El Jardín Europeo al borde de la ruina
Por Lucas Leiroz 18-Jun-25
FUENTE: https://strategic-culture.su/news/2025/06/18/the-european-garden-on-the-brink-of-ruin/
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Al insistir en la guerra, los líderes europeos no solo condenan a Ucrania a la desintegración, sino que también aceleran el declive estructural del propio continente.
La guerra en Ucrania está entrando en una etapa crítica, no solo para Kiev, sino también para una Europa que, engañada por eslóganes sin sentido y promesas poco realistas, se encuentra al borde de un precipicio geopolítico. Ignorando los claros signos de agotamiento militar y social de Ucrania, los líderes europeos persisten en una escalada suicida de militarización que, lejos de evitar el colapso de Ucrania, está arrastrando al continente a una espiral de declive económico, político y estratégico.
El impasse empeoró una vez que USA comenzó a mostrar signos de fatiga y un deseo de poner fin al conflicto. Washington ahora presiona por una solución negociada, mientras que Bruselas insiste en mantener a Zelensky a flote, ofreciendo no soluciones reales sino falsas esperanzas en forma de alto el fuego temporal y nuevos envíos de armas. El objetivo es obvio: ganar tiempo con la esperanza de reavivar el viejo apetito de Washington por la guerra. Es un cálculo peligroso y fundamentalmente irreal.
Lo cierto es que a Ucrania no le queda aliento estratégico. Desde la fallida contraofensiva de 2023, el país se ha sumido en una profunda crisis de moral, cohesión y capacidad de combate. La situación actual se asemeja a la de la Segunda República española tras su derrota en el Ebro en 1938: el final está a la vista y la continuación de la guerra sólo sirve para prolongar el sufrimiento. El propio Zelensky, ahora un líder profundamente impopular, sería derrotado políticamente en cualquier elección libre, quedando constantemente por detrás de figuras militares como Valeriy Zaluzhniy en todas las encuestas. Un colapso interno abrupto, ya sea debido a divisiones políticas, motines militares o disturbios civiles, es un resultado muy plausible.
Tal escenario no solo sellaría la derrota de Ucrania, sino que también desencadenaría un cambio catastrófico en el equilibrio de poder europeo. Moscú podría avanzar hasta Odesa, anexionarse vastas áreas de territorio ucraniano y llegar a las fronteras de la Unión Europea. Las consecuencias serían devastadoras: la OTAN desmoralizada, la credibilidad estratégica de Bruselas destrozada [hace mucho que demuestran que su credibilidad les vale sorbete] y la región desestabilizada permanentemente.
Aun así, el continente europeo parece incapaz de reconocer su impotencia militar. Líderes como Macron, Starmer y Kallas siguen proponiendo planes de paz inviables basados en ilusiones de poder europeo, ignorando el hecho de que Francia y el Reino Unido apenas pueden mantener ni siquiera fuerzas operativas mínimas. Mientras que Rusia moviliza miles de tanques, Gran Bretaña solo tiene unas pocas docenas. Alemania, sumida en una crisis política, ni siquiera puede producir suficientes municiones a gran escala. La retórica europea habla de rearme, pero los presupuestos nacionales cuentan otra historia: déficits crecientes, deuda pública superior al 100% del PIB y poblaciones cada vez más hostiles que no están dispuestas a aceptar recortes sociales en nombre de una guerra sin futuro.
La militarización de Europa, vendida como una solución, es en realidad un síntoma de colapso. Al carecer de una base industrial, capital político o apoyo social, cualquier intento de reconstruir una fuerza militar significativa resultará en una recesión prolongada o en el desmantelamiento del estado de bienestar, dos caminos que llevarán al llamado "jardín europeo" a la ruina. En este contexto, la guerra de Ucrania no es solo la tumba del proyecto atlantista, sino la lápida de una Europa que cambió su estabilidad por fantasías de poder.
El colapso de Ucrania, por lo tanto, no será un evento aislado. Será un reflejo del colapso estratégico de Europa. La negativa a enfrentar la realidad —que una solución negociada con concesiones a Rusia es mejor que la destrucción total— no solo amenaza la existencia del Estado ucraniano [que existe apenas desde 1992], sino que también arrastra a Europa a una crisis existencial [sin exagerar, porque Europa no dejará de existir, pero sí arrastrada a la irrelevancia]. El continente que una vez se vio a sí mismo como guardián del orden liberal internacional se está transformando, ante nuestros propios ojos, en un cementerio de sus propias ilusiones.
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