sino que la confusión de género ha llegado a su lógico punto
final, en el que el sexo y el género ya no existen. Como parte de esta crisis
de género, los medios y la cultura de las celebridades rinden homenaje a una
agenda que aboga por la castración química, social y quirúrgica [lógica evolución luego de la castración cerebral],
no solo de los adultos, sino también de los niños.
La cultura de la muerte continúa su danza macabra no solo
con el aborto, sino con la creciente tendencia a abortos selectivos —eliminando fetos con síndrome de
Down y otras anormalidades. Cualquiera puede ver que esto es eugenesia [pero si la eugenesia ¡solo la practicaban los nazis!]
y que podríamos acuñar una nueva palabra, "eugenicidio" porque
mientras la esperanza de vida se alarga, el "suicidio asistido"
comenzará a significar que la víctima fue "asistida" por el Hada de
los Desengaños con una bata blanca y una aguja. Nuestras órdenes de "no
resucitar" ya se han vuelto tan flexibles que en algunos casos "no
resucitar" significa "suspender el tratamiento incluso si se solicita".
Ya tenemos embriones congelados, úteros artificiales,
embarazos de alquiler, inseminación artificial, fertilización in vitro y
esterilización forzada. Con más "avances" en tecnología médica, nuestro
código genético pronto será manipulado para eliminar todas las enfermedades y
discapacidades. Híbridos animal-humanos llamados quimeras pueden ser promovidos
para "mejorar" la raza humana, y la pesadilla de Lewis de mantener
viva una cabeza no está lejos en un mundo donde las cabezas ya están siendo preservadas
criogénicamente.
¿Una futura distopia? Todos estos horrores ya son parte cotidiana
de nuestra sociedad estadounidense, pero están garapiñados con nuestra rica
cultura del entretenimiento. Acompañamos la Distopia Estilo Disneylandia porque
disfrutamos de los beneficios. Los Estados Unidos promedio nunca lo han tenido
mejor. Tenemos casas confortables en los suburbios con lujos que hubieran hecho
sonrojar a un emperador romano. Nuestros garajes se han hinchado para
estacionar tres o cuatro automóviles, y el negocio de las instalaciones de
almacenamiento está en auge porque no tenemos suficiente espacio en nuestras
casas para todas nuestras cosas. Disfrutamos de seguridad y calma, y el mercado
de valores es alcista.
Como un ubicuo parque de diversiones, nuestros restaurantes
y centros comerciales nos ofrecen una constante experiencia
"temática". Aquí disfrutamos de una experiencia italiana en un
restaurante que parece una villa toscana. Al lado hay una hacienda donde
comemos comida mexicana. Más adelante hay un asador australiano con
"filetes a la parrilla". Si nuestros platos estuvieran vacíos pero
nuestros paladares estuvieran aburridos, podemos ser entretenidos por un
emperador chino, un mágico chef japonés que lanza al aire comida hacia nuestra mesa,
o cenar en el palacio persa o en el Taj Mahal. Al lado está Mama's Country
Kitchen, Bobby's Ole Fashioned Bar-B-Q y Papa's Pizza Place. Todos ellos
brillando como un burdo casino.
Con parques temáticos, cines y casinos y nuestras narices
pegadas a pantallas 24horas/7días por semana, somos adictos al entretenimiento.
Aun nuestros hogares han llegado a parecerse a Disneylandia. Decorados por
diseñadores que “idean” una habitación, no proyectan nuestras personalidades
tanto como reproducen todavía otra artificial atmósfera de opulencia. Como
señaló un amigo africano, tenemos
casas cada vez más grandes para familias cada vez más pequeñas. En las
nuevas subdivisiones no hay prados ni jardines porque nadie quiere despegarse
de la pantalla e ir afuera. Estamos distraídos a muerte, con nuestras cabezas
metidas en la arena de nuestras pantallas.
Así en el moderno Estados Unidos, todos los horrores
distópicos existen mano a mano con lo que parece una perpetua existencia en un
parque temático. Guerra, tortura,
abortos, castraciones, [pornografía], asesinatos,
suicidios, adicción a las drogas, carencia de vivienda y los horrores médicos
residen lado a lado con la cara sonriente de Estados Unidos, donde todos tienen
dientes perfectos y saludan con un alegre, “¡Que tenga un bonito día!”
Lo más alarmante es que esta distopia no ha sido forzada
sobre nadie. La junta que
la ha producido no usa uniformes militares [porque
hay una junta, cuyo anonimato le brinda seguridad e impunidad]: usan los
trajes de los publicistas, los magnates de las películas, los productores de
TV, editores de periódicos y revistas, políticos, académicos y periodistas.
Nadie nos ha arrastrado a punta de pistola. Atrapados en la cultura del
entretenimiento, no hemos sido forzados. Hemos sido seducidos.
Como la «muchacha
que no podía decir ‘No’», hemos
seguido la seducción sin siquiera un guiño travieso o un momento de vergüenza.
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