jueves, 19 de junio de 2014

La verdad detrás de las guerritas en Medio Oriente



¿El Caos Ilimitado es el Objetivo Deseado por USA-Israel en el Medio Oriente?

La Brutal Lógica Imperialista [¿de quién realmente?]

Por THOMAS S. HARRINGTON                17-Jun-14
FUENTE: http://www.counterpunch.org/2014/06/17/is-open-ended-chaos-the-desired-us-israeli-aim-in-the-middle-east/



El texto [en rojo] no aparece en el original y fue agregado por el equipo de traducción.

Durante la última semana hemos visto a milicias sunnitas tomar el control de cada vez más amplias franjas en Siria oriental y en Iraq occidental. En los principales medios de comunicación, el análisis de esta realidad emergente ha sido predeciblemente idiota, centrándose básicamente en si:
a)    Debe culparse a Obama por esto al haber retirado las tropas de USA en cumplimiento al Acuerdo de Status de Fuerzas (SOFA, por sus siglas en inglés) del 2008, negociado y firmado por Bush.
b)    Obama es “suficientemente hombrecito” para supuestamente resolver el problema regresando al país y matando más gente y destruyendo cualquier cosa que quede de la infraestructura del país.
Ésta cínica discusión fabricada ha generado una multitud de inteligentes réplicas en los márgenes del sistema de medios masivos de comunicación. Estos ensayos, escritos por gente como Juan Cole, Robert Perry, Robert Fisk y Gary Leupp, hacen un buen trabajo al explicar las decisiones de USA que han conducido a la presente crisis, mientras simultáneamente nos recuerdan cómo todo lo que ocurre hoy era fácilmente previsible ya en el 2002.
Lo que ninguno de ellos hace, sin embargo, es considerar si el caos que ahora se desarrolla en la región puede, de hecho, ser el objetivo deseado de los planeadores de la política en Washington y Tel Aviv.
Más bien, cada uno de estos analistas supone que los eventos desarrollándose en Siria e Iraq son resultados no-deseados generados por miopes tomas de decisión en los más altos niveles del gobierno de USA en los últimos 12 años.
Examinando los equipos de política exterior de Bush y Obama —sin duda los más frívolos e intelectualmente perezosos de esa especialidad que han ocupado la Casa Blanca en los años transcurridos desde la 2GM— es fácil ver cómo llegaron a esa conclusión.
Pero tal vez una razón aun más convincente para adoptar esta postura analítica es que permite a estas gentes de claras tendencias progresistas mantener una de las más consagradas, aunque a menudo tácita— creencias de la visión mundial anglo-sajona.
¿Cuál es (dicha creencia)?
La idea de que nuestros involucramientos con el mundo fuera de nuestras fronteras —a diferencia de, digamos, los rusos o los chinos— están motivados por un profundo, aunque a menudo corrupto, deseo de mejorar las vidas de aquellos países que invadimos.
Mientras que esta creencia parece lógica, si no absolutamente auto-evidente dentro de nuestro propio sistema cultural, francamente resulta risible para muchos, si no es que para la mayoría, de los millones de gentes que han crecido fuera de nuestra moralizante cámara de ecos.
¿Qué saben ellos que la mayoría de nosotros no sabemos, o tal vez más exactamente, no nos importa admitir?
Primero, que somos un imperio, y que todos los imperios son, sin excepción, brutal y programáticamente egoístas.
Segundo, que una de las principales metas de todo imperio es fomentar una continua guerra civil en los territorios cuyos recursos y/o puestos estratégicos avanzados codician.
Tercero, que el modo más eficiente de encender tales guerras civiles ilimitadas es destrozar la matriz social y la infraestructura física del país puesto en la mira.
Cuarto, que la actual agitación tiene el beneficio adicional de justificar el mantenimiento y expansión de la máquina militar que alimenta las fortunas financieras y políticas de la élite metropolitana.
En resumen, lo que la mayor parte del mundo entiende (y que aun los más “prestigiosos” analistas anglo-sajones parece que no pueden admitir) es que el «divide y vencerás» está muy cerca de ser un recurso universal del juego imperial y que es, por tanto, tan importante tener en mente hoy como lo era en tiempos de Alejandro Magno, Julio César, los conquistadores españoles y el Raj británico. [Sí, de hecho, los ancestros de la élite globalista actual han practicado constantemente esta estrategia desde hace varios siglos].
Para aquellos —que sospecho todavía hay muchos por allí— que todo esto les parece demasiado arreglado o demasiado conspirativo, sugeriría una cuidadosa lectura comparativa de:
a)    el manifiesto “Clean Break” (Reinicio o Inicio en Limpio) producido por el Instituto de Estudios Políticos y Estratégicos Avanzados (IASPS, por sus siglas en inglés) en 1996. Dicho instituto tiene su sede en Jerusalén.
b)    el artículo “Reconstruyendo las Defensas de USA” publicado por PNAC (Project for a New American Century= Proyecto para un Nuevo Siglo Estadounidense) en el 2000, un grupo estadounidense con profundísimos vínculos personales e institucionales con el anterior think tank israelí, y con el ascenso de George Bush Jr a la Casa Blanca, al más exclusivo tabernáculo del aparato de la política exterior de USA.
c)    El «Plan de Oded Yinon», publicado en 1982 (“Una estrategia para Israel en los 1980s”).
Lean el razonamiento imperial de sangre fría de ambos [los tres] documentos —que hablan, en el primer caso, bastante abiertamente de la necesidad de desestabilizar la región de modo de reformar el “ambiente estratégico” de Israel y, en el segundo, de la necesidad de incrementar dramáticamente el número de “bases de vanguardia” de USA en la región, y reconocer su inequívoca relación a los objetivos subyacentes de las guerras entonces iniciadas por USA en  Afghanistán e Iraq, fue una experiencia profundamente perturbadora.
Háganlo ahora, después de la sistemática destrucción realizada por USA de Iraq y Libia —dos países notablemente ricos en petróleo cuyos delicados equilibrios étnicos y religiosos eran bien conocidos para cualquiera dentro o fuera del gobierno que tuviera un interés más que pasajero en historia—, y después sus cuidadosamente calibrados esfuerzos para generar estancamientos asesinos, destructores de la civilización, en Siria y Egipto (algo que es fácilmente comprobable a pesar del ensordecedor silencio de nuestros medios al respecto), que son espeluznantemente sangrientos.
Y todavía, parece que aun para analistas muy bien informados, es pasarse de la raya sugerir la posibilidad de que las élites de política exterior en USA e Israel, como virtualmente todos los ambiciosos de poder antes que ellos en la escena mundial, pueden haber fomentado bastante fría y adrede el caos ilimitado para logar sus objetivos coincidentes en esa parte del mundo.


COMENTARIOS
Aunque bastante lúcido el análisis del autor, resulta incompleto porque hay algunos otros detalles evidentes para cualquiera que considere el tema sin puntos de vista preconcebidos.
Primero, la intervención de USA, aparte de los gastos y los muertos, no beneficia en absoluto a USA porque le enajena, con justa razón, la simpatía de las poblaciones agredidas.
Quizá, el único beneficio económico que pudiera obtener USA, como fue en el caso de la “guerrita” para expulsar a Saddam Hussein de Kuwait (1ª Guerra del Golfo), sea que se encargue de la “reconstrucción” de la infraestructura destruída.
Segundo, si esas guerras no le convienen a USA como país ni a su población, es justo preguntarse, ¿a quién le convienen?. Dentro de USA, en primer lugar, a los fabricantes de armamentos; y en segundo lugar, al Lobby denunciado por los profesores Mearsheimer y Walt, que virtualmente se ha apoderado de las 3 ramas del poder en USA.

Ningún político en USA, sea a nivel local, estatal o federal, puede soñar siquiera en llegar a un puesto de elección popular o mantenerse en él, sin el apoyo del AIPAC (American Israel Public Affairs Committee) que controla más del 60% de las aportaciones para las campañas electorales. Su poder extra-legal llega a tanto como para exigir a todo candidato someterse a un examen escrito, sobre sus puntos de vista con respecto a Israel, examen que determinará si lo apoyan o no. Una vez electo, su desempeño será evaluado contra aquel examen escrito, de modo que si falla, puede dar por terminada su carrera política.
Tercero, se ha querido crear el mito genial de que USA participa en esas guerras para controlar el mercado petrolero. Sin embargo, la guerra de Iraq logró reducir a la mitad la mayor concentración cristiana en el Medio Oriente, lanzando cientos de miles de refugiados cristianos hacia Siria y el norte de Iraq. Poco después, iniciaría la guerra civil en Siria, que nuevamente se ensañaría tanto contra los cristianos sirios como contra los refugiados iraquíes, que nuevamente han tenido que huír hacia Jordania y Turquía. El reciente movimiento de los jihadistas hacia el norte de Iraq, parecería tener por objetivo los refugiados cristianos que habían huido inicialmente hacia esa zona.
En resumen, todas estas guerras parecen una guerra de persecución y exterminio contra las comunidades cristianas, a ciencia y colaboración de las élites en USA que, obviamente NO SON ni cristianas ni musulmanas, pero dejando a los jihadistas que hagan el trabajo sucio y carguen con la responsabilidad, mientras sus entrenadores, financiadores y proveedores de armas. se regodean de lograr sus objetivos en todos los frentes sin asumir la más mínima responsabilidad por sus crímenes.
Adicionalmente, las divisiones y violencia en los países árabes permiten a Israel sentirse seguro y libre de amenazas, mientras prosigue el exterminio o expulsión de los palestinos para completar el robo de su tierra iniciado en Mayo de 1948.

No hay comentarios:

Publicar un comentario