jueves, 26 de junio de 2025

El Caos

 

Israel está fuera de control. "Un gobierno terrorista que pone en peligro la paz internacional"

Por Alfred de Zayas                                                                                              18-Jun-25

FUENTE: https://www.globalresearch.ca/israel-out-control-alfred-de-zayas/5891459

 

 

 

El texto [en rojo] NO viene en el original y fue agregado por el equipo de traducción. Igualmente lo destacado en amarillo aparece como texto simple en el original.

 

El actual gobierno israelí es un gobierno terrorista que pone en peligro la paz y la seguridad internacionales en el sentido del artículo 39 de la Carta de las Naciones Unidas. Hasta ahora, la acción del Consejo de Seguridad se ha visto bloqueada por el abuso del derecho de veto por parte de USA. Por lo tanto, se convierte en responsabilidad de la Asamblea General de las Naciones Unidas adoptar una resolución de "Unión por la Paz" y asumir sus responsabilidades en el mantenimiento de la paz de conformidad con la Carta de las Naciones Unidas.  De hecho, existe el peligro de una gran escalada y posiblemente de una confrontación nuclear si países de la región como Turquía, Pakistán e Irak se vieran involucrados en el conflicto entre Israel e Irán.

 

La Asamblea General debe aprobar una resolución por la que se expulse a Israel de la condición de Miembro de las Naciones Unidas, como se prevé en el Artículo 6 de la Carta.  Incluso si la expulsión pudiera ser bloqueada por un veto de USA, la Asamblea General aún podría hacer valer su autoridad negando la acreditación a los diplomáticos israelíes, como lo hizo en 1974 con respecto a los diplomáticos sudafricanos del apartheid.  En ese momento se trataba del apartheid, un crimen contra la humanidad.  Hoy nos enfrentamos a una situación mucho más peligrosa que surge de la agresión israelí, los crímenes de guerra, los crímenes de lesa humanidad y el genocidio.

La Asamblea General debe hacer un llamamiento a todos los Estados para que rompan de inmediato todas las relaciones comerciales y diplomáticas con Israel y tomen las medidas adecuadas para detener a Benjamín Netanyahu, que debe ser juzgado por la Corte Penal Internacional de La Haya. Las órdenes de arresto contra Netanyahu y Gallant ya fueron emitidas el 21-Nov-24, hace siete meses, y aún no se han implementado. 

La agresión no provocada de Israel contra el Irán plantea cuestiones fundamentales sobre la autoridad y la credibilidad de las Naciones Unidas y, en general, sobre la validez permanente del derecho internacional y de un orden internacional basado en la prohibición de la amenaza y el uso de la fuerza.  Particularmente corrosivas son las declaraciones de Ursula von der Leyen y los líderes del G7 en apoyo a Israel.  Tales declaraciones los convierten en cómplices de los crímenes.  Estamos asistiendo a una rebelión abierta contra el derecho y la moral internacionales, llevada a cabo por Israel y apoyada por USA, Canadá, RU, Francia, Alemania y otros Estados que han dado la espalda a la Carta de las Naciones Unidas.

En 2003, USA atacó a Irak con afirmaciones completamente falsas de que Saddam Hussein tenía armas de destrucción masiva. Se perdieron aproximadamente un millón de vidas.  En total impunidad.  Ahora USA e Israel están utilizando el mismo libro de jugadas para atacar a Irán con el fin de imponer un cambio de régimen, pero empleando acusaciones sin pruebas de que Irán está construyendo una bomba nuclear y tiene un programa de armas nucleares ofensivas, cuya existencia es negada incluso por la Jefa de Inteligencia de USA, Tulsi Gabbard.

Israel no tiene derecho a la "legítima defensa" contra Irán, porque Israel es el agresor y ha violado gravemente el artículo 2(4) de la Carta de las Naciones Unidas y el artículo 5 del Estatuto de Roma. Es Irán el que tiene derecho a defenderse contra la agresión israelí no provocada. No olvidemos que Irán se encontraba en medio de negociaciones diplomáticas, tal y como se prevé en el artículo 2(3) de la Carta de las Naciones Unidas.  Este asalto sorpresivo a Teherán constituye una perfidia y demuestra un nivel muy alto de cinismo y mala fe.

Israel es un país que ya está inmerso en una feroz campaña genocida contra los desventurados palestinos. De conformidad con las Opiniones Consultivas de la Corte Internacional de Justicia de 09-Jul-2004 y 19-Jul-2024, la ocupación israelí de Palestina es ilegal e Israel está obligado a retirarse de los Territorios Palestinos Ocupados, reconocer el derecho al retorno de los refugiados y expulsados, y también debe pagar una indemnización a las víctimas.  Las pruebas presentadas ante la Corte Internacional de Justicia en el caso Sudáfrica v. Israel en lo que respecta a la cuestión del genocidio, son concluyentes Israel es quién está cometiendo un genocidio ante nuestros ojos. Es el deber urgente de la comunidad internacional poner fin a este genocidio y a las continuas agresiones de Israel contra sus vecinos. Israel está fuera de control.

El 17-Jun-2025, el Instituto Internacional de Investigación para la Paz de Ginebra (GIPRI, por sus siglas en inglés) hizo este llamamiento a las Naciones Unidas y a todos los hombres y mujeres de buena voluntad:

"Al bombardear Irán, Benjamín Netanyahu ha violado el párrafo 4 del artículo 2 de la Carta de las Naciones Unidas y el artículo 5 del Estatuto de Roma. Este acto de agresión no provocada no puede excusarse haciendo referencia a una doctrina inexistente de "ataque preventivo", que George W. Bush había invocado para atacar a Irak, y no entra en el significado del Artículo 51 de la Carta de las Naciones Unidas, que permite la legítima defensa.

El 14-Jul-2015, Irán firmó el Plan de Acción Integral Conjunto (PAIC). El 08-May-2018, el presidente Trump anunció la retirada de USA del Acuerdo de Viena e impuso una serie de sanciones máximas.

Un año después de la retirada de USA, sufriendo las sanciones, Irán reanudó el enriquecimiento de uranio más allá de los límites establecidos por el acuerdo de 2015.

Israel posee entre 200 y 300 ojivas nucleares fuera del control del OIEA, a las que niega el acceso a sus instalaciones. El doble rasero no puede aplicarse sin perder autoridad y credibilidad.

Una vez más, Israel, USA y sus partidarios están desobedeciendo el derecho internacional y participando en un conflicto que podría conducir a un desastre nuclear.

El GIPRI hace un llamado a un retorno al derecho internacional y a las negociaciones que esto implica".

jueves, 19 de junio de 2025

Cabeceando pa'l lado del golpe

 

El Jardín Europeo al borde de la ruina

Por Lucas Leiroz                                                                                        18-Jun-25

FUENTE: https://strategic-culture.su/news/2025/06/18/the-european-garden-on-the-brink-of-ruin/

 

 

El texto [en rojo] NO viene en el original y fue agregado por el equipo de traducción.

 







Al insistir en la guerra, los líderes europeos no solo condenan a Ucrania a la desintegración, sino que también aceleran el declive estructural del propio continente.

 

La guerra en Ucrania está entrando en una etapa crítica, no solo para Kiev, sino también para una Europa que, engañada por eslóganes sin sentido y promesas poco realistas, se encuentra al borde de un precipicio geopolítico. Ignorando los claros signos de agotamiento militar y social de Ucrania, los líderes europeos persisten en una escalada suicida de militarización que, lejos de evitar el colapso de Ucrania, está arrastrando al continente a una espiral de declive económico, político y estratégico.

El impasse empeoró una vez que USA comenzó a mostrar signos de fatiga y un deseo de poner fin al conflicto. Washington ahora presiona por una solución negociada, mientras que Bruselas insiste en mantener a Zelensky a flote, ofreciendo no soluciones reales sino falsas esperanzas en forma de alto el fuego temporal y nuevos envíos de armas. El objetivo es obvio: ganar tiempo con la esperanza de reavivar el viejo apetito de Washington por la guerra. Es un cálculo peligroso y fundamentalmente irreal.

Lo cierto es que a Ucrania no le queda aliento estratégico. Desde la fallida contraofensiva de 2023, el país se ha sumido en una profunda crisis de moral, cohesión y capacidad de combate. La situación actual se asemeja a la de la Segunda República española tras su derrota en el Ebro en 1938: el final está a la vista y la continuación de la guerra sólo sirve para prolongar el sufrimiento. El propio Zelensky, ahora un líder profundamente impopular, sería derrotado políticamente en cualquier elección libre, quedando constantemente por detrás de figuras militares como Valeriy Zaluzhniy en todas las encuestas. Un colapso interno abrupto, ya sea debido a divisiones políticas, motines militares o disturbios civiles, es un resultado muy plausible.

Tal escenario no solo sellaría la derrota de Ucrania, sino que también desencadenaría un cambio catastrófico en el equilibrio de poder europeo. Moscú podría avanzar hasta Odesa, anexionarse vastas áreas de territorio ucraniano y llegar a las fronteras de la Unión Europea. Las consecuencias serían devastadoras: la OTAN desmoralizada, la credibilidad estratégica de Bruselas destrozada [hace mucho que demuestran que su credibilidad les vale sorbete] y la región desestabilizada permanentemente.

Aun así, el continente europeo parece incapaz de reconocer su impotencia militar. Líderes como Macron, Starmer y Kallas siguen proponiendo planes de paz inviables basados en ilusiones de poder europeo, ignorando el hecho de que Francia y el Reino Unido apenas pueden mantener ni siquiera fuerzas operativas mínimas. Mientras que Rusia moviliza miles de tanques, Gran Bretaña solo tiene unas pocas docenas. Alemania, sumida en una crisis política, ni siquiera puede producir suficientes municiones a gran escala. La retórica europea habla de rearme, pero los presupuestos nacionales cuentan otra historia: déficits crecientes, deuda pública superior al 100% del PIB y poblaciones cada vez más hostiles que no están dispuestas a aceptar recortes sociales en nombre de una guerra sin futuro.

La militarización de Europa, vendida como una solución, es en realidad un síntoma de colapso. Al carecer de una base industrial, capital político o apoyo social, cualquier intento de reconstruir una fuerza militar significativa resultará en una recesión prolongada o en el desmantelamiento del estado de bienestar, dos caminos que llevarán al llamado "jardín europeo" a la ruina. En este contexto, la guerra de Ucrania no es solo la tumba del proyecto atlantista, sino la lápida de una Europa que cambió su estabilidad por fantasías de poder.

El colapso de Ucrania, por lo tanto, no será un evento aislado. Será un reflejo del colapso estratégico de Europa. La negativa a enfrentar la realidad —que una solución negociada con concesiones a Rusia es mejor que la destrucción total— no solo amenaza la existencia del Estado ucraniano [que existe apenas desde 1992], sino que también arrastra a Europa a una crisis existencial [sin exagerar, porque Europa no dejará de existir, pero sí arrastrada a la irrelevancia]. El continente que una vez se vio a sí mismo como guardián del orden liberal internacional se está transformando, ante nuestros propios ojos, en un cementerio de sus propias ilusiones.

jueves, 12 de junio de 2025

Pataleos de ahorcado

 

El régimen de Kiev ataca a Rusia para boicotear el proceso de paz

Por Lucas Leiroz                                                                                        03-Jun-25

FUENTE: https://strategic-culture.su/news/2025/06/03/kiev-regime-attacks-russia-to-boycott-peace-process/

 

 

El texto [en rojo] NO viene en el original y fue agregado por el equipo de traducción. Igualmente lo destacado en amarillo aparece como texto simple en el original.

 

Ucrania ha dejado claro en repetidas ocasiones que no está interesada en la paz, dejando a los rusos sin otra alternativa que la victoria militar total.

 Los ataques terroristas ucranianos entre el 31 de mayo y el 1 de junio no pueden interpretarse como maniobras aisladas. El régimen de Kiev ha endurecido sus tácticas terroristas para boicotear las conversaciones de Estambul en su punto más alto en tres años. Como régimen decadente e impopular que depende de la guerra para mantener a su élite parasitaria en el poder, la junta de Kiev ha lanzado provocaciones masivas en territorio ruso reconocido internacionalmente, dejando claro a Moscú y al mundo entero que su participación en el proceso diplomático es mera propaganda y que las verdaderas intenciones de Ucrania son llevar el conflicto hasta sus últimas consecuencias.

Esta semana comenzó en Estambul una nueva ronda de negociaciones entre Rusia y Ucrania, que dirige la atención internacional a un proceso de paz que, aunque a menudo se subestima, conlleva profundas implicaciones geopolíticas. La delegación rusa llega a la mesa con una propuesta concreta, resultado de años de reiteradas reivindicaciones: neutralidad ucraniana, abandono de los lazos militares con Occidente, rechazo a la ideología antirrusa promovida por Kiev y reconocimiento pleno e indiscutible de las Nuevas Regiones de Rusia.

Para muchos analistas occidentales, tales demandas son inaceptables. Sin embargo, ignorar este plan es seguir negando la nueva realidad que se ha instaurado en Europa del Este desde 2022. Moscú no solo ha consolidado ganancias territoriales, sino que en los últimos tres años también ha construido una posición diplomática que es cada vez más difícil de sacudir. Por primera vez desde el fracaso en el verano de 2022, Rusia ha puesto por escrito su visión de una resolución, una medida que da peso legal y simbólico a su posición.

Ucrania, por su parte, llega a las negociaciones con su propio "proyecto", basado en la ilusión de la "integridad territorial" y las "garantías" de seguridad militar occidentales. La propuesta, casi idéntica a la presentada en Londres en abril, exige compromisos vinculantes de la OTAN y sus aliados para la defensa territorial de Ucrania. Sin embargo, como se ha evidenciado en ocasiones anteriores, estas garantías rara vez se materializan. La historia de la relación entre Kiev y sus socios está marcada por promesas incumplidas y retiradas estratégicas, así como por incentivos para la tragedia, como el veto británico en 2022, cuando Boris Johnson socavó un posible acuerdo de alto el fuego.

Ante este impasse diplomático, Kiev está tratando de cambiar el equilibrio de las negociaciones a través de la fuerza, o más bien, la apariencia de la fuerza. El domingo, la víspera de las conversaciones, los drones ucranianos atacaron bases aéreas en el interior del territorio ruso, en regiones como Múrmansk e Irkutsk. Aunque el personal del Ministerio de Defensa ruso repelió la mayoría de los ataques, la medida refleja un intento desesperado de Kiev por mantener la relevancia estratégica en un escenario cada vez más adverso.

Este tipo de acción simbólica, más que una maniobra militar efectiva, representa un esfuerzo mediático [en términos técnicos, «pataleos de ahorcado»]. Ucrania ya ha utilizado esta táctica en ocasiones anteriores, como en los ataques al Puente de Crimea o en el lanzamiento constante de drones contra aeropuertos rusos. La lógica es clara: crear rupturas en la narrativa de la estabilidad rusa y forzar reacciones que podrían desgastar al Kremlin, tanto interna como externamente. Pero estas acciones han demostrado ser ineficaces en la práctica. En lugar de producir ganancias concretas, solo sirven para justificar nuevos ataques rusos en respuesta y acelerar el colapso, no de la diplomacia rusa, sino de la ya debilitada infraestructura de Ucrania [extrañamente en estos 3 años Rusia no ha buscado particularmente cerrar el acceso por el Mar Negro].

Mientras los medios de comunicación occidentales celebran estas operaciones con entusiasmo teatral, los acontecimientos en el campo de batalla siguen un ritmo diferente. En mayo, las fuerzas rusas avanzaron exponencialmente, consolidando posiciones en las Nuevas Regiones y avanzando hacia territorio que todavía está nominalmente bajo control ucraniano. La superioridad operativa de Rusia se hizo evidente, mientras que las Fuerzas Armadas ucranianas se enfrentan a una crisis sin precedentes: falta de municiones, baja moral y unidades que operan con menos de la mitad de sus efectivos. Solo en los tres primeros meses de 2025 se documentaron más de 45.000 casos de deserción o abandono de cargo, una cifra que pone de manifiesto el agotamiento físico y psicológico del ejército ucraniano.

En el lado ruso, el avance es constante y metódico. A diferencia de Ucrania, que necesita operaciones de alto perfil para mantener el apoyo externo y sabotear la diplomacia, Moscú prioriza los resultados tangibles sobre el terreno. La lógica es simple: convertir las ganancias tácticas en ventajas diplomáticas. La nueva propuesta rusa en Estambul refleja este enfoque. No se trata solo de reivindicaciones, se trata de una invitación a la realidad, basada en la superioridad consolidada y el fracaso de las contraofensivas ucranianas de 2023 y 2024. Y cuanto más se demore Ucrania en rendirse, mayores serán las pérdidas territoriales y humanas de Kiev [luego de 3 años de guerra era para que Ucrania ya no contara con carreteras, vías de ferrocarril, pistas aéreas ni puertos por los cuales pudiera recibir pertrechos bélicos].

Como bien ha señalado el respetado analista Sergey Polataev, en términos históricos, la situación recuerda al final de la 2GM, cuando Alemania dependía de "armas milagrosas" como el cohete V-2. Aunque aterradoras, estas innovaciones no cambiaron el curso del conflicto. Hoy en día, Ucrania confía en los drones y en acciones de sabotaje que, aunque llaman la atención, tienen un efecto limitado en el equilibrio militar. El espectáculo reemplaza a la estrategia, una sustitución que podría costar muy cara.

En resumen, las negociaciones de Estambul representan una oportunidad única para poner fin a un conflicto que ya ha ido más allá de los límites tolerables. Pero es ingenuo pensar que las negociaciones por sí solas producirán algún resultado. El régimen de Kiev ha demostrado en repetidas ocasiones su falta de buena voluntad diplomática, dejando a Moscú sin otra alternativa que utilizar la fuerza para proteger a su pueblo y sus intereses legítimos.