viernes, 3 de febrero de 2012

División y Distracción

Kathleen Wallace Peine      Dissident Voice, 02-Abr-11
FUENTE:      http://dissidentvoice.org/2011/04/division-and-distraction/

 

Desde tiempo inmemorial, los estrategas militares así como los hermanos malintencionados han utilizado una técnica extremadamente efectiva para evitar que se examinen sus delitos. Es la siempre popular [consigna:] divide y vencerás. La muy familiar táctica es bien conocida, y por una buena razón: funciona. Aquí en EEUU, y en algún grado a nivel mundial, estamos en medio de una muy exitosa campaña por parte de la clase dirigente global que está utilizando esta estrategia.

Para mejor o peor, parece haber una tendencia implícita en la gente para formar afiliaciones de grupos. La motivación puede ser utilizada para reforzar vínculos con los cercanos, incrementar el bienestar del grupo, o puede ser usado de una manera más malévola: la de simplemente crear distracción, devastación e incluso violencia. Se están poniendo los cimientos para la división y el odio de esta clase y el resultado será incontrolable, aun para los cínicos políticos y multimillonarios que crearon la situación.

Convencer a los individuos que son parte de un grupo distinto y superior es el primer paso hacia el proceso y lo que sigue es la vilificación del “otro”. Estamos viendo que esto se está haciendo con grandes efectos en lugares como Wisconsin donde el enojo de los trabajadores pobres se está enfocando hacia los empleados públicos. Hay un énfasis en los medios (masivos) a relatos que escogen situaciones injustas, tales como cucharones de doble-retiro y aquellos con pensiones estratosféricas y no-representativas.

 

Los medios masivos de comunicación han amplificado la condición del déficit presupuestal, sin darle la misma importancia a las causas de dichos déficits. En el caso de Wisconsin, el hecho de que las recientes revelaciones corporativas casi maravillosamente igualan los amenazantes déficits no ha sido reportada con amplitud. La cobertura de los medios abrumadoramente se ha dirigido a la discusión de que la austeridad es el remedio pero no ha de ser cargada por los intereses corporativos. Esta descarada pos-tura no habría sido tolerada si las masas no estuvieran distraídas en luchas intestinas con grupos que son notablemente semejantes. La hostilidad resultante mágicamente reemplaza el problema del bienestar corporativo en el discurso público.

El núcleo de la situación pudiera encontrarse en una poca discutida bomba de tiempo escondida en la legislación de Wisconsin. Escondidas en la ley hay provisiones para permitir la venta de empresas de servicio público de Wisconsin, sin someterlas a subasta. Los que defienden este aspecto de la ley dicen que es innecesario preocupar-se que esto se convirtiera en una completa bonanza para los intereses industriales, tales como los personajes villanos de tira cómica, los Hermanos Koch. La mayoría sabe del irrestricto apoyo de ellos al actual gobernador de Wisconsin. Estos mismos intereses han proporcionado abundantes fondos para apoyarlo a través de los medios. Los hermanos tienen un gran interés en el funcionamiento de este pequeño estado.

Esta provisión para la venta de empresas de servicio público debería ser importantísima en la cobertura de los medios, pero ha sido inquietantemente ignorada. El contexto de no-subasta niega cualquier razonamiento de que es simplemente una precaución para permitir una efectiva recaudación futura de fondos. Sabemos acerca de contratos sin subasta. El sentido común indica que esto no es en el mejor interés de nadie excepto las grandes entidades industriales al acecho. Si el razonamiento no hubiese sido exitosamente urdido en términos de los “indignos y ambiciosos empleados públicos vs mis pocos dólares” los grupos podrían posiblemente advertir que tienen mucho en común; es decir, ser los recipientes de una violación “colectiva” de individuos como los Koch.

La clase trabajadora, los que tienen que trabajar, no importa las características de su empleo, ciertamente no son los beneficiarios en el actual discurso de disentimiento. Todas las maneras de rebanar y dividir están teniendo lugar respecto a la gran masa de la población. “Trabajadores estatales vs trabajadores del sector privado” es una de las modalidades más recientes. La década pasada ha estado plagada con esto, siendo la más popular “liberales vs conservadores”. Los ideales comunes han sido sistemática-mente sepultados bajo cómicas afiliaciones de grupos. El único tema unificados es que el pillaje ha continuado sin reducirse mientras las riñas juveniles han llegado a ser la norma en el discurso público.

Ejemplos extremos, pero instructivos, de este tipo de distracción pueden encontrarse en numerosos antecedentes históricos. Un deslumbrante ejemplo sería la conducta de los colonialistas belgas en la nación de Rwanda. El horror del genocidio de los 1990s es bien conocido, pero mucho menos conocido es el precedente histórico que ayudó a crear este frenesí de violencia. Los colonialistas implementaron estrafalarias prácticas entre la población nativa. Entiéndase, que éstos eran individuos cuya membresía a un grupo no estaba claramente delineada. Compartían el lenguaje, religión y los matrimonios mixtos eran comunes. Para todos los propósitos prácticos, las diferencias eran ligeras.

Las similitudes no detuvieron a los belgas de categorizarlos como Hutu (Bantúes) y Tutsi (Watusi). Se tomaron medidas de los cráneos, narices y alturas hasta que se hizo una decisión de que los Tutsi eran esencialmente más “blancos”. Se les dio permiso de dominar sobre los Hutu y subsecuentemente la furia comenzó a hervir a fuego lento. Los Tutsi fueron puestos en una situación insostenible, en esencia se dijo que actuaran como mandos intermedios sobre los Hutu. El resultado final fue un período de tiempo en el cual los aliados por sentido común (los Hutu y los Tutsi) no se fusionaron en un esfuerzo colectivo para librar a su patria de una amenaza colonial.

Este fue un ejemplo extremo de manipulación de las masas por parte de la élite, mientras el robo continuaba sin obstáculos.

Es instructivo ver lo que puede ocurrir cuando estos tipos de divisiones se implantan. Cuando el saqueo está completo y las élites globales se van, los resentimientos y afiliaciones de grupo pueden persistir. La situación ya no es predecible y la violencia se convierte en una posibilidad muy real. En el escandaloso caso de Rwanda, los quemantes resentimientos continuaron, atizados por grupos en busca del liderato. Mucha de la bilis estaba siendo promovida a través de transmisiones de radio incitando al odio. El mundo sabe lo que ocurrió luego. Al menos 800,000 fueron asesinados, a menudo en las sombras de los modernos edificios en una época en que se suponía que este tipo de cosas no ocurrieran.

Por suerte nuestra situación no es tan terrible, pero la conducta de los opresores colonialistas o los modernos saqueadores industriales, son notablemente similares. La de división y distracción. Las masas generalmente exhiben una enorme capacidad de ser engañadas mediante la distracción y esto es suficiente para avanzar los intereses de unos pocos. La brutalidad no es necesaria todavía para que sus agendas avancen.

Una vez que se ha arraigado el concepto de que un grupo es inherentemente diferente, entonces todo lo que se requiere luego es una chispa de violencia. La chispa a menudo es difícil de encender, quizá tome décadas o más, pero una vez que el fuego toma fuerza, los resultados son incontrolables y brutales. Lo que una vez fue una teoría y menta-lidad de grupo puede convertirse en un deseo muy real de venganza una vez que se derrama la primera sangre. El ciclo de escalación está montado y los instigadores generalmente se encuentran lejos y seguros durante la devastación que establecieron.

Ejemplos recientes, aun en EEUU, indican que la noción del “otro” puede producir una propensión a la violencia, aun en poblaciones muy similares entre sí. Las escaramuzas entre Kansas y Missouri, antes y durante la Guerra Civil muestran un tribalismo casi cómico, los colonos teniendo pocas diferencias entre ellos. Difícilmente algunos colonos poseían esclavos y la mayoría eran agricultores de subsistencia. Las distinciones eran tan risibles como la medición de las narices Hutu/Tutsi —pero una vez que la violencia comenzó, adquirió vida propia a medida que la revancha se convertía en el principal motivador.

Tenemos más de una década de pesada cobertura de los medios masivos respecto a la “derecha e izquierda” y ahora “empleados estatales vs el sector privado”. Esto ha permitido el robo sin paralelo de nuestros recursos que nos quedan a medida que el ruido efectivamente silencia al discurso racional.

Estamos innegablemente en una encrucijada. La noción de una guerra civil puede ser casi risible en este punto, pero las semillas están allí. Nuestro imperativo es detener ese deslizamiento hacia odios facciosos que benefician solamente a la aristocracia industrial.

Este pillaje final desvía muchos de los recursos restantes que podrían ser utilizados para amortiguar el colapso social hacia el que parece nos estamos encaminando. La posibilidad de encontrar un reemplazo exitoso para sistemas insostenibles llega a ser improbable cuando los restos dejados han de ser utilizados simplemente para solidificar un inminente sistema feudal. La clase que promueve estos escenarios de pesadilla probablemente no estará cerca para ser considerada culpable de cualquier violencia social. Probablemente ocuparán zonas vigiladas en áreas juzgadas más seguras y me-nos contaminadas. Seremos manejados como remotos ranchos ganaderos.

Es el momento de poner atención a los prejuicios que pudiéramos tener que aumentan la división. Es el momento de identificar claramente a los que tiran de los hilos y quiénes se benefician; es decir, la clase saqueadora. Aunque los individuos cercanos a nosotros pueden no estar enterados de la historia de la táctica, es nuestro deber encontrar un terreno común y tratar de moderar la locura creciente que nos rodea. Esto pudiera ser la estratagema más subversiva a nuestra disposición. No vivimos buenos tiempos; todo esto importará, si no mañana, dentro de poco.

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Comentarios de Realismo

Ojo con los vendepatrias, de los cuáles siempre parece haber sobreproducción. Tenemos los ejemplos recientes de Iraq y Libia; y el actual en Siria.

En México e Iberoamérica no estamos exentos; particularmente con el sistema de partidos que en la práctica, han significado la legalización de una guerra civil de baja intensidad.

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