Trump puede ser alcanzado por un misil Oreshnik en Ucrania incluso antes de llegar a China
Por Pepe Escobar 27-Nov-24
FUENTE: https://strategic-culture.su/news/2024/11/27/trump-may-be-oreshniked-on-ukraine-even-before-he-gets-china/
El texto [en rojo] NO viene en el original y fue agregado por el equipo de traducción. Igualmente lo destacado en amarillo aparece como texto simple en el original.
Ahora que Oreshnik
entra en escena, en todas partes donde el Hegemón intente acosar a China,
también tendrá que enfrentarse a Rusia.
En lo que respecta al armamento ruso de última generación, lo que el inestimable Ray McGovern define como el MICIMATT [The Military-Industrial-Congressional-Intelligence- Media-Academia-Think-Tank=El Complejo militar, congresional, de inteligencia, mediático, académico y de centros de análisis] —todo el complejo hegemónico— parece vivir en un estupor perpetuo.
No tenían ni idea de Kalibr, Sarmat, Khinzal, Zircon o Avangard antes de que los presentaran. No tenían ni idea de Oreshnik (“Avellana”) antes de la advertencia protocolaria de los rusos de 30 minutos, que anunciaba que se avecinaba una prueba de misiles, y que no era nuclear. Los estadounidenses asumieron que sería simplemente otra prueba de misiles balísticos, como las que se realizan rutinariamente cerca del Ártico.
Incluso el presidente Putin no sabía que Oreshnik estaba listo para su primer plano hasta el último minuto [esto resulta difícil de creer]. Y el portavoz del Kremlin, Peskov, confirmó que solo un círculo ultra-enrarecido sabía que Oreshnik existía.
En pocas palabras: el MICIMATT sólo ve lo que Rusia decide y quiere mostrar. Digamos que es un voto de secreto a prueba de fugas que permea el complejo militar ruso, que, por cierto, es una enorme empresa estatal nacionalizada con unos pocos componentes privados.
Y eso ofrece al gobierno ruso, en la práctica, mejor ingeniería, mejor física, mejores matemáticas y mejores resultados prácticos finales que cualquier otra cosa en el engreído Occidente colectivo.
Oreshnik —un sistema de armas cinéticas— es un punto de inflexión certificado en lo que se refiere a tecnología militar y guerra en más de un sentido: en realidad, en varios. La física simple nos dice que al combinar suficiente fuerza cinética y masa, se garantiza una devastación total, comparable a la de un arma nuclear de potencia baja o media. Con el beneficio adicional de no producir radiación.
El Oreshnik es un misil balístico de alcance intermedio (IRBM, por sus siglas en inglés), que Rusia estaba desarrollando (junto con otros sistemas) incluso antes de que Trump 1.0 retirara a USA del tratado INF en 2019.
Algunos análisis concisos han señalado cómo se puede incorporar el Oreshnik a misiles no nucleares intercontinentales (la cursiva es mía). Los rusos están siendo muy diplomáticos, sin enfatizar que si se lanza el Oreshnik desde el Lejano Oriente ruso, puede alcanzar fácilmente la mayoría de las latitudes de USA.
Además, la aplicación de la tecnología del Oreshnik a los misiles tácticos (Putin dijo a fines de la semana pasada que esto ya está sucediendo) también cambia todo el dominio táctico.
La nueva jugada en la ciudad es que Rusia es capaz de lanzar armas cinéticas de velocidad ultraalta literalmente en cualquier parte del mundo, después de advertir a los civiles que abandonen el área alrededor de los objetivos. Y no hay absolutamente ninguna defensa contra eso, en ningún lugar.
No hay dónde correr, nena, no hay dónde esconderse
Es bastante predecible que el MICIMATT, arrogante e ignorante, así como la OTAN y todo el colectivo occidental con el cerebro lavado, simplemente no tengan idea de lo que acaba de golpearlos, aparentemente de la nada.
Para ser conciso: un sistema con el poder destructivo de un arma nuclear táctica pero con la precisión de la bala de un francotirador de primera.
Por tanto, portaaviones de mil mdd son presa fácil; todo el Imperio de las Bases, con más de 800 bases; búnkeres subterráneos de todo tipo; plataformas de lanzamiento de misiles balísticos intercontinentales; astilleros navales; por no hablar del cuartel general de la OTAN en Bruselas, la base Aegis Ashore en Redzikowo (Polonia), el centro de fuerzas conjuntas de la OTAN en los Países Bajos, el mando sur de la OTAN en Nápoles: todos estos activos inmensamente caros son presa fácil para los Oreshniks no nucleares capaces de reducirlos a polvo en un instante después de volar durante unos minutos a más de Mach 10.
A estas alturas, multitudes de personas en todo el mundo saben que el Oreshnik puede llegar a Berlín en 11 minutos y a Londres en 19 minutos. También que, lanzado desde el sur de Rusia, Oreshnik puede llegar a la base aérea estadounidense en Qatar en 13 minutos; lanzado desde Kamchatka en el Lejano Oriente, puede llegar a Guam en 22 minutos; y lanzado desde Chukotka, puede llegar a los silos Minuteman III en Montana en 23 minutos.
Para citar el épico éxito de Motown [disquera de USA, principalmente con intérpretes afroamericanos] de los años 60: “Nowhere to run, baby, nowhere to hide” (No hay lugar a donde correr, nena, ningún lugar donde esconderse).
La prueba gráfica de que el MICIMATT y la OTAN no tienen ni la menor idea de lo que los golpeó —y los golpeará de nuevo— es la demencia de la escalada que está en vigor incluso después de que las ojivas de Oreshnik redujeran a pedazos una fábrica de misiles en Dnipropetrovsk. E incluso después de que Moscú dejara muy claro que no necesitan armas nucleares para atacar lo que quieran en cualquier lugar de la Tierra.
El MICIMATT y la OTAN, en tándem, lanzaron ATACMS dos veces contra Kursk [pero curiosamente no más, luego de lo de Dnipropetrovsk. Como dice el dicho: «El miedo no anda en burro»]; lanzaron un globo sonda de relaciones públicas relacionado con la posibilidad suicida de enviar armas nucleares a Kiev; la OTAN advirtió a las empresas que entraran en un “escenario de guerra”; el almirante de sillón de la OTAN Rob Bauer, una entidad holandesa sin personalidad, abogó por bombardeos preventivos de Rusia; El Petit Roi en Francia y el espantoso primer ministro británico reiniciaron la táctica de los “despliegues de tropas” en Ucrania (Starmer luego se retractó); y por último, pero no menos importante, el gobierno de Liver Sausage [Salchicha de Hígado, como un exembajador ucraniano denominó a Olaf Scholz] en Alemania comenzó a trazar planes para usar estaciones de metro como refugios antiaéreos.
Toda esta paranoia de la escalada suena como un grupo de niños gritando y jugando en su sucio arenero. Porque para todos los efectos prácticos es Rusia la que ahora gobierna el juego de la escalada.
Separar a Rusia de China es difícil de hacer
Y eso nos lleva a Trump 2.0.
El Estado Profundo ya ha puesto en la mira a Trump con una guerra feroz —una contrainsurgencia preventiva de facto, incluso antes de que intente hacer algo práctico con respecto al colapso del Proyecto Ucrania de la OTAN [Este párrafo pretende hacer creer que Trump está empeñado en una guerra con el Estado Profundo, como si fueran entes equiparables y, eso, simplemente es risible y engañapentontos].
Su salida ideal podría ser una salida al estilo Afganistán, dejando todas las cargas por delante a una canasta de chihuahuas de la OTAN. Aún así, eso no va a suceder.
Andrey Sushentsov es director de programas del Club Valdai y decano de la Escuela de Relaciones Internacionales del MGIMO. Es uno de los principales analistas de Rusia. Sushentsov le soltó esta perla a TASS, entre otras cosas:
“Trump está considerando poner fin a la crisis ucraniana, no por simpatía hacia Rusia, sino porque reconoce que Ucrania no tiene posibilidades realistas de ganar. Su objetivo es preservar a Ucrania como una herramienta para los intereses estadounidenses, centrándose en congelar el conflicto en lugar de resolverlo. En consecuencia, bajo el gobierno de Trump, la estrategia a largo plazo de contrarrestar a Rusia persistirá. USA sigue beneficiándose de la crisis ucraniana, independientemente de qué administración esté en el poder”.
Sushentsov reconoce plenamente que “el sistema estatal de USA es una estructura inercial que se resiste a las decisiones que considera contrarias a los intereses estadounidenses, de modo que no todas las ideas de Trump se harán realidad”.
Esa es sólo una ilustración gráfica, entre muchas, de que Moscú no alberga ninguna ilusión sobre Trump 2.0. Las condiciones de Putin para un intento de resolver el enigma de Ucrania se conocen al menos desde junio: retirada total de Kiev de Donbass y Novorossiya; Ucrania no debe formar parte de la OTAN; fin de las más de 15,000 sanciones occidentales; y una Ucrania no alineada y libre de armas nucleares.
Eso es todo. No hay algo negociable; de lo contrario, la guerra continuará en los campos de batalla, como Rusia considere conveniente, hasta la rendición total de Ucrania.
Evidentemente, los Cinco Ojos —en realidad, sólo dos (USA y el R.Unido)— más su esbirro Francia, codo a codo con los silos más poderosos dentro del Estado Profundo, seguirán obligando a Trump a redoblar sus esfuerzos en el Proyecto Ucrania, que es una parte esencial [falso; no es esencial, pero sí pueden establecer un receso, mientras atizan problemas en otro lado (Georgia, Siria) del espíritu de las Guerras Eternas.
Lo máximo que podría hacer es desviar la atención del Proyecto Ucrania complaciendo a los psicópatas genocidas del Antiguo Testamento de Tel Aviv, más la armada sionista-conservadora de Washington, en su obsesión de obligar a Washington a luchar su guerra contra Irán. Hablemos de un ligero cambio de enfoque de las Guerras Eternas.
Teherán no sólo exporta la mayor parte de su energía a China, sino que es un nodo absolutamente esencial del Corredor Internacional de Transporte Norte-Sur (INSTC, por sus siglas en inglés), así como de la Iniciativa del Región-Camino (BRI, por sus siglas en inglés); es decir, la Eurasia entrecruzada de norte a sur y de este a oeste.
Esa sería la verdadera guerra de elección: simultáneamente contra tres BRICS (Rusia, China e Irán). Después de todo, la clase dirigente estadounidense ya está comprometida con una guerra híbrida a vida o muerte contra los BRICS.
Aun así, el enfrentamiento Trump 2.0/China será el eje de la política exterior del Hegemón a partir del 20-Enero. Prácticamente todos los designados por Trump —por equivocados que puedan estar— creen que es posible romper la asociación estratégica integral Rusia-China e impedir que China compre energía a Irán.
Habrá intentos de interrumpir las rutas de navegación y las líneas de suministro —desde las Rutas Marítimas de la Seda en la costa del Océano Índico hasta la Ruta del Mar del Norte en el Ártico, incluidas posibles banderas falsas a lo largo de la INSTC.
Pero ahora que Oreshnik entra en escena, dondequiera que el Hegemón intente acosar a China también tendrá que enfrentarse a Rusia. Así que la tentación de poner fin al Proyecto Ucrania y la invasión de la OTAN en las fronteras occidentales de Rusia siempre estará presente en el fondo de la mente de Trump, parte de un síndrome de “seducir a Rusia para socavar a China”. El problema para el Hegemón es que las asociaciones estratégicas interconectadas entre Rusia, China e Irán, que abarcan los BRICS y la OCS, tienen otras ideas —cinéticas—.
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