Reajustes en el Medio Oriente
por Thierry
Meyssan 20-Jun-17
FUENTE: http://www.voltairenet.org/article196900.html
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original y fue agregado por el equipo del blog. Igual-mente lo destacado en
amarillo aparece como texto normal en el original.
Los países del Medio Oriente ampliado se dividen ahora entre partidarios y adversarios del clericalismo, mientras que Washington, Moscú y Pekín negocian una nueva distribución de cartas. Thierry Meyssan evalúa el impacto de este verdadero terremoto en los conflictos que ya estaban desarrollándose en Palestina, en Siria e Irak, así como en Yemen.
El jeque Tamin ben Hamad al-Thani, emir
de Qatar.
La crisis diplomática alrededor de Qatar ha congelado varios
conflictos regionales y disimulado varios intentos de arreglos vinculados a
otros [Por lo inédito del conflicto, cabe preguntarse
si no se trata de una operación distractora] . Nadie sabe cuándo se
levantará el telón, pero lo que sí es seguro es que cuando eso suceda veremos
una región profundamente transformada.
1– El conflicto palestino
Desde que la mayoría de los palestinos fueron expulsados de
su tierra —el 15 de mayo de
1948, en lo que hoy se designa como la Nakba— y que los pueblos árabes rechazaron aquella limpieza étnica, lo
único que había modificado parcialmente la distribución del juego era la paz
separada israelo-egipcia pactada en los acuerdos de Camp David (en 1978) y la
promesa de resolver la cuestión palestina mediante la creación de dos Estados,
surgida de los acuerdos de Oslo (en 1993).
Sin embargo, cuando la existencia de negociaciones secretas
entre Irán y Estados Unidos se dio a conocer, Arabia Saudita e Israel
decidieron conversar entre sí. Al cabo de 17 meses de encuentros secretos, se
concluyó un acuerdo entre el Guardián de las Dos Mezquitas y el Estado judío
[1]. Este acuerdo se concretó a través de la participación del ejército de
Israel en la agresión contra Yemen [2] y de la entrega de bombas atómicas
tácticas israelíes al reino de los Saud [3].[resulta virtualmente imposible creer que Satanyahu sea
tan confiado y “compartido”].
Recordemos que ese acuerdo también preveía hacer que Arabia
Saudita evolucionara de forma tal que su sociedad siguiera siendo salafista y
sus instituciones pasaran a ser laicas. Estipulaba además la independencia del
Kurdistán iraquí —donde se
realizará un referéndum en septiembre—
y la explotación simultánea de los yacimientos de gas del desierto de Rub
al-Khali (a menudo designado como The Empty Quarter), en territorios de Arabia
Saudita y Yemen —yacimientos
que son la verdadera razón de la actual guerra contra Yemen— y los de la región de Ogadén —lo cual explica la retirada, esta
semana, de las tropas qataríes de la frontera con Yibuti.
Finalmente, Egipto cedió a Arabia Saudita las islas de Tiran
y Sanafir, cumpliendo así el compromiso que había contraído hace un año. Al
aceptar la posesión de esas islas, Riad reconoce de facto los acuerdos de Camp
David, que estipulan la libre circulación de los barcos israelíes en las aguas
circundantes. Israel incluso confirmó que ha recibido garantías de Arabia
Saudita en ese sentido.
Es importante observar que lo que llevó a Egipto a ceder las
islas no fue la presión de Arabia Saudita —aunque Riad bloqueó tanto sus entregas de petróleo al Cairo como
un préstamo de 12 000 millones de dólares— sino la crisis diplomática del Golfo. Los Saud oficializaron su
ruptura con la Hermandad Musulmana, proceso que ya venía avanzando desde que el
presidente egipcio al-Sissi les entregó una serie de documentos que demostraban
la existencia de un proyecto de golpe de Estado en Arabia Saudita en el que
estaban implicados varios miembros de la cofradía. Al principio, Arabia Saudita
creyó ser capaz de separar a los “buenos” de los “malos”, entre los miembros de
la Hermandad Musulmana. El reino ya había acusado a Qatar de aportar respaldo a
los golpistas, pero en aquel momento las cosas se desarrollaron por la vía
pacífica. Actualmente, Riad tiene intenciones de luchar contra toda la
Hermandad Musulmana y eso lo obliga a revisar su posición hacia Siria.
La cesión de las islas de Tiran y Sanafir, egipcias desde la
Convención de Londres de 1840, no tiene otra razón de ser que permitir que
Arabia Saudita reconozca de forma implícita —al cabo de 39 años—
los acuerdos de paz separada firmados en Camp David entre Egipto e Israel.
Por su parte, Teherán acogió a la dirección política del
Hamas —que se compone
principalmente de miembros de la Hermandad Musulmana—, tanto en nombre de la solidaridad con la causa palestina como
por el hecho que comparte con los dirigentes del Hamas la misma concepción del
islam político.
La próxima etapa será el establecimiento de relaciones
comerciales públicas entre Riad y Tel Aviv, que ya se mencionan en la edición
del 17 de junio del diario británico The Times —varias empresas israelíes parecen haber sido autorizadas a
operar en Arabia Saudita y la compañía aérea israelí El-Al podría utilizar el
espacio aéreo saudita [4]—, y
después vendrían el reconocimiento de la iniciativa de paz del príncipe saudita
Abdala —adoptada por Liga Árabe
en 2002— y el establecimiento
de relaciones diplomáticas —el
príncipe Walid ben Talal se convertiría en embajador del reino en Israel [5].
Ese proyecto podría conducir a la paz en Palestina
(reconocimiento de un Estado palestino e indemnización para los refugiados [Satanyahu no es partidario ni de un estado para judíos y
palestinos ni de dos estados, uno judío y otro palestino, sino de un solo
estado exclusivamente judío. Él confía en posponer indefinidamente las pláticas
de paz mientras expulsa o extermina a los palestinos), en Líbano
(retirada israelí de las Granjas de Shebaa) y en Siria (cese del apoyo a los
yihadistas y retirada israelí del Golán).
El tema del Golán ha de resultar particularmente difícil ya
que el gobierno de Netanyahu ha reafirmado —en son de provocación—
su anexión mientras que Estados Unidos y Rusia reaccionaron duramente ante la
expulsión de la Fuerza de Naciones Unidas de Observación de la Separación
(FNUOS) [sic! y resic!] y la sustitución de sus
cascos azules por los yihadistas de al-Qaeda [6]. No sería, sin embargo,
imposible que durante la guerra en Siria, Washington o Moscú se hayan
comprometido con Tel Aviv a mantener el statu quo en el Golán.
Ese proyecto de arreglo general es un reflejo del modus
operandi de Donald Trump y Jared Kushner como hombres de negocios: crear una
situación económica que impone un cambio político. Y encontrará probablemente
la oposición de la Hermandad Musulmana (el Hamas) y del triángulo del islam
político conformado por Irán, Qatar y Turquía.
2– El conflicto en territorios de Irak y Siria
Todos los actores regionales están de acuerdo en considerar
que Irak y Siria constituyen en este momento un solo campo de batalla. Pero los
occidentales, que se aferran a las mentiras de la administración de George Bush
hijo —incluso cuando admiten la
inexistencia de las armas de destrucción masiva que supuestamente tenía Saddam
Hussein— y a la versión
romántica de las «primaveras árabes» -incluso cuando reconocen que ese
movimiento nunca trató de favorecer la libertad sino, por el contrario, de
imponer el islam político— se
obstinan en considerarlos dos escenarios diferentes.
En este punto, remito a nuestros lectores a mi libro Sous
nos yeux [=Bajo nuestros ojos] en cuanto a cómo
se inició esta guerra [7]. El hecho es que, desde el inicio de la crisis
alrededor de Qatar, la guerra en Irak y en Siria se ha limitado a
(1) la lucha contra el Emirato
Islámico (Daesh), en Mosul y Raqqa, y a
(2) la lucha contra Turquía, en
Baachiqa y al-Bab [8].
Lo que resulta evidente para todos en la región es que, desde la llegada al poder del
presidente chino Xi Jinping con el proyecto de creación de dos “rutas de la
seda”, Washington ha estimulado la creación de un «Sunnistán» en territorios
pertenecientes a Irak y a la República Árabe Siria. Con ese objetivo,
Washington financió, armó y dirigió las fuerzas del Emirato Islámico para que
bloquearan el eje de comunicación terrestre Beirut-Damasco-Bagdad-Teherán-Pekín.
Desde hace 4 meses, la administración Trump estudia y
negocia de qué manera pudiera modificar esa política y reemplazar por una
asociación con Pekín la actual situación de enfrentamiento [9].
Mientras que en el terreno asistimos a una verdadera
sucesión de acontecimientos contradictorios, los ejércitos de Irak y de la
República Árabe Siria han avanzado rápidamente desde el inicio de la crisis
alrededor de Qatar. En su rápido avance hacia la frontera común, ambos
ejércitos han liberado del control del Emirato Islámico sus zonas fronterizas y
hoy están a punto de entrar en contacto —con
lo cual restablecerían la ruta de la seda. Ya sólo los separan, en el punto de
confluencia, unos 200 metros de terreno ilegalmente controlado por fuerzas de
Estados Unidos [10].
En cuanto a los combates en el sur de Siria… han cesado
inesperadamente. Damasco proclamó unilateralmente un alto al fuego en Deraa. En
realidad, Moscú y Washington dieron a Tel Aviv garantías de que Siria sólo
permitirá frente a la frontera israelí el despliegue de fuerzas rusas,
excluyendo la presencia allí de fuerzas iraníes o del Hezbollah libanés.
En pocas palabras, si el Pentágono sigue las órdenes de la
Casa Blanca, debería producirse un amplio cese del conflicto. Sólo quedaría por
resolver entonces la ocupación turca de territorios en Irak y Siria, según el
modelo de la ocupación turca en Chipre, situación a la que la Unión Europea se
ha acomodado en una evidente muestra de cobardía. En la nueva situación,
Estados Unidos y Arabia Saudita, hasta ahora enemigos de Irak y Siria, se
convertirían nuevamente en sus aliados.
3– El conflicto en Yemen
Es posible que los yemenitas salgan perjudicados del actual
cambio de situación. Aunque resulta totalmente evidente que Arabia Saudita
entró en guerra para instalar en Yemen un régimen favorable a la explotación
conjunta de los yacimientos de hidrocarburos del desierto de Rub al-Khali y
para dar al príncipe Mohamed ben Salman la posibilidad de “acumular méritos” [esta razón resulta más lógica que lo de la explotación
conjunta, aunque la verdad, el principito no ha podido acumular gran cosa de
méritos], la ayuda que Irán ha aportado a los Huthis y al ex presidente
Saleh desvía las miradas de los países árabes y de la llamada «comunidad
internacional» de los crímenes que allí se cometen.
En efecto, cada cual tiene que escoger su bando y casi todos
han optado por ponerse del lado de Arabia Saudita contra Qatar y los aliados
turcos e iraníes del pequeño emirato. Lo que pudiera ser positivo para
Palestina, Irak y Siria resulta negativo para Yemen.
Conclusión
Desde el 5 de junio de 2017 y la ruptura de relaciones
diplomáticas entre Arabia Saudita y Qatar, las cancillerías se preparan para
una posible guerra, aunque sólo Alemania ha mencionado públicamente esa
posibilidad. La situación es extremadamente sorprendente, sobre todo si se
tiene en cuenta que no es Arabia Saudita sino Qatar quien ostenta el estatus de
observador en el seno de la OTAN [11].
Mientras tanto, anuncios de dimisiones siguen llegando
constantemente de Doha y van desde la embajadora estadounidense Dana Shell
Smith hasta el entrenador uruguayo de la selección de futbol de Qatar, Jorge
Fossati. Y no sólo los países que se han puesto del lado de Arabia Saudita han
cortado sus relaciones comerciales con Qatar. También lo han hecho, ante el
riesgo de guerra, numerosas empresas sin vínculos particulares con la región
del Golfo, como la China Ocean Shipping Company (COSCO), la mayor compañía
naviera de China y una de las más grandes del mundo.
En todo caso, aunque sus reclamos —basados en la historia—
están realmente justificados [extraño momento para
hacer reclamos], parece a todas luces imposible que Arabia Saudita anexe
Qatar, teniendo en cuenta que antes se opuso a la anexión de Kuwait por parte
del Irak de Saddam Hussein, basada exactamente en las mismas razones
históricas. Una regla se
impuso en el mundo desde los tiempos de la colonización británica: nadie tiene
derecho a modificar las fronteras que Londres impuso con un solo objetivo, que
es precisamente perennizar problemas insolubles para los Estados nacidos de los
procesos de independencia.
De hecho, así logra Londres que esos Estados sigan
dependiendo de su antigua metrópoli. En el caso que ahora nos ocupa, la próxima llegada de 43 000
soldados pakistaníes y turcos que asumirían la defensa de Qatar debería
fortalecer su posición.
Notas
[1]
«Exclusivo: Los planes secretos de Israel y Arabia Saudita», por Thierry
Meyssan, Red Voltaire, 22 de junio de 2015.
[2] «La
Fuerza “Árabe” de Defensa Común», por Thierry Meyssan, Red Voltaire, 20 de
abril de 2015.
[3] «¡El
Medio Oriente está nuclearizado!», por Thierry Meyssan, Red Voltaire, 7 de
marzo de 2016.
[4] “Saudi
trade talks with Israel are historic first”, Michael Binyon y Gregg Carlstrom,
The Times, 17 de junio de 2017.
[5]
«Exclusivo: Arabia Saudita construye una embajada en Israel», Red Voltaire, 30
de mayo de 2016.
[6] «El
Consejo de Seguridad de la ONU se dispone a exigir que Israel rompa con
al-Qaeda», por Thierry Meyssan, Red Voltaire, 3 de julio de 2016.
[7] Sous
nos Yeux. Du 11-Septembre à Donald Trump, éditions Demi-Lune, 2017. Este libro
está actualmente en proceso de edición para su publicación en español.
[8]
«Invasión militar turca en Irak», por Ibrahim Al-Jaafari, Red Voltaire, 19 de
octubre de 2016.
[9] «Trump:
los negocios contra la guerra», por Thierry Meyssan, Red Voltaire, 14 de
febrero de 2017.
[10]
«¿Impedirá Estados Unidos la reapertura de la ruta de la seda?», Red Voltaire,
17 de junio de 2017.
[11] «Israel
y emires en la OTAN», por Manlio Dinucci, Il Manifesto (Italia) , Red Voltaire,
14 de mayo de 2016.
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