viernes, 3 de mayo de 2013

Un intento en futurología


Escoja Su Distopia[1]
Un Strip Tease Post-Histórico
Por  PEPE ESCOBAR       Counterpunch         26-Abr-13
FUENTE: http://www.counterpunch.org/2013/04/26/pick-your-dystopia/


Las notas de pie de página NO vienen en el original y fueron puestas por el traductor.

Que acogedor sería convocar el espíritu-retro de Burt Bacharach para definir nuestro futuro geopolítico y comenzar a cantar, “Lo que el mundo necesita ahora / es amor, dulce amor”.
Disculpen por rayar el vinil. Interrumpimos este acaramelamiento para traerles las noticias de último minuto. Han sido catapultados a la edad del nuevo “héroe” hobbesiano —digital y virtual así como físico.
El capitalismo de casino —alias neoliberalismo turbocargado— está destruyendo sin misericordia los últimos vestigios del estado de bienestar y el consenso igualitario en el Occidente industrializado, posiblemente con la rara excepción escandinava. Ha establecido un “Nuevo y Normal” consenso, inmiscuyéndose en las vidas privadas, dominando el debate político e institucionalizando la comercialización de la vida misma —el acto final de la fiera explotación corporativa de los recursos naturales, la tierra y la mano de obra barata.
La integración, la socialización y el multiculturalismo están siendo corroídos por la desintegración, la segregación y la de-socialización generalizada —una consecuencia directa de la noción acuñada por David Harvey de “des-acumulación” (la sociedad devorándose a sí misma).

Este estado de cosas es lo que el historiador de arte y filósofo flamenco Lieven De Cauter, en su libro Entropic Empire, llama “la fase Mad Max de la globalización”.
Es un mundo hobbesiano una guerra civil global latente, una guerra de todos contra todos: los que tienen contra los desposeídos; intolerantes wahhabitas contra los chiítas “apóstatas”; los hijos de la Ilustración contra todas los tipos de fundamentalistas; la militarización de África por el Pentágono contra el mercantilismo chino.
La desintegración y balcanización de Iraq, detonadas por (la operación) Shock and Awe (Conmoción y Asombro) del Pentágono hace 10 años, fue un tipo de preludio para este Audaz Nuevo Desorden. La cosmovisión neo-con, del 2001 al 2008, avanzó el proyecto con su ideología de Destruyamos el Estado, en todos lados; una vez más Iraq fue el mejor ejemplo. Pero del bombardeo de una nación soberana para regresarla a la Edad de Piedra, el proyecto se movió hacia la ingeniería de la guerra civil —como en Libia y, con suerte para los “ingenieros”, en Siria.
Cuando tenemos analistas de escritorio, influyentes o no, pagados por bien dotadas fundaciones —usualmente en USA pero también en Europa Occidental— pontificando acerca del “caos y la anarquía”, están simplemente reforzando una profecía auto-realizable. Si “el caos y la anarquía” les excita, es porque simplemente están reflejando la economía libidinosa predominante[2], desde la reality TV hasta todo tipo de lo que De Cauter describe como “juegos psicóticos” —dentro de una habitación, dentro de un octágono, dentro de una isla o virtualmente dentro de una caja digital.
Así que bienvenidos a la geopolítica del joven siglo 21: una época de guerra ininterrumpida (virtualizada o no), aguda polarización y una acumulación de catástrofes.
Después de Hegel, Marx y ese mediocre empleadillo del Imperio, Fukuyama; pero también después de las brillantes deconstrucciones de Gianni Vattimo, Baudrillard o Giorgio Agamben, esto es lo que conseguimos.
Para Marx el fin de la historia era una sociedad sin clases. Qué romántico. En cambio, en la segunda mitad del siglo 20, el capitalismo se casó con la democracia liberal occidental hasta que la muerte los separe. Bueno, la muerte ahora se cierne sobre ambos. El Dragón Rojo, como en China, ha unido al partido y apareció con un juguete nuevo, el neoliberalismo de partido único[3].
Un consumidor individualista, auto-indulgente, pasivo, fácilmente controlable, ahogado en una forma distorsionada de democracia[4] que básicamente favorece a los enterados —y muy ricos participantes; ¿cómo podría eso ser un ideal humanista? Sin embargo las PR (relaciones públicas) fueron tan buenas que esto es a lo que aspiran legiones en Asia, África, el Medio Oriente y Sudamérica[5]. Pero eso aun no es bastante para los Amos geoeconómicos del Universo.
Así, la post-historia es el reality show final. Y el neoliberalismo bélico como su arma favorita.

Escoja su campo
Ahora estamos familiarizados con el paradigma del estado de emergencia de Giorgio Agamben —o estado de excepción. El ejemplo más reciente, hasta mediados del siglo 20, era el campo de concentración. Pero la post-historia es más creativa.
Tenemos el campo de concentración sólo para musulmanes —como en Guantánamo. Tenemos el simulacro[6] de un campo de concentración —como en Palestina, que está virtualmente amurallado y bajo vigilancia 24/7, y donde “la ley” es dictada por la fuerza ocupante. Y tenemos lo que ocurrió —como un ensayo— la semana pasada en Boston; el eufemístico “aislamiento”, que es una suspensión de la ley y reemplazo con la ley marcial; ninguna libertad de movimiento, ninguna red de teléfonos celulares, y si vas a la tienda de la esquina a comprar un refresco puedes ser tiroteado. Una ciudad completa del Norte industrializado convertida en un campo de concentración de alta tecnología.
Agamben hablaba del estado del estado de excepción como un exceso de soberanía “desde arriba”, y el estado de la naturaleza —como en Hobbes— como una ausencia extrema de soberanía. Después de la Guerra Global al Terror (GGAT), que, pese a lo que diga el Pentágono, es en realidad eterna (o la Guerra Prolongada, como se definió en 2002, y forma parte de la doctrina del Pentágono[7] de Dominio de Espectro Completo), podemos hablar de una fusión.
La guerra al terror, seductoramente normalizada por la administración Obama, fue y sigue siendo un estado global de excepción, aun cuando sus adornos vayan y vengan; el Acta Patriota; las sombrías órdenes ejecutivas; la tortura —un reciente panel bipartidista estadounidense acusó a todos los altos funcionarios de la administración de George W. Bush de tortura; el secuestro y traslado de personas para su investigación, con la colaboración de regímenes laicos entonces aliados de Occidente tales como Libia y Siria, para no mencionar naciones de Europa Oriental y las usuales marionetas árabes, incluido Egipto bajo Mubarak; y la hipertrofia del aparato de seguridad nacional.
En cuanto a un verdadero campo de concentración, de nuevo no necesitamos mirar más allá de Guantánamo —que, contrario a la promesa de campaña de Obama, permanecerá abierto indefinidamente, también como algunas del vasto número de prisiones “secretas” de la CIA de la era Bush.
En todos estos casos lo que le ocurra a la vida social —suspensión, disolución, balkanización, implosión, un estado de emergencia—, lo que le ocurre a los ciudadanos normales es que la ciudadanía se evapora. Pero las élites gobernantes —políticas, económicas, financieras— no les importa la ciudadanía. Sólo les interesan los consumidores pasivos.

Escoja su distopia
Las distopias del Nuevo Desorden Global están todas siendo normalizadas. Estamos familiarizados con el terrorismo de estado —como en la guerra “secreta” de los drones de la CIA[8] sobre áreas tribales en Pakistán, en Yemen, en Somalia y pronto en otras latitudes africanas. Y también estamos familiarizados con el terrorismo no-estatal, como es aplicado a esa nebulosa que en Occidente describimos como “al-Qaeda”, con su miríada de franquicias[9] e imitadores.
Tenemos un montón de hiper-estados —USA, China, Rusia y la UE como conjunto— y una miríada de infra-estados o estados fallidos, algunos producidos a propósito (Libia y Siria, ésta última en pleno proceso), también como estados satélites, algunos esenciales para el sistema controlado por Occidente tales como el Club Contrarrevolucionario del Golfo (GCC —Gulf Cooperation Council)[10].
Siempre resulta esclarecedor mirar en retrospectiva cómo interpreta el Pentágono este mundo. Aquí encontramos un “núcleo integrador” opuesto a una “brecha no-integrada”. El “núcleo” es lo que importa, en este caso América del Norte y la mayoría, aunque no toda, la UE. Poblaciones borreguiles, pasivas, con una élite de consumidores —las dinámicas élites móviles de la modernidad líquida, descritas por Bauman— y una vasta masa de trabajadores tenaces supervivientes, muchos de ellos prescindibles (como los millones de víctimas europeas de las políticas de austeridad de la troika que jamás volverán a encontrar un trabajo decente).
Para la brecha no-integrada, se trata de Hobbes todo el camino. En el caso de África —virtualmente hasta ayer ridiculizada como un agujero negro— hay un juego de poder geopolítico adicional; cómo contrarrestar la extraordinaria penetración del mercantilismo chino durante la última década. La respuesta del Pentágono es desplegar el Africom por todas partes; subyugar naciones que son demasiado independientes, tales como Libia; y el el caso de la élite francesa, también en la moda, tratar de reganar alguna fuerza imperial en Mali, beneficiándose exactamente de la implosión y balcanización de Libia[11].
La perspectiva post-histórica, su ideal estético, es la ciudad como parque temático. Los Angeles puede haber sido el modelo pero los mejores ejemplos son Las Vegas, Dubai y Macao. En ausencia de Umberto Eco y Baudrillard, que revelaron las imágenes reflejadas de los simulacros, pudiéramos seguir al maestro arquitecto Rem Koolhaas —un agudo observador de la demencia urbana en el sur de China— para aprender qué es todo ese espacio de deshuesadero.
Luego hay la obsesión por la seguridad —desde ciudades como Londres convirtiéndose en una versión con crecimiento explosivo del Panopticum de Bentham al patético ritual de desnudamiento en cada aeropuerto, para no mencionar el condominio o “comunidad” amurallada, más semejante a átomos resguardados, como el emblema de la civilización encapsulada. Los contraataques guerrilleros, sin embargo, pueden ser tan letales como los iraquíes sunnitas luchando contra los estadounidenses en el “triángulo de la muerte” a mediados de los 2000s. En Sao Paulo, Brasil —la violenta y definitiva megalópolis— las pandillas “clonan” autos y placas, engañan a la vigilancia en las puertas de condominios amurallados, conducen a la cochera y proceden a robar sistemáticamente cada apartamento en cada piso.

Uds son historia
Conceptualmente, la post-historia corta todas las esquinas. El flujo de la historia se ha degradado como una falsificación. El simulacro supera (reemplaza) la realidad. Vemos la historia repitiéndose no como una tragedia y farsa sino como una doble farsa; un ejemplo contemporáneo son los jihadistas en Siria convertidos en un arma[12] justo como los ex “luchadores por la libertad” en Afghanistán en la jihad anti-soviética de los 1980s mezclados con la pandilla occidental en el Consejo de Seguridad de la ONU tratando de aplicar a Siria lo que lograron con Libia: el cambio de régimen.
Tenemos también la historia repitiéndose a sí misma como clonación; el neoliberalismo con características chinas batiendo a Occidente en su juego de industrialización —en términos de rapidez— mientras al mismo tiempo repitiendo los mismos errores, desde los excesos irreflexivos de una mentalidad de adquisición hasta la falta de respeto al medio ambiente.
Va sin decir que esta post-historia entierra a la Ilustración —en cuanto que favorece el surgimiento de todo tipo de fundamentalismos[13]. Así también ha sepultado el derecho internacional; desde brincarse a la ONU[14] para lanzar una guerra en Iraq en 2003 hasta utilizar una resolución de la ONU para lanzar una guerra contra Libia en 2011. Y ahora Gran Bretaña y Francia no están tomando prisioneros al tratar de brincarse a la ONU o incluso a la OTAN misma al armar a los “rebeldes” en Siria.
Así tenemos un Nuevo Medievalismo que no puede sino ajustarse a una acaudalada neo-teocracia —como en Arabia Saudita y Qatar; porque éstos son aliados o títeres[15], mientras que internamente pueden seguir siendo medievales. Sobreimpuesta (sobre todo lo anterior), tenemos la política del temor —que esencialmente domina la Fortaleza de USA y la Fortaleza Europa; temor de El Otro, que ocasionalmente puede ser asiática pero la mayor parte del tiempo, islámica.
Lo que no tenemos es una visión política/filosófica del futuro. O un programa político histórico; los partidos políticos solamente están preocupados por ganar la próxima elección[16].
¿Cómo se vería un sistema post-estado? Las mentes independientes[17] no confían en los bloques gigantes, asimétricos y tambaleantes como la UE, o el G-20, o incluso en los pretensos multipolares tales como el BRICS (Brasil, Rusia, India, China, Sudáfrica —que todavía no representan una verdadera alternativa para el sistema controlado occidental). Ninguno está pensando en términos de una mutación estructural del sistema. Marx estaba más que correcto sobre esto: lo que determina la historia son los procesos objetivos, concretos, palpables —algunos muy complejos— que afectan la infraestructura económica y tecnológica.
Lo que es posible inferir es que la verdadera cuestión histórica de ahora en adelante es la tecnología —como Jean-Francois Lyotard y Paul Virilio estaban ya conceptualizando en los 1980s y 1990s. La tecnología continuará avanzando más allá del sistema capitalista. La tecnociencia está al timón de la historia. Pero eso también significa guerra.
La guerra y la tecnología son gemelos siameses; virtualmente toda la tecnología consigue avanzar como tecnología militar. El mejor ejemplo es cómo Internet cambió completamente nuestras vidas, con inmensas ramificaciones geo-económicas y políticas; Beijing, en un libro blanco de 2010, puede haber saludado el Internet como una “cristalización de la sabiduría humana”, pero ningún estado filtra más información de Internet que China. Empujando el escenario a un límite distópico, Eric Schmidt, de Google, arguye, correctamente, que con mover un interruptor, pronto un país entero podría incluso desaparecer de Internet.
Así, esencialmente, podemos olvidarnos de una regresión utópica al estado del nómada tribal[18] —por mucho que les fascine, estén en África o en el corredor Wakhan en Tadjikistán. Si revisamos el panorama geopolítico desde la Zona Zero a Boston, los únicos “modelos” son las caídas en la entropía.

Conozca al Adán neoliberal
Ahora el arma favorita de la post-historia: el neoliberalismo bélico. El mejor análisis de estos últimos años se encuentra con mucho en el libro del geoestratega francés Alain Joxe, Les Guerres de L’Empire Global (Las Guerras del Imperio Global).
Joxe aborda todo, porque todo está interconectado —la eurocrisis, la crisis de deuda europea, las ocupaciones (militares de territorio) y las guerras, restricción de las libertades civiles, las élites totalmente corruptas— para desenmascarar el proyecto del Imperio Global del Neoliberalismo, que va más allá del Imperio Estadounidense[19].
La meta última de la financialización es la acumulación ilimitada de las utilidades —un sistema donde los ricos llegan a ser más ricos y los pobres literalmente no consiguen nada (o, en el mejor de los casos, austeridad). Los verdaderos Amos del Universo son una clase rentista sin nacionalidad[20] —ni siquiera puede llamársele nobleza, sobretodo porque es horrible su falta de gusto y sentido crítico, como en los proveedores de bisutería de mal gusto. Lo que hacen es para beneficio de las corporaciones, en lugar de la protección de las funciones de los estados. En tal situación las aventuras militares llegan a ser una doctrina de vigilancia y control. Y una nueva tecnología de información —desde drones hasta municiones “especiales”— puede ser utilizada contra movimientos populares, no solamente en el Sur sino también en el Norte.
Joxe es capaz de mostrar cómo una revolución tecnológica condujo al mismo tiempo hacia la administración IT de ese ídolo, los Mercados, así como a la robotización de la guerra. Así, tenemos aquí una mezcolanza de mutaciones económicas, militares y tecnológicas, en paralelo, conduciendo a una aceleración de las decisiones que pulverizan por completo el largo plazo de la política, generando un sistema incapaz de regular las finanzas y la violencia. Entre la dictadura de los “mercados”[21] y la democracia social, adivine quién lleva la mano ganadora.
De hecho, Slavoj Zizek ya había presentado la pregunta clave, al menos en términos de la Declinación de Occidente. El (más cercano) ganador es de hecho el “capitalismo con valores asiáticos —que, por supuesto, no tiene nada qué ver el pueblo de Asia[22] y sí todo qué  ver con la clara y actual tendencia del capitalismo contemporáneo de limitar o incluso suspender la democracia”. (Ver aquí).
El filósofo francés Jean Claude Michea extiende aun más el análisis político. Arguye que la política post-moderna ha llegado a ser de hecho un arte negativo —definiendo la sociedad menos mala posible. Esto es cómo el liberalismo —que formó la moderna sociedad occidental— llegó a ser, como el neoliberalismo, la “política del mal menor”. Bueno, “mal menor” para los que están en control, y fregados los demás.
En otro libro crucial, Michea presenta la deliciosa metáfora del Adán neoliberal como el nuevo Orfeo, condenado a escalar la ruta del Progreso sin ninguna autorización que recuerde.
No muchos pensadores contemporáneos están equipados para apalear en una medida igualmente devastadora tanto la Izquierda como la Derecha. Michea nos dice que ambas, Izquierda y Derecha, se han sometido al mito original del pensamiento capitalista; esta “antropología negra” que hace al Hombre un egoísta por naturaleza. Y él pregunta cómo podría la Izquierda institucionalizada haber abandonado la ambición de una sociedad justa y decente —o cómo el lobo neoliberal ha hecho estragos entre la borregada socialista[23].
Más allá del neoliberalismo y/o del deseo de una democracia social, lo que la realidad nos muestra es que una guerra civil global es inminente —la hipótesis que exploré en mi libro del 2007, Globalistán. Cuando mezclamos el giro de Washington hacia Asia; la obsesión con el cambio de régimen en Irán; el temor de las élites occidentales con el ascenso de China; la verdadera primavera árabe, que ni siquiera ha comenzado[24], vía las jóvenes generaciones que quieren participación política pero sin ser constreñidas por el fundamentalismo religioso; el resentimiento musulmán contra lo que se percibe como una Nueva Cruzada contra ellos; el crecimiento del neo-fascismo en Europa; y el creciente empobrecimiento de las clases medias occidentales, es difícil pensar acerca del amor.
Y aun —Burt Bacharach al rescate— eso es exactamente lo que el mundo necesita ahora.


[1] Distopia.- Una comunidad o sociedad, usualmente ficcional, que es indeseable o atemorizante en aspectos importantes. Es lo opuesto de utopía. Tales sociedades aparecen en muchas obras de ficción, particularmente en relatos ubicados en un futuro especulativo. Las distopias a menudo están caracterizadas por deshumanización, gobiernos totalitarios, desastre ambiental o algunas otras características asociadas con una declinación cataclísmica de la sociedad.
(Wikipedia, Dystopia)
[2] Invocar a Freud y sus chupaletas no hace más creíble la argumentación. Basta con señalar que la motivación es el afán de poder y la sed de dominio.
[3] Really? Las más grandes corporaciones mundiales se han establecido en China para usufructuar la baratísima mano de obra del país y, de paso, evitar subir los sueldos en el resto del mundo. ¿No será más bien que el neoliberalismo absorbió al partido único y lo usa, junto con el dragón, como nuevo juguete y como pantalla?
[4] Que en realidad NO ES democracia sino oligarquía, pero a la que le resulta comodísimo seguir usando el disfraz democrático.
[5] No les creas a esas PR; eso de que las masas aspiran “a la democracia” es parte de la demagogia surgida de la Revolución (Anti) Francesa. Esas legiones en Asia, África, Medio Oriente y Sudamérica a lo que aspiran es a poder comer.
[6] ¿Quién te dijo que era simulacro? Que no lo llamen así por conveniencia política es muy diferente.
[7] Hablemos claro: el Pentágono no es un ente autónomo (remember Petraeus) y mucho menos tiene una “doctrina” propia. Se trata de empleados; al igual que el inquilino de la Casa Blanca.
[8] Que si verdaderamente existiera la democracia, debería haber generado un escándalo en el congreso de USA; y si verdaderamente existiera el estado de derecho el escándalo se habría producido en la propia ONU.
[9] Nunca mejor aplicado este término.
[10] Si el autor fuera honesto o suficientemente perspicaz habría colocado a USA en esta tercera categoría, ya que desde hace al menos 6 décadas su corrupta dirigencia aparenta perseguir su hegemonía, aunque cada vez más se muestra que no difiere gran cosa de las dinastías de la península arábiga y constituye en realidad un protectorado.
[11] El estilo de redacción parece sugerir que fueran decisiones autónomas de algunos militares. La verdad es que ni siquiera los titulares del Ejecutivo tienen los alcances ni el tiempo (previo a su ascenso al puesto) para elaborar una estrategia de largo plazo. Los titulares del Ejecutivo y los propios militares son meros empleados (por períodos específicos) de los autores intelectuales de la estrategia; autores que, por supuesto, ni quieren ni necesitan someterse a las monsergas de las campañas electorales ni a la temporalidad (transitoriedad) de dichos puestos.
[12] Si son un arma, entonces son instrumento de “alguien”, que los tiene a su servicio. Y en tal caso, por simple lógica, no se trata de una “guerra civil” sino de una intervención extranjera disfrazada de guerra interna.
[13] ¡Rediez, Joselito!: está mal engañar a los demás, pero engañarse uno mismo es imperdonable. ¿De verdad crees que esa post-historia como la llamas, favorece los fundamentalismos? ¿No te parece mucho más fácil que quienes impulsan esa estrategia, disponen de los suficientes recursos como para disfrazarse de lo que quieran y así mantener su impunidad? ¿Te parece fundamentalismo wahhabita los regímenes de la península arábiga, ayudando a USA y a la UE a destruir países islámicos? No es que lo estén haciendo por gusto sino bajo chantaje y amenazas, pero de eso a pintarlos como “fundamentalistas”, hay demasiado distancia y es parte de la desinformación de la élite globalizadora.
[14] Olvidas mencionar que la ONU es creación suya.
[15] Definitivamente se trata de títeres, que están dispuestos a traicionar a sus países. Y a esos títeres se les quiere crear el mito genial de ser fundamentalistas wahhabitas; pero esto último es para consumo de las masas extranjeras.
[16] Y por lo mismo, han sido comprados por la élite globalista, para seguir representando la farsa de la democracia.
[17] “Va sin decir” que la del autor es una de ellas.
[18] ¿Pero qué tal una drástica reducción de la población mundial en pobreza extrema, que en opinión de la élite resulta prescindible (sin poder de compra y/o, como mano de obra no calificada, hecha “superflua” por la robótica)? Bajo cualquier definición, eso sería genocidio.
[19] ¡Por supuesto que va más allá!
[20] De hecho, esa élite apátrida es la verdadera amenaza para la humanidad (lo mismo para USA, que para Europa, para el Medio Oriente, para África) y no la “amenaza islámica”, que ella misma busca inflar para lanzar a unos contra otros.
[21] El eterno pretexto engaña-ingenuos: Los mercados no tienen vida propia; son movidos por inversionistas y especuladores. Resulta muy cómodo atribuir lo que sucede a “los mercados”, mientras los culpables y beneficiarios permanecen tranquilos en el  anonimato. Y esa forma de referirlos, es muy dudoso que sea casualidad.
[22] ¡Pues claro! Es una faceta camaleónica típica, mimetizarse y atribuir las cosas a otro. Tómese de ejemplo la Revolución Francesa, que mejor sería calificarla de Anti-Francesa, o la Revolución Bolchevique, que de rusa tuvo solamente el lugar donde ocurrió.
[23] ¡Vaya que sí! Pero eso no es nuevo; data, al menos, desde la muerte de Trotsky. Recuérdese que sus huérfanos se metamorfosearon en neo-conservadores.
[24] Lo que ha ocurrido en los países árabes hasta ahora ha sido, en palabras de un ministro del interior libanés (Marwan Charbel), más bien «Una primavera israelí», si nos atenemos a sus resultados.

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