¿Está Donald Trump haciendo control de daños ante el posible derrumbe del
“imperio estadounidense”?
Por Thierry Meyssan 11-Mar-25
FUENTE:
https://www.voltairenet.org/article221902.html
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transcripción. Igualmente lo destacado en amarillo aparece como texto simple en
el original.

Desde hace un mes la acumulación de
acontecimientos críticos alrededor de USA, de Ucrania y de la Unión Europea
está resultando cada vez más difícil de interpretar ya que cada una de las
potencias implicadas trata de disimular sus cartas. Los dirigentes europeos
asumen una posición aparentemente estúpida, asegurando que persisten en su
apoyo a los nacionalistas integristas ucranianos mientras que los gobiernos de USA
y Rusia ya se han puesto de acuerdo sobre la necesidad de restaurar la paz [¿será que el Capo Globalista no les dio a los europeos el
nuevo libreto?]. Pero es posible que las reuniones diplomáticas de muy
alto nivel estén sirviendo para escamotear otro asunto: la prevención de una
importante crisis económica en Occidente. En ese caso, Washington tiene que
aterrorizar a sus aliados para obligarlos a asumir el peso de la deuda
estadounidense.
La desdolarización –o sea, el hecho de prescindir del dólar
estadounidense en los intercambios internacionales y circunscribir su uso
únicamente al mercado interno de USA– ha sido desde hace tiempo como el
“abominable hombre de las nieves”, todo el mundo ha oído hablar de él… pero
nadie está seguro de haberlo visto.
Pero, ante las medidas coercitivas unilaterales –las mal
llamadas “sanciones” cuya aplicación USA impuso a sus aliados para castigar a
Irán y posteriormente a Rusia–, las autoridades rusas han creado un Sistema de
Transferencia de Mensajes Financieros (SPFS), China estableció un Sistema de
Pagos Interbancarios (CIPS) y la Unión Europea se dotó del Instrumento Europeo
de Apoyo a los Intercambios Comerciales (INSTEX). ¿Resultado? El uso de dólar
estadounidense ha perdido terreno, un 25%, en los intercambios internacionales.
Eso sucede mientras que la deuda pública de USA se eleva en
este momento a la astronómica suma de 34 000 millardos de dólares [1] y sólo
una tercera parte de esa suma colosal está en manos de inversionistas
extranjeros, según la publicación especializada Forbes [2]. Si ciertos
acreedores de USA, principalmente China y Arabia Saudita, exigieran el pago de
lo que se les debe, eso desataría una crisis económica de proporciones similares,
como mínimo, a la de 1929.
Son numerosos los economistas que regularmente advierten
sobre esa posibilidad. Pero, según Jon Hartley, de la Hoover Institution, a
pesar de esas advertencias los bancos centrales no han reducido el volumen de
dólares acumulados en sus reservas de divisas desde el inicio del conflicto en
Ucrania.
El 20 de febrero, una videoconferencia impartida por el
analista Jim Bianco, y mencionada repetidamente por la agencia Bloomberg [3],
sacó nuevamente a la luz esas inquietudes.
Según el analista Jim Bianco, la administración Trump sigue
actualmente un plan que denomina “el Acuerdo Mar-a-Lago”. La administración
Trump espera restructurar radicalmente la carga de la deuda estadounidense
reorganizando el comercio mundial a través de los derechos de aduana o
aranceles, devaluando el dólar y, a fin de cuentas, reduciendo el costo de su
deuda. El objetivo de todo eso sería poner la industria estadounidense en
igualdad de condiciones con las de sus competidores en todo el mundo.
El principio que implementa el “Acuerdo Mar-a-Lago” tiene
que ver con un artículo de Stephen Miran, del Manhattan Institute [4] y es
precisamente Miran la persona que el presidente Trump ha designado para
presidir el Consejo de Asesores Económicos (CEA) de la Casa Blanca. El 22 de
enero, el propio Donald Trump pronunció, por videoconferencia ante el Foro de
Davos, un discurso que parece apuntar en ese sentido.
La denominación misma del “Acuerdo Mar-a-Lago” es una
referencia al “Acuerdo del Plaza” de 1985, en el que USA adoptó una política
tendiente a reducir el valor del dólar para reactivar las exportaciones
estadounidenses. En la práctica, debido al mal manejo de los mecanismos
financieros, la reactivación de la economía de USA provocó una grave recesión
en Japón.
El 21 y el 22 de enero pasados, Donald Trump reunió a los
ministros de Finanzas del G7 y los jefes de los bancos centrales en su
residencia de Mar-a-Lago. Y parece que los recibió diciéndoles: «De aquí no
sale nadie hasta que hayamos llegado a un acuerdo sobre el dólar.» [5] El
acuerdo antes mencionado cuenta por consiguiente con la aprobación de los
aliados de Washington.
La idea
central sería que el Tesoro estadounidense emita obligaciones del Estado
federal que no acumulen intereses (los llamados “cupones cero”), obligaciones
que sólo podrían cambiarse por dinero al contado al cabo de 100 años.
Washington debería obligar sus aliados a convertir sus préstamos —o sea, la
deuda estadounidense— en “cupones cero”.[ante el
creciente sentimiento de la ilegalidad de la deuda con la Fed, esto parece una
manioba de «control de daños», o sea, en lugar de declarar esa deuda como nula
e ilegítima, se congelaría, “perdiendo” los intereses durante 1 siglo, pero
conservando la deuda… Pero ¿y la inflación durante ese siglo? Seguramente
tendría que haber alguna cláusula en letra chiquita, por lo menos para los
tenedores “nacionales”].
Si aceptamos como bueno este análisis, tenemos entonces que
reinterpretar varias acciones del presidente Trump, como la cuestión de los
aranceles o derechos de aduana y su decisión de crear un fondo soberano. Vistos
desde ese ángulo, esos actos de la administración Trump parecen mucho menos
erráticos de lo que dice la prensa internacional. De hecho, parecen más bien
totalmente lógicos.
Eso nos lleva a plantear que Donald Trump está tratando de
aplicar un control de daños ante el posible derrumbe económico del “imperio
estadounidense” de Joe Biden. Trump estaría actuando de hecho como lo hicieron
en su momento Yuri Andropov, Konstantin Chernenko y Mijaíl Gorbachov, quienes
trataron de hacer un “control de daños” ante el derrumbe inminente del “imperio
soviético” de Leonid Brejnev.
Si llamo la atención sobre esta hipótesis es sobre todo
porque, en mi opinión, el golpe de Estado que tuvo lugar en USA el 11 de
septiembre de 2001 no tuvo otro objetivo que retardar el derrumbe ya previsible
del “imperio estadounidense”. Las dos últimas décadas han sido sólo un plazo de
gracia que, lejos de resolver el problema, lo ha hecho mucho más complejo.
Tratemos de recordar: en 1989 el ruso Mijaíl Gorbachov,
primer secretario del Partido Comunista de la Unión Soviética, decide reducir
los gastos del Estado, corta brusca e implacablemente la ayuda a los aliados de
la URSS y, de hecho, los deja libres. Al mismo tiempo, la población de Alemania
oriental (la RDA) derriba el muro de Berlín, mientras que los polacos llevan
miembros del sindicato Solidaridad al senado y a la cámara baja de su país.
Esos cambios marcan el fin del imperialismo del ucraniano Leonid Brejnev, quien
desde 1968 había impuesto a todos los aliados de la URSS la obligación de
adoptar, defender y preservar el modelo económico de Moscú.
Lo que hoy estamos viendo es probablemente un proceso
similar [puede ser, pero ni Gorbachov se mandaba solo y
Trump tampoco]: Donald Trump, presidente de USA, disuelve el “imperio
estadounidense”, como trató de desmantelarlo en 2017 [6]. El 28 de julio de
2017, en los primeros días de su primer mandato presidencial, Donald Trump
había reorganizado el Consejo de Seguridad Nacional sacando de ese órgano al
director de la CIA y al jefe del Estado Mayor Conjunto. Aquella medida dio
lugar a 3 semanas de batallas internas en Washington, que terminarían con la
renuncia forzosa del consejero de seguridad nacional que Donald Trump acababa
de nombrar, el general Michael Flynn. En aquel momento, el general Flynn se
apartó de la escena pública, pero después de un tiempo reanudó su actividad
entre los seguidores de Donald Trump y actualmente organiza en Mar-a-Lago
reuniones para los grupos opositores de los países aliados de Washington.
Esta
vez, Donald Trump ha iniciado su mandato desviando prudentemente la atención de
la opinión pública estadounidense hacia la eventual anexión de toda la
plataforma continental norteamericana, desde Groenlandia hasta el Canal de
Panamá, mientras trabaja para liquidar la guerra en Ucrania y desmantelar la
Unión Europea.
Si mi
hipótesis es justa, no hay que creer ni una palabra de las amenazas de anexión
de territorios, como Canadá, y no creer tampoco que USA retira sus tropas de
Europa para enfrentarse a China. Tendríamos que admitir más bien que
Washington abandona militarmente a sus “aliados” europeos. Puede verse, sin
embargo, que mientras abandona a Alemania, USA apuesta por Polonia para organizar
Europa central, aunque sea a costa de permitir que los polacos anexen la
Galitzia oriental —que hoy es parte de Ucrania.
También tendríamos que prepararnos a ser testigos de cómo USA
abandona a sus aliados del Medio Oriente, con excepción de Israel. Efectivamente,
Washington acaba de reanudar el suministro de armamento a Israel y está
iniciando contactos más o menos discretos con Irán a través de Rusia, mientras
permite que Arabia Saudita y Turquía se repartan el Medio Oriente.
Volviendo a los últimos acontecimientos en Europa, la
competición entre Francia y Reino Unido por liderear la defensa europea no
debería verse quizás como una oposición a la paz en Ucrania. Francia y Reino
Unido no tienen posibilidades reales de reemplazar el apoyo militar de USA a
Europa. Se trata más bien de determinar el papel que cada uno de esos dos
países va a desempeñar en Europa.
El presidente de Francia, Emmanuel Macron, espera
desarrollar su enfoque de una defensa europea basada en el arsenal nuclear
francés, mientras que el primer ministro británico, Keir Starmer, trata de
explotar la situación actual en provecho de Londres. El presidente Macron está consciente de que la
Unión Europea, basada en el antiguo poderío económico de Alemania, está en vías
de extinción [¿por si se les ocurriera aliarse
Rusia y Alemania?] y que el presidente estadounidense Donald Trump
apuesta más bien por la “Iniciativa de los Tres Mares”, elaborada alrededor de
Polonia. En respuesta, el presidente Macron podría reactivar el “Triángulo de
Weimar” (Alemania-Francia-Polonia) para tratar de conservar al menos cierto
margen de maniobra. Por su parte, partiendo del mismo análisis que Macron y
teniendo en cuenta el retroceso de la OTAN, el primer ministro británico
Starmer buscará mantener a Alemania lo más alejada posible de Rusia —exactamente
la misma política exterior que Londres [y sobre todo
Washington] ha venido aplicando durante siglo y medio.
Observen ustedes que tanto los aliados europeos de USA como
China y Arabia Saudita probablemente verán como una estafa la propuesta de
aceptar “cupones cero” en lugar del pago de la colosal deuda estadounidense.
Rusia, por el contrario, debería respaldar a USA en esa maniobra. En efecto, en
el momento del desmantelamiento de la URSS, Rusia atravesó toda una década de
recesión y de graves crisis internas, pero hoy necesita a USA [esto parece wishful thinking (=ilusiones) globalista] para
no verse a solas con China .
NOTAS:
[1] 1 millardo = 1 000 millones
[2] “Why Trump’s ‘Mar-A-Lago Accord’
Would Financially Matter To You”, Erik Sherman, Forbes, 23 de febrero de 2025.
[3] “‘Mar-a-Lago Accord’ chatter is geting Wall Street attention”; “Jim
Bianco on What a ‘Mar-a-Lago Accord’ could mean for the economy”, Tracy Alloway
y Joe Wiesenthal, Bloomberg, 20 y 25 de febrero de 2025.
[4] “A User’s Guide to Restructuring the Global Trading System”, Stephen
Miran, Hudson Bay Capital, noviembre de 2025.
[5] «Et Donald Trump fit entrer
Mar-a-Lago dans la légende du dollar» [En español, “Y Donald Trump hizo entrar Mar-a-Lago
en la leyenda del dólar”], Nessim Ait-Kacimi, Les Échos, 25 de febrero de 2025.
[6] «Donald Trump disuelve la
organización del imperialismo estadounidense», por Thierry Meyssan, Red
Voltaire, 30 de enero de 2017.