sábado, 24 de marzo de 2012

¿Cuándo una ‘ONG’ no lo es?

Giros y Vueltas Bajo los Cielos del Cairo

Por Richard Falk    12-02-15    Veterans Today

“Egipto, junto con otros países, es probable que esté bastante mejor si prohíbe las OGI norteamericanas de operar libremente dentro de su territorio nacional, especialmente si su supuesto mandato es promover la democracia como es definida y financiada por Washington”.

Richard Falk



clip_image001
 

       Los jueces investigadores egipcios remitieron a 49 trabajadores de ONG, incluyendo 19 norteamericanos, a juicio ante una corte criminal por estar supuestamente implicados en actividades prohibidas y recibir fondos del extranjero. Entre los norteamericanos está Sam LaHood, jefe de la oficina en Egipto del International Republican Institute e hijo del Secretario norteamericano de Transporte, Ray Lahod.

  Las notas de pie de página son de Realismo y NO vienen en el original.

 

 

Se ha desatado una confusa controversia entre EEUU y Egipto. Ya ha elevado las tensiones entre ambos países a un nivel que no ha existido durante décadas. Es el resultado de medidas del gobierno militar en el Cairo para llevar adelante una investigación criminal de 43 extranjeros, incluyendo 19 norteamericanos, por realizar ilegalmente el trabajo de organizaciones de interés público sin permiso que impropiamente, conforme a la ley egipcia, dependen para su presupuesto de financiamiento extranjero.

Se ha dado mucha cobertura en la prensa de EEUU que uno de los norteamericanos acusados resulta ser Sam LaHood, hijo del actual Secretario de Transporte, adoptando un tono que parece implicar que al menos el que tiene vínculos de sangre con un importante funcionario de gobierno merece inmunidad del procesamiento.

Washington ha respondido con expresiones de arrogancia y de consternación de alto perfil, incluyendo una advertencia de Hillary Clinton de que el paquete anual de ayuda a Egipto de 1,500 mdd (de los cuáles 1,300 van al ejército) está en peligro a menos de que el caso contra esos trabajadores de las ONG sea desechado y que sus organizaciones les sea permitido llevar a cabo su trabajo de promover la democracia en Egipto [1]. Y en realidad el congreso norteamericano puede incluso negarse a autorizar la liberación de estos recursos a menos que el Depto. de Estado esté dispuesto a certificar que Egipto está avanzando hacia una mayor democratización.

 

El presidente Obama ha indicado su intención de continuar con la ayuda al nivel anterior, dada la importancia de Egipto en relación a los intereses norteamericanos en el Medio Oriente, pero como en muchos otros casos, puede ceder si la presión aumenta. El resultado todavía no es claro si un congreso ultra-nacionalista puede incluso impedir la aparentemente más sensible respuesta de Obama a lo que debería haber sido tratado como una tormenta en un vaso de agua, pero que por razones a discutirse, en cambio se ha convertido en una causa célebre.

clip_image004Los norteamericanos acusados están en la nómina de tres organizaciones: International Republican Institute (IRI), el Democratic National Institute (DNI) y la Freedom House. Las primeras dos organizaciones obtienen todo su financiamiento del gobierno norteamericano, y fueron fundadas originalmente en 1983 luego del discurso de Ronald Reagan al Parlamento Británico en el que urgió a que se diera ayuda para construir la infraestructura democrática de los países que recién habían conseguido su independencia en el mundo no-occidental y promoviéndola como una contramedida de la Guerra Fría al continuo llamamiento de las ideologías marxistas. Desde el momento de su fundación, el IRI y el DNI fueron financiados ampliamente mediante fideicomisos multimillonarios del congreso, ya fuera directamente o mediante entidades gubernamentales como la US Assistance for International Development (USAID) y el National Endowment for Democracy. El IRI y el DNI alegan ser no-partidistas a pesar de que ambos están explícitamente afiliados con cada uno de los dos partidos dominantes en EEUU, con consejos, personal y consultores reclutados abrumadora-mente de esos dos partidos políticos norteamericanos. El carácter ideológico y gubernamental de ambas organizaciones está resumido por la naturaleza de sus líderes. Madeline Albright, Secretaria de Estado durante la presidencia Clinton, encabeza el consejo del DNI, en tanto que el ex candidato presidencial republicano y actualmente prominente senador, John McCain, detenta la misma posición en el IRI. Freedom House, la tercera organización principal que es blanco del ataque egipcio también depende en más del 80% de su financiamiento del National Endowment for Democracy e igualmente está enraizado en la política partidaria norteamericana. Fue fundado en 1941 como una iniciativa bipartidista durante la Guerra Fría por dos baluartes de sus respectivos partidos políticos, Wendell Wilkie y Eleanor Roosevelt.

Contra este telón de fondo las protestas de Washington y las valuaciones de la controversia por parte de los medios parece mal guiada a propósito. ¿Desde cuándo Washington ha llegado a estar tan agitado por cuenta de las ONG bajo ataque en un país extranjero? Aun las cejas en la sociedad en general deberían haberse elevado al cielo cuando Martin Dempsey, actual presidente del Estado Mayor Conjunto, mientras visitaba el Cairo fue reportado como intercediendo con sus contrapartes militares por cuenta de estos norteamericanos a los que se les ha prohibido viajar y enfrentan la amenaza de procesamiento. ¿Cuándo fue la última vez que Ud. recuerda a un comandante militar norteamericano intercediendo por cuenta de una genuina ONG?. Para parafrasear a Bob Dylan, ‘la respuesta mis amigos, es nunca’. Así, aun los más ingenuos de nosotros deberían estarse preguntando: ‘¿qué está pasando aquí realmente?’.

Los voceros de las organizaciones [involucradas] tratan los alegatos como un simple caso de interferencia con las actividades de una política y benevolente ONG, inocentemente ocupada en ayudar a los egipcios a recibir el necesario entrenamiento y guía respecto a las prácticas democráticas, especialmente las relativas a elecciones y el imperio de la ley. Sustantivamente tales alegatos parecen más o menos verídicos al presente al menos aquí en Egipto [2].

clip_image005En ocasiones estas entidades incluso son referidas por los medios como ‘instituciones de la sociedad civil’, lo que refleja, en el mejor de los casos, una lastimosa ignorancia, o peor, un intento deliberado de engañar. Cualquier cosa que uno piense de las actividades de estos actores, es sencillamente falso concebirlas como ‘no-gubernamentales’ o como emanaciones de la sociedad civil. Sería más adecuado a su naturaleza, si tales entidades se describieran como ‘organizaciones gubernamentales informales’ (OGI).

 

No es sorprendente que una etiqueta más honesta [y real] sea evitada, ya que su utilización llamaría la atención del carácter problemático de las iniciativas; es decir, intromisiones disfrazadas de un gobierno en la política interna de un país extranjero, con frágiles instituciones domésticas de gobierno con un propósito de conducta que representa como mínimo una amenaza potencial a su independencia política. Con tal interpretación alterada la controversia asume un carácter diferente. Llega a ser bastante comprensible que el gobierno egipcio busque moverse más allá de su pasado autoritario sienta la necesidad de domar esos Caballos de Troya equipados por Washington. Parecería sensible y prudente para Egipto insistir en que tales organizaciones, y especialmente las asociadas con el gobierno norteamericano, estuvieran registradas y con la debida licencia en Egipto, como una precondición mínima para recibir permiso de llevar a cabo sus actividades en el país, especialmente en cuestiones tan sensitivas como son las elecciones, los partidos políticos y la conformación del sistema legal. Seguramente EEUU, a pesar de su largo e ininterrumpido récord de gobierno constitucional estable, ni siquiera consideraría permitir tal ‘ayuda’ desde el extranjero. Si hubiese sido propuesta, digamos, por Suecia, una oferta de ayuda con la democracia, habría sido inmediatamente rechazada y descartada en términos nada corteses como un insulto a la soberanía de USA, a pesar de ser Suecia un pigmeo geopolítico y EEUU siendo el gorila en la escena mundial.

Y estos chillidos de Washington de inocencia herida, como si el Cairo no tuviera bases para interesarse, son o fallas de memoria en una burocracia senil o totalmente de mala fe. En el pasado ha sido bien documentado que el IRI y el DNI estuvieron activos promoviendo la desestabilización de gobiernos extranjeros que eran juzgados hostiles a la entonces agenda de política exterior norteamericana. La presidencia de Reagan no hizo ningún secreto de su compromiso en prestar todos los medios de apoyo a movimientos políticos dedicados a derrocar a gobiernos de inclinaciones izquierdistas en Latinoamérica y Asia. Los más notorios ejemplos involucrando el uso del IRI para desestabilizar un gobierno extranjero bien conocido entre los estudiantes de la diplomacia intervencionista norteamericana. Por ejemplo, los fondos del IRI fueron distribuidos extensamente entre las fuerzas anti-régimen para deshacerse del gobierno de Aristide en Haití, parte de una dinámica que condujo al golpe en 2004 que llevó al poder a fuerzas políticas reaccionarias que fueron bienvenidas y juzgadas bastante más en línea con las ideas de ‘buen gobierno’ de Washington. El IRI estuvo alardeando de su papel en montar el exitoso esfuerzo para reforzar los partidos políticos de ‘centro y centro/derecha’ en Polonia hace varios años, lo cual equivale a una confesión de interferencia con la dinámica de auto-determinación polaca.

 

 

Aunque los voceros de estas organizaciones piadosamente alegan en sus respuestas a estos recientes movimientos contra ellos en Egipto que respetan la soberanía de los países donde operan y especialmente en Egipto. Aun si estos alegatos son generalmente ciertos, queda amplio espacio para la sospecha y la regulación, si no es que la exclusión de parte de un gobierno territorial. Una insistencia sobre apropiada regulación parece enteramente razonable si se toma debida cuenta de los números casos de intervención abierta o clandestina de parte de USA en la vida política de países no-occidentales.

Contra tal telón de fondo, se siguen varias conclusiones: primero, los individuos acusados por Egipto no están trabajando para genuinas ONG o instituciones de la sociedad civil, sino actuando por cuenta de organizaciones gubernamentales informales u OGI; segundo, las organizaciones específicas identificadas, especialmente el DNI y el IRI son manifiestamente ideológicas en su estructura, base de financiación y orientación; y tercero, existen razones de peso para que un gobierno no-occidental regule o excluya tales actores políticos cuando se toma debida cuenta del largo historial norteamericano de diplomacia intervencionista. Así la postura de Washington de aparecer ofendido es completamente inapropiada una vez que las acciones del gobierno egipcio son interpretadas contextualmente.

SCAF-320x240Sin embargo, la historia completa no es tan simple o de una sola faceta. Necesita recordarse que el proceso de gobierno en Egipto en el año desde el levantamiento que condujo al colapso del régimen de Mubarak ha sido controlado por el Supremo Consejo de las Fuerzas Armadas (SCAF, por sus siglas en inglés), que es responsabilizado por amplios sectores del público egipcio de una ola de violencia represiva asociada con sus temores de que algunas demandas democráticas estén amenazando su posición e intereses en el país. Una variedad de graves abusos de la sociedad civil han sido atribuidos en forma convincente a los militares. Éstos también son responsables de una serie de duras medidas contra disidentes que bloguean o actúan de una manera juzgada crítica del régimen militar. En efecto, el gobierno egipcio, aunque reconocidamente interesado desde hace tiempo en estas ONG falsas operando en su territorio incluso durante el régimen de Mubarak, está aparentemente disimulando, utilizando el licenciamiento y los tecnicismos de la financiación como pretexto para un aplastamiento de todo el disenso y los derechos humanos con el propósito de disciplinar e intimidar a una resurgente sociedad civil y un movimiento radical de oposición que permanece comprometido con llevar a cabo la promesa democrática de la Primavera Árabe.

Hay otra pieza aparentemente extraña en el rompecabezas. ¿No esperaríamos que USA se pusiera al lado de los militares egipcios con los que trabajó en estrecha armonía durante el período de Mubarak? ¿Por qué Washington no iba a dar la bienvenida a este aparente desliz hacia un mubarakismo sin Mubarak? ¿No era éste el resultado preferido de USA en Egipto, siendo el único resultado que permitiría a Washington estar confiado de que el nuevo Egipto no crearía problemas a Israel o de otro modo alterara los intereses norteamericanos en la región?

 

 

No hay ningún secreto de los motivos norteamericanos en esta ocasión por su enfoque aparentemente democrático, pero hay bases para pensar que Washington puede estar reaccionando al éxito de la Hermandad Musulmana y el Partido Nour (Salafi) en las elecciones parlamentarias egipcias y aun más a la aparente colaboración entre estos partidos y el SCAF al planear el inmediato futuro político de Egipto. En tal escenario parece plausible que la agudización de las tensiones estado/sociedad poniéndose del lado de la oposición democrática mantendría viva la posibilidad de un proceso de gobierno secular menos amenazante para los intereses USA/Israel, también como induciendo a Egipto a adoptar un enfoque prudente hacia la reforma democrática. Quizá haya diferentes explicaciones no tan evidentes, pero lo que parece claro es que ambos gobiernos en este revoltijo tienen las manos sucias y contra-argumentos que oscurecen más que revelar sus verdaderas motivaciones.

Al final, Egipto, junto con otros países, es probable que esté mucho mejor si prohíbe a las OGI norteamericanas de operar libremente en su territorio nacional, especialmente si su mandato es promover la democracia como es definida y financiada por Washington. Esto no equivale a decir que los egipcios no estarían mucho mejor si la SCAF permitiera que un régimen civil emergiera en el país y actuara de una manera respetuosa de los derechos humanos y los valores democráticos. En otras palabras, lo que está en juego en esta controversia aparentemente trivial queda oculto por las cortinas de humo a las que recurrieron ambas partes en la disputa: importantes cuestiones de gobierno y democracia que pudieran determinar si las notables glorias de la Primavera Árabe mutan en la dirección de un triste Otoño Egipcio, o incluso un Invierno.

 

 


[1] La Hillary quiere pasarse de lista. Eso fue un soborno anual acordado con Egipto para que firmara la paz con Israel y sellara la frontera con Gaza. Si lo dejan de pagar, Egipto se sentirá libre del "compromiso". Y la verdad, Hillary NO tiene autoridad para modificar ese acuerdo.

[2] [N.del traductor]. Cualquier cosa que esto pueda significar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario