jueves, 9 de enero de 2025

Otra vez la FED

 

¿Por Qué el Gobierno Pide Prestado Cuando Puede Imprimilo?

Por Ellen Brown                                                                                         18-Jun-24

FUENTE: https://scheerpost.com/2024/06/18/ellen-brown-why-does-the-government-borrow-when-it-can-print/

 

El texto [en rojo] NO viene en el original y fue agregado por el equipo de traducción. Igualmente lo destacado en amarillo aparece como texto simple en el original.

 


En los primeros siete meses del año fiscal 2024, los intereses netos (pagos menos ingresos) de la deuda federal alcanzaron los 514 mil mdd, superando el gasto en defensa nacional (498 mil mdd) y Medicare (465 mil mdd). El gasto en intereses también superó todo el dinero gastado en veteranos, educación y transporte en conjunto. El gasto en intereses es ahora la segunda partida más grande del presupuesto federal después de la Seguridad Social y la parte del presupuesto que crece más rápido, y va camino de alcanzar los 870 mil mdd para fines de 2024.

 

Según la Oficina de Presupuesto del Congreso, el déficit presupuestario federal fue de 857 mil mdd en los primeros siete meses del año fiscal 2024. En efecto, el gobierno está pidiendo prestado a interés para pagar los intereses de su deuda, lo que agrava la deuda. Para el prestamista, se llama “el milagro del interés compuesto”: los intereses sobre los intereses se acumulan exponencialmente. Pero para el deudor, es una maldición, que se acumula como un cáncer hasta el punto de devorar activos mientras sigue aumentando la deuda. Como escribe Daniel Amerman, un analista financiero certificado, en un artículo titulado “¿Podría un incendio forestal de interés compuesto amenazar la solvencia de USA?”:

[L]a mayor amenaza relacionada con la deuda para la solvencia del gobierno de USA y el valor del dólar podría ser el hecho de que el país en realidad no está realizando ningún pago neto de capital o intereses sobre su deuda. Es decir, el gobierno de USA está pidiendo dinero prestado para pagar los intereses, al mismo tiempo que pide prestado para renovar los pagos del capital, al mismo tiempo que pide prestado aún más para financiar el gasto general que excede los impuestos recaudados.

Esto crea el riesgo [no es riesgo, es certidumbre] de una posible acumulación y aceleración de los pagos de intereses sobre esa deuda. …

En otras palabras, el gobierno de USA es efectivamente insolvente, a menos que se produzcan algunos cambios importantes. Ésa es exactamente la razón por la que debemos prever que habrá cambios importantes.

El Comité para un Presupuesto Responsable concluye de manera similar: “Sin reformas para reducir la deuda y los intereses, los costos de los intereses seguirán aumentando, desplazando el gasto en otras prioridades y agobiando a las generaciones futuras”. De hecho, nosotros somos esa generación futura. Las gallinas han vuelto al gallinero. Según USDebtClock.org, la deuda es ahora de 34.8 bdd. Se estima que tendríamos que gravar a todos a una tasa del 40%, sin deducciones, para equilibrar los presupuestos de nuestros gobiernos federales y locales, una obviedad. Las reformas son necesarias, pero ¿de qué tipo?

 

¿Por qué el gobierno toma prestada su propia moneda?

Esta pregunta se le hizo al economista Martin Armstrong, quien respondió:

La teoría era que si uno tomaba prestado en lugar de imprimir dinero, NO estaba aumentando la oferta monetaria existente y, por lo tanto, en teoría, no sería inflacionario.

Eso sería cierto si se pagara la deuda, pero hoy el gobierno no paga la deuda sino que simplemente sigue renovándola, pagando los bonos viejos a medida que vencen con bonos nuevos, actualmente a tasas de interés más altas. Armstrong concluye:

Tomamos prestado, lo cual es peor que imprimir porque tenemos que pagar intereses por renovar constantemente la deuda. Este año, gastaremos alrededor de $1 billón en intereses, la deuda nacional total cuando Reagan asumió el cargo en 1981…

Si hubiéramos impreso el dinero en lugar de pedir prestado, habría sido menos inflacionario y el capital habría creado más empleos en lugar de invertir en deuda gubernamental que solo ha financiado los sueños más locos de los neoconservadores [que él explicó como “establecer bases militares en todas partes”]. [Énfasis añadido.]

Un informe publicado por la Comisión Grace durante la administración Reagan concluyó que en ese momento, la mayor parte de los ingresos por impuestos federales sobre la renta se destinaban únicamente a pagar los intereses de la creciente deuda del gobierno. Una carta dirigida al presidente Reagan afirmaba que un tercio de todos los impuestos sobre la renta se consumían en el despilfarro y la ineficiencia del gobierno federal. Otro tercio de los impuestos efectivamente pagados se destinaba a compensar los impuestos no pagados por los evasores fiscales y la creciente economía sumergida, un fenómeno que había florecido en proporción directa a los aumentos de impuestos. El informe concluía:

Como dos tercios de los impuestos sobre la renta de las personas físicas se desperdician o no se recaudan, el 100% de lo recaudado se absorbe únicamente en los intereses de la deuda federal y en las contribuciones del gobierno federal para transferir los pagos. En otras palabras, todos los ingresos por impuestos sobre la renta de las personas físicas se pierden antes de que se gaste un solo centavo en los servicios que los contribuyentes esperan de su gobierno.

Como observó Thomas Edison en 1921:

Si nuestra nación puede emitir un bono en dólares, puede emitir un billete de dólar. El elemento que hace que el bono sea bueno, también hace que el billete sea bueno. La diferencia entre el bono y el billete es que el bono permite a los corredores de divisas recaudar el doble de la cantidad del bono y un 20% adicional, mientras que la moneda no paga a nadie más que a quienes contribuyen directamente de alguna manera útil.

Es absurdo decir que nuestro país puede emitir 30 mdd en bonos y no 30 millones en moneda. Ambas son promesas de pago, pero una promesa engorda a los usureros y la otra ayuda a la gente.

Es más barato imprimir dinero directamente que pedir prestado dinero a un interés que nunca se devuelve. Los Greenbackers que marcharon sobre Washington en 1897 tenían razón. Deberíamos imprimir dinero, no para emprendimientos especulativos (“ingresos no ganados”), sino para actividades productivas. Los Greenbackers buscaban volver al sistema en el que el gobierno de Lincoln emitía billetes estadounidenses o Greenbacks directamente, para evitar una deuda agobiante con los banqueros británicos. Marchaban por los productores económicos —los agricultores y los trabajadores de las fábricas, representados por el Espantapájaros y el Hombre de Hojalata en El mago de Oz, que tomó su argumento de aquella primera marcha sobre Washington.

¿No resultará simplemente imprimir dinero en hiperinflación? No necesariamente. La inflación de precios es resultado de demasiado dinero para muy pocos bienes. Cuando el dinero se utiliza para crear nuevos bienes y servicios, los precios se mantienen estables. Los chinos lo demostraron cuando aumentaron la oferta monetaria en un factor de 1800% (18 veces) en los 23 años entre 1996 y 2020. El nuevo dinero se destinó a infraestructura y otras formas de productividad, aumentando el PIB al mismo ritmo; y la inflación de precios se mantuvo consistentemente baja durante ese período.

Pero “a toro pasado, todo mundo es Manolete”. ¿Qué se puede hacer ahora con la creciente deuda federal y la factura de intereses?

 

Posibles soluciones del Tesoro

Hipotéticamente, el Tesoro podría recomprar su deuda. Pero en nuestro sistema actual, esto tendría que hacerse con más deuda, a tasas de interés aún más altas. De hecho, el Tesoro lo está haciendo ahora, pero en proporciones modestas y con un propósito diferente. Su objetivo es crear un mercado líquido en bonos del Tesoro a largo plazo, el tipo de bonos que Silicon Valley Bank se vio obligado a vender con un gran descuento, generando fondos insuficientes para evitar la masiva corrida de sus depósitos en marzo de 2023. Se descubrió que casi 200 bancos estaban en dificultades similares e igualmente vulnerables a las corridas. Sin embargo, sería contraproducente para el Tesoro recomprar porciones importantes de su deuda con más deuda a un interés más alto, lo que solo agravaría la deuda y la carga de intereses [sería poner en práctica aquel relato del indio que tenía frío y decidió alargar su manta cortándole un pedazo en un extremo y cosiéndolo en el extremo opuesto].

Otra opción sería emitir monedas de 35 billones de dólares [como se diría en inglés: bullshit!].

La idea de acuñar monedas de gran denominación para resolver problemas económicos fue evidentemente sugerida por primera vez por un presidente del Subcomité de Moneda de la Cámara de Representantes de los Estados Unidos a principios de la década de 1980. Señaló que el gobierno podría pagar toda su deuda con algunas monedas de mil millones de dólares, es decir, simplemente “imprimiendo” o “acuñando” el dinero. La Constitución le da al Congreso el poder de acuñar dinero y regular su valor, y no se pone ningún límite al valor de las monedas que crea. Por supuesto, hoy en día tendrían que ser monedas de un billón de dólares.

Sin embargo, en una legislación iniciada en 1982, el Congreso decidió imponer límites a las cantidades y denominaciones de la mayoría de las monedas. La única excepción fue la moneda de platino, que, según una disposición especial, podía acuñarse en cualquier cantidad con fines conmemorativos.

En 2013, un abogado llamado Carlos Mucha, que escribía un blog bajo el seudónimo de Beowulf, propuso emitir una moneda de platino para aprovechar esta laguna jurídica; y, con el estancamiento interminable en el Congreso sobre el techo de la deuda, los economistas serios la adoptaron como una forma de dar jaque mate a los halcones del déficit. Philip Diehl, exdirector de la Casa de la Moneda de Estados Unidos y coautor de la ley de la moneda de platino, confirmó que la moneda sería de curso legal:

Al acuñar la moneda de platino de un billón de dólares, el Secretario del Tesoro estaría ejerciendo una autoridad que el Congreso ha otorgado rutinariamente durante más de 220 años... en virtud del poder expresamente otorgado al Congreso en la Constitución (Artículo 1, Sección 8).

La ​​acuñación de monedas de un billón de dólares evoca imágenes de billetes de un millón de marcos llenando carretillas. Pero como observa el economista Michael Hudson:

Toda hiperinflación de la historia ha sido causada por el servicio de la deuda externa que ha colapsado el tipo de cambio. El problema casi siempre ha sido resultado de tensiones cambiarias en tiempos de guerra, no del gasto interno.

El profesor Randall Wray explicó que la moneda no circularía, sino que se depositaría en la cuenta del gobierno en la Reserva Federal, por lo que no podría inflar la oferta monetaria circulante [lo que no se dice claramente aquí es que se le estaría “pagando” a la Reserva Federal con algo que ella no podría gastar y que habiéndose liquidado la ‘deuda”, la Reserva Federal dejaría de recibir intereses. Sería más simple decretar que la “deuda” de la Fed es nula]. El presupuesto aún necesitaría la aprobación del Congreso. Para mantener un control del gasto, el Congreso solo tendría que cumplir algunas reglas básicas de economía. Podría gastar en bienes y servicios hasta el pleno empleo sin crear inflación de precios (ya que la oferta y la demanda aumentarían juntas). Después de eso, tendría que imponer impuestos, no para financiar el presupuesto, sino para reducir la oferta monetaria circulante y evitar que los precios subieran con un exceso de demanda.

Si emitir 35 monedas por un valor de un billón de dólares cada una parece demasiado radical, el Tesoro podría emitir solo una moneda de un billón de dólares al año, destinada específicamente a cubrir los intereses [si los intereses se van a devolver, ¿para qué se necesita emitir tal moneda para cubrirlos?]. Un enfoque híbrido similar funcionó para los colonos de Pensilvania cuando formaron su primer banco propiedad del gobierno a principios del siglo XVIII. Otras colonias emitían “vales coloniales”, pero era más fácil emitirlos que gravarlos con impuestos, y normalmente emitían demasiado, inflando la oferta monetaria y devaluando la moneda. Los colonos de Pensilvania formaron un “banco de tierras” y emitieron dinero en forma de préstamos a los agricultores al 5% de interés. Para cubrir el interés no creado en los préstamos originales, el gobierno pudo emitir vales en papel directamente para financiar su propio presupuesto. Como resultado, Pensilvania se convirtió en la economía más productiva de las colonias.

 

¿Qué tal si se recurre a la Reserva Federal?

La Reserva Federal está en condiciones de emitir dinero sin intereses, no como depósitos creados por los bancos que circulan como nuestra oferta monetaria M2, sino como las reservas que necesitan los bancos para hacer frente a las transferencias y retiros interbancarios. Cuando la Reserva Federal compra valores federales, tiene la obligación de devolver el interés al Tesoro después de deducir sus costos [pero si no los compra, entonces no devuelve los intereses].

En 2011, el candidato presidencial republicano Ron Paul propuso abordar el techo de la deuda simplemente anulando los 1.7 bdd en títulos federales que tenía entonces la Reserva Federal. Como explicó Stephen Gandel en la revista Time, la solución de Paul es que el Tesoro pague intereses sobre los títulos a la Reserva Federal, que devuelve el 90% de estos pagos al Tesoro [¿y los costos de la Res. Federal equivalen al 10%?. Este % representa 288 mdd/día]. A pesar de este juego de pagos, los 1.7 billones de dólares en bonos estadounidenses que posee la Reserva Federal todavía se contabilizan para el techo de la deuda. El plan de Paul:

“Lograr que la Reserva Federal y el Tesoro destruyan esa deuda. De todos modos, es deuda falsa. Y la Reserva Federal está legalmente autorizada a devolver la deuda al Tesoro para que la destruya”.

El congresista demócrata Alan Grayson también respaldó esta propuesta.

Pero desde junio de 2022, la Reserva Federal no ha estado comprando títulos, sino vendiendo los que ya tiene, reduciendo su balance en un esfuerzo por combatir la inflación de precios reduciendo la oferta monetaria mediante un “ajuste cuantitativo”. El banco central se considera “independiente” del Congreso, pero podría argumentarse que el Congreso podría revisar la Ley de la Reserva Federal para exigir a la Reserva Federal que compre valores federales.

 

Un impuesto a las transacciones financieras

De no existir esas alternativas, otra posibilidad es un impuesto muy pequeño a las transacciones financieras. En un libro de 2023 titulado A Tale of Two Economies: A New Financial Operating System for the American Economy [Un Cuento de Dos Economías: Un Nuevo Sistema Operativo Financiero para la Economía Estadounidense], el veterano de Wall Street Scott Smith sostiene que estamos gravando las cosas equivocadas: los ingresos y las ventas físicas. De hecho, tenemos dos economías: la economía material en la que se compran y venden bienes y servicios, y la economía monetaria que implica el comercio de activos financieros (acciones, bonos, divisas, etc.), que básicamente “hacen dinero” sin producir nuevos bienes o servicios.

Basándose en datos del Banco de Pagos Internacionales y la Reserva Federal, Smith muestra que la economía monetaria es cientos de veces más grande que la economía física. La brecha presupuestaria podría cerrarse imponiendo un impuesto de apenas el 0.1% a las transacciones financieras, eliminando no solo los impuestos sobre la renta sino todos los demás impuestos que pagamos hoy. Con un impuesto a las transacciones financieras (ITF) del 0.25%, podríamos financiar beneficios que hoy no podemos permitirnos y que estimularían el crecimiento de la economía real, incluidos no sólo infraestructura y desarrollo, sino también educación universitaria gratuita, un ingreso básico universal y atención médica gratuita para todos. Smith sostiene que incluso podríamos pagar la deuda nacional en 10 años o menos con un ITF del 0.25%.

¿Son estas propuestas demasiado radicales? Tal vez, pero las crisis existenciales exigen soluciones radicales.

 

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