miércoles, 17 de mayo de 2017

El Cirque du Soleil se quedó corto...



Emmanuel Macron, el conejo de la chistera de Bruselas

Por Lupo Glori                                                                                10-May-17
FUENTE: https://www.corrispondenzaromana.it/emmanuel-macron-il-coniglio-dal-cilindro-di-bruxelles/



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Como estaba previsto Emmanuel Macron, de 39 años, es el nuevo presidente de Francia con el 66.06% de los votos, contra el 33.94% obtenido por la contrincante Marine Le Pen. La ronda final por el Elíseo, que diversos medios internacionales habían pintado como el desaseado choque entre populismo y tecnocracia, ha sido sin embargo ganada por el candidato del recién nacido movimiento En Marcha!, expresión de los intereses financieros y de los “poderes fuertes” de Bruselas.
El nuevo presidente, apenas electo, ha dado cita para las felicitaciones de los propios partidarios a la sombra de la inquietante pirámide del Louvre, un lugar seleccionado a propósito para señalar una completa discontinuidad con las plazas históricas de la izquierda (Bastilla) o de la derecha (La Concordia) francesas.
Igualmente simbólica, y sin precedentes, ha sido la decisión del nuevo inquilino del Elíseo de dar homenaje a la investidura oficial recibida de las cumbres de la Unión Europea, haciendo entonar el Himno a la Alegría antes del himno nacional de La Marsellesa.
La decisión de festejar la propia victoria con las notas oficiales de la Unión Europea ha sido una evidente y socarrona bofetada a los euroescépticos recién derrotados, con lo cuál Macron ha querido subrayar, una vez más, la que será la principal línea de acción de su operación política. En su discurso de vencedor el líder de En Marcha! se ha declarado listo «para escribir una nueva página de nuestra historia de confianza y esperanza» [¿de quiénes?], con el objetivo de reconstruir «el vínculo entre Europa y los pueblos que la componen, entre Europa y sus ciudadanos».
La victoria de Macron es por lo tanto una vital bocanada de oxígeno para la maltrecha Unión Europea que da un gran suspiro de alivio frente a la clara afirmación de su candidato in pectore. El primero en congratularse ha sido el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, que ha confiado a Twitter su satisfacción, escribiendo: «Feliz de que los franceses hayan elegido un futuro europeo. Juntos por una Europa más fuerte y más justa». A las palabras de Juncker han hecho eco las del presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk quién, a su vez, se ha congratulado con el pueblo francés: «(…) por haber escogido la Libertad, la Igualdad y la Fraternidad y por haber dicho no a la tiranía de las noticias falsas» [dice el dicho que «aclaración no pedida, culpabilidad manifiesta». Lo de las “noti-cias falsas”, en el contexto, era tan pertinente como los misiles de Corea del Norte o las inundaciones en Perú].
A las declaraciones de júbilo en los círculos directivos de la Unión Europea han seguido rápidamente las de todos los principales líderes europeos entre las cuáles la del mismo presidente saliente, François Hollande: «Le he llamado esta tarde para felicitarlo calurosamente por su elección a presidente de la República. Su amplia victoria confirma que una gran mayoría de nuestros conciudadanos ha querido reunirse en torno a los valores de la República y marcar su apego a la UE y a la apertura de Francia al mundo» [esta fraseología indica que Hollande y Macron están del mismo lado del mostrador y que el segundo es, cualquier cosa excepto anti-sistema].
Desde Alemania, la canciller Angela Merkel, se ha expresado a través de su portavoz, Steffen Seiber, que se ha congratulado con el nuevo presidente francés, tuiteando: «Cordial enhorabuena a Emmanuel Macron. La suya es una victoria por una Europa unida». También desde Italia, han llegado las congratulaciones del premier Paolo Gentiloni que ha hablado de «una esperanza que se aproxima a Europa», a las que han seguido las análogas de Matteo Renzi, que en un tuit ha declarado cómo el éxito de Macron representa una «extraordinaria página de esperanza para Francia y para Europa».
Más allá de la indiscutible victoria de Macron, un dato que no debe pasarse por alto en estas elecciones presidenciales es el récord negativo alcanzado en esta segunda ronda por el abstencionismo que ha alcanzado la cifra histórica del 25.3%, la más alta registrada en una segunda ronda desde el lejano 1969. Según los datos difundidos por el Ministerio francés del Interior, el líder de En Marcha! se ha adjudicado 20,257,167 votos, el doble respecto a los 10,584,646 obtenidos por la candidata del Frente Nacional, que comoquiera que sea ha conquistado un récord jamás logrado antes por el propio partido, sumando casi 11 millones de votos que lo convierten, como subrayó la propia Le Pen, «el primer partido de oposición».
Ahora para el Frente Nacional, cuyo próximo e inminente desafío serán las elecciones legislativas de Junio, se esperan grandes cambios a partir, parece, del nombre mismo del partido, como ha destacado su lideresa: «El Frente Nacional ahora debe renovarse», afrontar «una transformación para crear una nueva fuerza política que esté a la altura de las necesidades del País».
Respecto a las estadísticas del voto, es interesante reportar finalmente los datos de un sondeo Ifop realizado por el diario La Croix y el semanario Pèlerin, según el cual Macron, además de que su decisivo apoyo transversal terminó por cerrarle el paso a la “extremista” Le Pen, ha podido contar también con el voto católico. El candidato de En Marcha! habría de hecho obtenido el 62% de los votos totales de los católicos. Una cifra parecida incluso al 71% entre los practicantes “regulares”, o sea entre aquellos que van regularmente a Misa, que paradojalmente baja, parándose en el 54% entre los católicos “ocasionales”.
En último análisis, la conquista del Elíseo de parte del tecnócrata por excelencia Emmanuel Macron, si por un lado es ciertamente hija de la quiebra de los partidos políticos tradicionales, dejados al margen de la segunda vuelta presidencial, por otro representa sin lugar a dudas una obra maestra política de los oligarcas de Europa sin condicionantes ni peros, que en poquísimo tiempo han sido capaces de crear desde cero y presentar un candidato políticamente “virgen”, con todas los papeles en regla para hacer convergir en sí el consenso necesario [con mensaje en clave para los partidos: “como ven, no nos resultan necesarios”].
En esta perspectiva, Macron, banquero de negocios de los Rothschild e “hijo” político del influyente economista Jacques Attali, presentado como el “hombre nuevo”, símbolo de la discontinuidad, es un presidente del establishment, ya viejo, un extraordinario conejo sacado de la chistera de los magos de Bruselas que ahora pueden frotarse las manos teniendo como jefe de Francia a un joven y fiel escudero dependiente directamente de ellos [particularmente si no tiene una estructura partidaria en la cual apoyarse].

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