sábado, 14 de enero de 2012

Cortejando el Peligro Imprudentemente

La Total Corrupción de EEUU

PAUL CRAIG ROBERTS
24-Oct-11
FUENTE: www.globalresearch.ca/index.php?context=va&aid=27269

 

La nota de pie de página, al final del artículo, es de REALISMO y no aparece en el original

En Marzo pasado revisé el importante libro de Matt Taibbi, Griftopia (=Tierra de Ladrones), un entretenido relato del fraude financiero todavía realizándose que nos dio la crisis financiera. Taibbi muestra que la “superpotencia” USA puede emparejarse con cualquier país atrasado del tercer mundo en la magnitud de la ambición y el fraude que es endémico en los negocios y el gobierno. Griftopia de Taibbi fue publicado el año pasado. Este año la editorial Henry Holt nos ha brindado la obra de Gretchen Morgenson y Joshua Rosner, Reckless Endangerment (=Cortejando el Peligro Imprudentemente).

Morgenson y Rosner cuentan la historia de nuevo, pero con menos drama y provoca-ción. Posiblemente, pueda resultarles más aceptable a los ingenuos norteamericanos que se envuelven en su bandera y se niegan a creer que su país pudiera alguna vez hacer algo torcido conscientemente.

No estoy sugiriendo que Morgenson y Rosner hayan fingido sus golpes. Al contrario, los autores dan suficientes golpes de Knockout como para ser dignos rivales de Taibbi como campeones mundiales al exhibir el temerario fraude que el sector financiero norteamericano y sus reguladores ahora personifican.

La crisis financiera, que en buena parte aun está con nosotros, no resultó de un accidente o error de cálculo; tampoco resultó debido a una falla en la teoría de Allan Greenspan, como él lo declaró ante el Congreso cuando se hizo un débil esfuerzo por llamarlo a cuentas. Fue el resultado intencional de gente motivada por beneficios de corto plazo que querían conseguir y luego escapar.

Como Reckless Endangerment muestra, el fraude caracterizó cada etapa del proceso desde los falsos ingresos del prestatario y calificaciones de crédito que dieron los emisores de hipotecas a compradores que no calificaban, hasta el aseguramiento de hipotecas y su calificación como inversiones triple A por las agencias calificadoras (Standard & Poor’s, especialmente, pero también Moody’s y Fitch) a los bancos de inversión que las vendieron a los inversionistas alrededor del mundo sabiendo que eran basura. En realidad, Goldman Sachs estuvo simultáneamente apostando contra los derivados hipotecarios que estaba vendiendo a sus clientes.

Los bancos de inversión, tales como Goldman Sachs, que alguna vez consideraron una cuestión de honor representar los intereses de sus clientes, se aprovecharon de la confianza que habían construido en el pasado para cometer fraude contra los clientes aumentando las utilidades de corto plazo e inflando a un nivel multimillonario los bonos para los directivos que esas utilidades fraudulentas produjeron.

Morgenson y Rosner proveen una multitud de relatos únicos de cómo quienes se bene-ficiaron del fraude fueron capaces de derrotar leyes que había sido promulgadas y que les habrían hecho responsables. Por ejemplo, el estado de Georgia aprobó una legislación perfecta que refrenaba los préstamos predatorios. William J. Brennan Jr. y el gobernador de Georgia, Roy E. Barnes, consiguieron que la Ley de Préstamo Justo de Georgia fuera aprobada en la legislatura estatal. Fue un modelo para otros estados.

Como los reguladores federales se habían rendido, las leyes estatales habrían evitado la peor parte de la crisis financiera, si no es que la crisis completa.

La ley de Georgia solo duró unos cuantos meses, porque las agencias calificadoras vieron que sus enormes beneficios de emitir calificaciones ‘grado de inversión’ fraudulentas eran amenazados por la ley. Las corruptas agencias calificadoras malcaracterizaron el acta de protección al consumidor como una jihad de parte de los reguladores. Standard & Poor’s declaró que ya no permitiría que las hipotecas de Georgia fueran incluidas en valores hipotecarios que S&P calificaba.

En otras palabras, las hipotecas de Georgia ya no podrían ser aseguradas. Este anuncio les vedaba a los prestamistas hipotecarios de Georgia el aseguramiento. Así, la ley fue desechada y se dio rienda suelta al fraude.

Este tipo de tácticas mafiosas intimidatorias para proteger a toda costa los mega-bonos de corto plazo de los que impulsaron este sistema totalmente fraudulento, nunca han sido hechos responsables ni castigados. Gente completamente inocente es mantenida indefinidamente y torturada por el gobierno norteamericano por ninguna otra razón que la de convencer al ingenuo público que están en peligro frente a terroristas, pero los que barrieron con la propiedad de viviendas y pensiones de retiro de millones de norteamericanos ahora mantienen altas y honorables posiciones en los consejos corporativos y en las agencias reguladoras norteamericanas.

Las agencias reguladoras federales han fallado totalmente. Brooksley Born trató de utilizar su autoridad legal para regular los derivados ‘over-the-counter’, pero fue bloqueada por el presidente de la Reserva Federal, el Srio. norteamericano del Tesoro y por el presidente de la SEC y forzada a renunciar. Como lo predijo el Nobel de Economía de la Univ. de Chicago, George Stigler, las agencias reguladoras fueron cap-turadas por aquellos a quienes intentaban regular. Este fue el caso.

Los reguladores cerraron los ojos a obvios fraudes criminales y fueron recompensados con lucrativas posiciones en la comunidad financiera. Lo mismo para los senadores y representantes norteamericanos que repudiaron la Glass-Steagall y otras regulaciones financieras.

Por ejemplo, el ex-senador norteamericano Phil Gramm que encabezó el repudio de la Ley Glass- Steagall, que separaba la banca comercial de la banca de inversión, repudio que sentó las bases para la crisis financiera, fue recompensado haciéndolo vicepresidente del megabanco UBS, una compañía suiza de servicios financieros globales.

Lo que Taibbi, Morgenson y Rosner hacen claro es que mientras los monstruosos criminales continúan cobrando sus multimillonarios ingresos anuales, depresivas madres solteras, abandonadas por los hombres que engendraron a su hijo, son enviadas a prisión por tener pequeñas cantidades de drogas ilegales para levantar su deprimido ánimo y sus hijos son puestos en adopción[1].

Esta es la “justicia” en Estados Unidos donde hay “libertad y democracia”.

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Paul Craig Roberts fue editor del Wall Street Journal y Secretario Asistente de la Tesorería Norteamericana. Puede ser contactado en PaulCraigRoberts@yahoo.com


 
NOTAS DE REALISMO

[1] El estilo cursi y lacrimoso de este párrafo hace sospechar incluso que haya sido escrito por alguien diferente a Paul C. Roberts.

Suponiendo que efectivamente lo haya escrito él, pese a su demostrada perspicacia, aquí cae, no sabemos si consciente o inconscientemente, en el mito genial de que el consumo de drogas se da entre madres solteras, malvivientes, etc.

Es muy evidente que todos los malvivientes de USA no tienen el poder de compra que luego exhiben los traficantes de drogas; ergo, las drogas que les dan el grueso de sus ingresos, no son consumidas por malvivientes sino por gente de ingresos muy superiores a la media nacional (artistas, altos ejecutivos, personalidades de los medios, altos funcionarios gubernamentales, empresarios, etc.).

En otras palabras, la mayor parte de ese poder de compra procede del 10% de la población con mayores ingresos en USA, que recientemente se dijo que el 1% más rico detenta el 35% de la riqueza; el 9% siguiente, controla el 45%; y el 90% restante de la población le queda el 20% de la riqueza (Y obviamente los malvivientes, vagos y madres solteras cuyos hijos son dados en adopción, deben ocupar las peores posiciones en este último grupo).

Como dijo George Carlin respecto al «Sueño Americano»:

se le denomina así porque necesitas estar dormido para creerlo”.

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