jueves, 12 de enero de 2017

El triste ocaso del deplorable Obama



Todos a Bordo en el Mundo Post-TPP

Por Pepe Escobar                                                                          25-Nov-16
FUENTE: http://www.counterpunch.org/2016/11/25/all-aboard-the-post-tpp-world/



Un apretón de manos poco entusiasta entre el presidente de USA, Barack Obama y el presidente ruso, Vladimir Putin, antes y después de que hablaron “por cerca de cuatro minutos”, de pie, a un lado en la reunión de Cooperación Económica Asia-Pacífico en Lima, Perú, capturó a la perfección el melancólico ocaso de la era Obama.
Un remolino de recuerdos de la accidentada relación entre Obama y las «amenazas existenciales» de Rusia y China incluiría todo desde la Maidan patrocinada por USA en Kiev a el «Assad tiene que irse» de Obama en Siria, con menciones especiales a la guerra de precios del petróleo, las sanciones, el raid contra el rublo, la extrema demonización de Putin y de todo lo ruso, las provocaciones en el Mar del Sur de China — al fin y al cabo puros ademanes teatrales; la muerte del muy anunciado tratado Asociación Trans-Pacífico (TPP, por sus siglas en inglés), que fue reconfirmado en la APEC justo luego de la elección de Donald Trump.
Fue casi penoso mirar a Obama defender su no precisamente espectacular legado en su última conferencia de prensa internacional —irónicamente, con el telón de la costa sudamericana del Pacífico— justo como el presidente chino Xi Jinping prácticamente disfrutaba a tope su reiterado brillo geopolítico, que ya comparte con Putin. En cuanto a Trump, aunque invisible en Lima, él estaba en todas partes.
El ritual funerario, en las aguas del Pacífico peruano, del brazo “OTAN del comercio”  del giro hacia Asia (anunciado por primera vez por Hillary Clinton en Octubre de 2011) así ofreció a Xi la plataforma perfecta para promocionar los méritos de la Comprensiva Asociación Económica Regional (RCEP, por sus siglas en inglés), ampliamente apoyada por China.
RCEP es una idea ambiciosa dirigida a llegar a ser el mayor acuerdo de librecomercio del mundo; 46% de la población global, con un PIB combinado de 17 bdd y 40% del comercio mundial. La RCEP incluye 10 naciones de la ASEAN más China, Japón, Corea del Sur, India, Australia y Nueva Zelanda.
La idea de RCEP nació hace 4 años en la reunión de la ASEAN en Camboya —y ha ido a través de 9 rondas de negociaciones hasta ahora. Curiosamente, la idea inicial vino de Japón —como un mecanismo para combinar la plétora de acuerdos bilaterales que la ASEAN ha firmado con sus socios. Pero ahora China está al frente.
RCEP es también la piedra angular del Área de Libre Comercio Asia-Pacífico (FTAAP, por sus siglas en inglés) —un concepto que fue introducido en una reunión de la APEC en Beijing por, ¿quién otro?, China, con el propósito de seducir a las naciones cuyo principal socio comercial es China y alejarlas de la distractora idea de la TPP.
RCEP —e incluso el FTAAP— no son un nuevo conjunto de reglas comerciales ultra-amplias (fraguadas por las multinacionales de USA), sino la extensión de los tratos existentes a la ASEAN y naciones clave del NE de Asia, sur de Asia y Oceanía.
No se requiere un meteorólogo experimentado para ver de qué manera están ahora soplando los vientos del Pacífico. Perú y Chile están ahora abordo para unirse a la RCEP. Y Japón que iba a negociar la TPP hasta el último aliento ahora está guiando al rebaño hacia la RCEP.

El Sultán entra en acción
Mientras tanto, Putin y Xi se reunieron una vez más con Putin revelando que él irá a China la próxima primavera para profundizar la participación rusa en los Nuevos Caminos de la Seda, alias Un Cinturón, Un Camino (OBOR, por sus siglas en inglés). El objetivo último es fusionar el OBOR de conducción china con el desarrollo de la Unión Económica Eurasiática (EEU, por sus siglas en inglés) de conducción rusa.
Ése es el espíritu tras los 25 acuerdos intergubernamentales en economía, inversión e industria nuclear firmados por el primer ministro ruso Dmity Medvedev y el premier chino Li Keqiang en San Petersburgo a principios de Noviembre, también como el establecimiento de un Fondo de Riesgo Ruso-Chino.
En paralelo, casi desde el cielo despejado, y con un solo rayo, el presidente turco Tayyip Erdogan, en el camino de regreso de una visita a Paquistán y Uzbekistán, confirmó lo que había sido prácticamente evidente por los pasados pocos meses; «¿Por qué Turquía no debería estar entre los Cinco de Shanghai?. Yo dije esto al Sr. Putin, al Sr. Nazarbayev (presidente kazako), a quienes están ahora en los Cinco de Shanghai... Pienso que si Turquía fuera a unirse a los Cinco de Shanghai, los ayudará a actuar con mucho mayor facilidad».
Este bombazo se refiere por supuesto a la Organización de Cooperación de Shanghai (SCO, por sus siglas en inglés), que comenzó en 2001 como los Cinco de Shanghai China, Rusia y tres naciones de Asia Central, Kazakstán, Kirguizistán y Tayikistán (Uzbekistán se unió más tarde) como un bloque de seguridad para luchar contra el yihadismo salafista y el tráfico de drogas desde Afganistán.
A través de los años, la SCO se ha transformado mucho más en un mecanismo de integración/cooperación asiático. India, Paquistán, Irán, Afganistán y Mongolia son observadores, con India y Paquistán a ser admitidos como miembros plenos supuestamente en 2017, seguidos por Irán. Turquía (desde 2013) y Belarus son «socios en diálogo» de la SCO.
El taimado Erdogan hizo su apertura sobre la SCO en conjunción con su énfasis de que Turquía no necesitaba unirse a la UE “a cualquier costo”. Eso ha sido  más evidente desde que Erdogan sobrevivió al intento de golpe de Julio y desató una serie de medidas enérgicas [contra sus opositores], lo que ha sido visto con horror por Bruselas —donde los (hasta ahora) 11 años de negociaciones para el ingreso turco han estado prácticamente estancadas. Y Francia, la potencia N° 2 de la UE detrás de Alemania, inevitablemente bloqueará cualquier avance en ese camino, no importa quién resulte electo presidente el próximo año.
Turquía, uniéndose a la SCO, en el largo plazo, junto con Irán, India y Paquistán, representaría todavía otro nodo clave de la integración de Eurasia, a medida que la SCO está progresivamente interconectándose con OBOR, EEU, el Fondo Camino de la Seda de China, el Banco Asiático de Inversión en Infraestructura (AIIB, por sus siglas en inglés) e incluso con el Nuevo Banco de Desarrollo (NDB) de los BRICS, que comenzará a financiar proyectos para los miembros del grupo y luego se expandirá a otras naciones del Sur Global. Moscú y Beijing recibirían a Ankara con los brazos abiertos.
Cualquiera que sea el contorno de la política exterior de Trump respecto a China/Asia, la integración eurasiática avanzará sin cesar. China está avanzando su propio y simultáneo giro interno y externo, abarcando la sintonía de políticas financieras y fiscales para dirigir el consumo al menudeo, sanidad, viajes y deportes en paralelo a la guía de OBOR a través de Eurasia, todo para solidificarla como una superpotencia económica.
La TPP —o la OTAN del comercio en versión asiática— es simplemente un pelo en un largo y ventoso camino. Y en el Mar del Sur de la China, el diálogo lentamente está dirigiéndose a la confrontación fomentada durante toda la administración Obama.
En la APEC, Xi también se reunió con el presidente filipino Rodrigo Duterte —y pidió que China y Filipinas vayan hacia la cooperación marítima. Un resultado práctico es que los pescadores filipinos continuarán teniendo acceso a Cardumen Scarborough, la fértil área pesquera dentro de la zona económica exclusiva de Filipinas que ha estado bajo control chino desde 2012. Beijing también prometió ayuda a los pescadores filipinos en industrias alternativas —tales como acuacultura.
Llámenla Asociación Trans-Mar del Sur de China.

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