viernes, 16 de enero de 2015

Una doble medida, asegún el cliente



La Farsa Occidental de la Libertad de Expresión


Por Finian Cunningham               10-Ene-15
FUENTE: http://www.informationclearinghouse.info/article40663.htm




Hablando fuera del Palacio del Eliseo luego de los asesinatos de terror de esta semana en Francia, el ex presidente Nicolas Sarkozy condenó la violencia como “un ataque a la civilización”. Peinado, bronceado y bien vestido, las solemnes palabras de Sarkozy lo hicieron aparecer como la encarnación de la civilidad.
Esto es un pintoresco giro en la etiqueta para un político que está enredado en alegatos de sordidez y corrupción, además de crímenes de guerra.
Sarkozy no estaba muy preocupado respecto a la “civilización” cuando él y sus aliados británicos lanzaron la campaña de bombardeos de la OTAN contra Libia en Marzo de 2011 en completa violación a un mandato de la ONU. Los siete meses de violentos ataques condujeron al asesinato del líder libio Muammar Gaddafi de quién Sarkozy en el pasado había gustosamente recibido secretamente donativos políticos, antes de apuñalarlo por la espalda.
La ilegal guerra relámpago de la OTAN conducida por Francia contra Libia socavó un gobierno constitucional y resultó en la actual destrucción de uno de los países económicamente más desarrollados de África. Libia ha sido calificada como un estado fallido, rebasada por las milicias extremistas takfiristas y caudillos tribales, cuya retorcida ideología es compartida por la red terrorista ISIS (estado islámico de Iraq y Siria, por sus siglas en inglés) que está destruyendo Siria e Iraq. La misma ideología incluye adherentes armados que esta semana en París, asesinaron a más de una docena de gentes.
Así la preocupación de Sarkozy por los ataques a la civilización está bien calificada aunque no lo oirá expuesto de esta manera en los medios occidentales de control mental. Las muy extremistas fuerzas que él ayudó a soltar para el ilegal derrocamiento del estado libio ahora han asesinado a su propio pueblo en la capital de su república.
Una de las supuestas piedras de toque de la civilización occidental que alegadamente ha sido profanada esta semana es el “libre discurso” y la “libertad de expresión”. Sarkozy se unió a otras figuras políticas occidentales, desde Barack Obama, presidente de USA, hasta el premier británico David Cameron, en condenar el mortal asalto al periódico satírico parisino Charlie Hebdo, en términos de una guerra contra “nuestros valores”.
El periódico había previamente enfurecido a millones de musulmanes alrededor del mundo por su publicación de imágenes profanando al profeta Mahoma. Se cree que esto haya dado el motivo a los pistoleros quienes, mientras huían de la escena en París, gritaron: “El profeta ha sido vengado”.
El presidente francés Francois Hollande describió a los periodistas y caricaturistas asesinados como “héroes”, que murieron por el noble principio de la libertad de expresión.
Pero como otros presuntos valores occidentales, como los derechos humanos, la libertad de expresión es un principio sobrevaluado por los gobiernos e instituciones occidentales controlados por las corporaciones, que lo invocan como emblema de honor ideológico que los distingue y los hace superiores a los demás.
En la práctica, sin embargo, los valores occidentales no son más que una quimera. Son slogans vacíos cuya mera adhesión y presuntuosa e ingenua proclamación se hace por motivos de propaganda.
¿A qué derechos humanos o respeto por el imperio de la ley se adhirieron Sarkozy, Cameron y Obama cuando supervisaron la destrucción de Libia? O en la actual destrucción encubierta de Siria e Iraq (a pesar de los tardíos alegatos occidentales de liquidar la red terrorista que engendraron en primer lugar para cambiar el régimen en Siria).
En cuanto al apoyo de los gobiernos occidentales a la libertad de expresión, es más a menudo un recurso para lograr ventaja política. No es (un código) moral universal, como se alega. Y, de manera risible y  continua, proclaman mentiras desvergonzadas alegando lo contrario.
Una publicación satírica francesa puede habérsele permitido denigrar al Islam, pero nunca se le permitiría condenar el sionismo y toda su comprobada criminalidad. Es dudoso que la revista en cuestión publicaría caricaturas sobre Sarkozy, Obama o Cameron con explosivos atados a sus cabezas o arrojando bombas sobre Libia. Aun cuando lo último no es sátira y refleja la realidad de acciones y eventos criminales.
Así, “la libertad de expresión” occidental es simplemente libertad para que quienes tienen el poder menosprecien y demonicen a cualquiera que Occidente requiera para impulsar sus intereses políticos. Cuando la libertad de expresión legítimamente ataca los intereses occidentales, expone la hipocresía y el fraude, y deja de ser un “principio universal”. La censura entonces es una orden invulnerable.
El comediante francés Dieudonné, por ejemplo, ha sido prohibido de presentaciones públicas por el gobierno francés debido a su ridículo gesto con el brazo, denominado como la “Quenelle”. El gesto puede interpretarse de muchos modos, desde un vulgar insulto personal, hasta un burlesco insulto a la clase gobernante. Las autoridades francesas alegan que el gesto es “anti-semita” y un saludo nazi invertido. Dieudonné lo niega y en cambio dice que el gesto es “anti-sionista” y “anti-clase dirigente”.
Al comediante se le ha prohibido viajar a Gran Bretaña por las autoridades de Londres, también como resultado de sus parodias políticas. Su amigo y futbolista profesional, Nicolas Anelka, el año pasado se le prohibió participar en juegos de futbol soccer en Inglaterra y fue multado con $100,000 por hacer la Quenelle después de anotar un gol.
Casi un año antes de la masacre de la revista Charlie Hebdo de esta semana en París, el presidente francés Francois Hollande dio la noticia de que habría cero-tolerancia para Dieudonné o cualquier otro que practicara la Quenelle. “Actuaremos... combatiremos contra la burla de aquellos que pretenden ser humoristas pero en realidad son anti-semitas profesionales”, dijo Hollande.
Pero, esperen un momento. Eso es justo lo que la clase dirigente francesa juzga ser el significado de la Quenelle de Dieudonné. Sobre la base de su prejuicio, el artista y cualquiera que despliegue el gesto en público es sujeto de persecución. Eso no es simple censura; es persecución estatal por sostener una opinión.
Evidentemente, es aceptable insultar al Islam, de acuerdo al uso selectivo occidental de la libertad de expresión porque se ajusta a sus agendas políticas de demonizar a los países musulmanes de modo que puedan ser atacados con aviones de guerra occidentales o mediante terroristas delegados encubiertos. Pero no es aceptable satirizar el sionismo o las clases dirigentes occidentales.
Y aquí está otra piedra de toque. ¿Por qué PressTV está prohibida de las transmisiones televisivas terrestres o satelitales en Gran Bretaña? ¿Por qué el canal basado en Irán está prohibido a través de Europa y Norte América? En este caso, ¿dónde está la libertad de expresión occidental? ¿Cuál es el problema?
Press TV no es tolerada. Está prohibida. Porque la verdad del terrorismo estatal occidental, como el practicado por los émulos de Sarkozy, Hollande, Obama y Cameron, es demasiado para soportar porque puede iluminar y dar poder a la opinión pública. La verdad del terrorismo estatal patrocinado por Occidente, como es practicado por el genocida régimen israelí, es demasiado para soportar en el discurso público; cualquier crítica es arrojada al pozo de la memoria bajo el espurio pretexto de “anti-semitismo”. El hecho de que los líderes occidentales deberían ser procesados por crímenes de guerra es demasiado para soportar. Todos esos puntos de vista, no importa cuán intelectualmente rigurosos, moralmente escrupulosos y legalmente sustanciados estén, deben ser censurados, y quienes los formulan deben ser perseguidos hasta aislarlos.
La libertad de expresión occidental no es sino una cínica burla de los que mantienen sus ilegales posiciones de poder.
¿Una revista satírica defendida por los criminales de guerra occidentales por su “libertad de expresión” para deshumanizar a los musulmanes es aclamada como “heroica”? En tanto que un canal noticioso serio e informativo, como Press TV, está prohibido. Eso sí que es una caricatura ridícula.


COMENTARIOS
En alguna ocasión el caricaturista Abel Quezada afirmó que “en política el papel de víctima es el más cómodo”. Y ése precisamente es el actual papel de Charlie Hebdo, aunque de una forma inesperada, cuando sus patrocinadores decidieron asignarles ese rol, sin darles oportunidad de opinar.
El 07-Nov-12, el mismo pasquín, en un supuesto intento de apoyar la legalización de las uniones homosexuales, publicó una caricatura de la Santísima Trinidad realizando un acto homosexual. En comparación con eso, las caricaturas de Mahoma son una mera broma estudiantil.
Si tanto querían apoyar esa legalización ¿por qué no se fotografió su consejo editorial en plena faena homosexual?. Era mucho más fácil ofender las creencias cristianas.
Pero así paga el diablo. Sus propios patrocinadores decidieron utilizarlos como papel desechable, convirtiéndolos en víctimas y he allí los resultados.
Por otro lado, en su interior Charlie Hebdo no es muy partidario de la libre expresión, como lo puede asegurar su exdirector editorial, Philippe Val, quien en 2008 quiso obligar a su caricaturista Maurice Sinet, a disculparse por una caricatura del hijo de Sarkozy  (quien se casó con una rica heredera judía), con la sencilla frase: «Este chico llegará lejos».
Cuando Sinet dijo que prefería “cortarse los desos antes que disculparse”, Philippe Val lo despidió. Sinet demandó y ganó el juicio por despido injustificado; lo que costó al semanario aproximadamente 90,000€ de multa. Poco después, el propio Val fue despedido. ¿Se negaría a ir reembolsando la multa con su sueldo?
De lo anterior se concluye que la libertad de expresión en Charlie Hebdo es una vía de un sólo sentido.

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