jueves, 26 de abril de 2018

Parece venir un cambio; que pudiera resultar uno por otro


¿La era Putin-Xi sustituirá el (des)orden liberal occidental?

Por Pepe Escobar                                                                         26-Mar-18
FUENTE: http://thesaker.is/will-the-putin-xi-era-supersede-the-western-liberal-disorder/



El texto [en rojo] NO viene en el original y fue agregado por el equipo de traducción. Igualmente lo destacado en amarillo aparece como texto simple en el original.
La enmienda constitucional china que permite a Xi Jinping la posibilidad de términos presidenciales adicionales permanecer en el poder el tiempo suficiente para realizar el “rejuvenecimiento nacional” combinada con la elección rusa reconfirmando a Vladimir Putin en la presidencia han asegurado la consistencia y continuidad de la asociación estratégica ruso-china durante la próxima década.
Esto facilitará la interacción entre la Iniciativa Región-Camino (BRI, por sus siglas en inglés) y la Unión Económica Eurasiática (EAEU, por sus siglas en inglés), la coordinación de políticas dentro de la Organización de Cooperación de Shanghai, los BRICS y el G-20; y el impulso general hacia la integración de Eurasia.
El reforzamiento de lo que debería ser visto como la era Putin-Xi no podría sino poner a los liberales y neoliberales occidentales absolutamente lívidos.
Los intereses capitalistas siempre han creído su propia narrativa propagandística, que vincula directamente la expansión capitalista con la inevitable difusión de la democracia.
El pensamiento crítico está, al fin, ridiculizándola como una gran ilusión.
Lo que de hecho ocurrió desde principios de los 1980s fue que el turbo-capitalismo occidental ávidamente ganó dinero con la variante del trabajo neo-esclavo en las zonas económicas especiales de China (SEZ, por sus siglas en inglés). Aparejado con la proverbial arrogancia de las élites occidentales apostando a que China considerada a lo más como una fuente de mano de obra barata también como una debilitada Rusia durante los 1990s jamás acumularían suficiente conocimiento para desafiar geoeconómica y geopolíticamente a Occidente.
El récord histórico es implacable, mostrando que no hay ninguna conexión entre el “libre” comercio usualmente más libre para aquellos con peso económico extra y liberalización política. Por ejemplo, la monarquía prusiana redujo las barreras comerciales y eso condujo a la creación del Zollverein (unión aduanera) de 1834. Y el Tercer Reich entre 1933-38 ofreció una emocionante mezcla de intenso capitalismo y totalitarismo.
El sistema de China, donde un partido (marxista) controla el estado para propósitos de cohesión nacional, ciertamente no califica como democracia liberal. El disidente Minxin Pei, autor de China’s Trapped Transition (La Entrampada Transición China), hace 12 años ya sabía que el Partido Comunista China nunca daría paso a la democracia liberal occidental (Pei entendió al pie de la letra las órdenes de Deng Xiaoping, el pequeño timonel).
Él entendió que China “no tiene interés en llegar a ser miembro del club (occidental). Ellos quieren los beneficios económicos del orden liberal occidental [¿y esos beneficios económicos son atribuibles precisamente al orden liberal? porque la monarquía prusiana mencionada antes ciertamente tampoco califica como democracia liberal, ni tampoco el sistema imperante en USA, salvo de nombre y sólo para propósitos de propaganda] pero rechazan sus valores políticos y temen sus alianzas de seguridad. Ahora están en una posición suficientemente fuerte para construir su propia casa-club”.
En lo que Pei se equivocó fue creer que el PCCh sofocaría el crecimiento económico de China (“La perspectiva de un estancamiento similar al japonés es real”). Xi Jinping y su nuevo equipo de ensueño necesitan suficiente tiempo para afinar exitosamente el modelo económico chino.
Lejos de la demonización infantil 24/7, el hecho es que Rusia es hoy una democracia, aunque imperfecta. Y es importante analizar cómo se puede manipular una democracia joven. El tercer capítulo del nuevo libro Manifest-Destiny: Democracy as Cognitive Dissonance detalla la violación de Rusia; cómo las "reformas de libre mercado" de Boris Yeltsin facilitadas por los "muchachos de Harvard" permitieron que una pequeña camarilla de oligarcas multimillonarios [casualmente, unos años antes del desgobierno de Yeltsin, no eran ni oligarcas ni multimillonarios, sino aparatchiks; ergo, sus multimillones provinieron pura y simplemente del robo] Mikhail Khodorkovsky, Boris Berezovsky y Roman Abramovich entre otros se hicieran cargo [más que “hacerse cargo”, se despacharon con la cuchara grande] de una economía que sufría de terapia de choque.
Entre 1991 y 1997 el PIB ruso colapsó por un gigantesco 83% mientras la inversión en la economía caía en un 92%.
El caso de Khodorkovsky es emblemático. A través de Yukos, era dueño de los campos petroleros clave siberianos y estaba a punto de venderlos todos a intereses corporativos occidentales en 2003 cuando Putin fue tras él. No hay duda que esto fue ávidamente estudiado por el liderazgo de Beijing. El control de recursos nacionales clave es la línea roja final.
Para Putin como para Xi, el árbitro supremo es el estado nacional, no una banda de oligarcas como ha llegado a ser la norma a través del Occidente liberal y neoliberal [lo cual tampoco califica precisamente como “democrático”]. Al nivel BRICS, compárelo con el usurpador actual instalado en la presidencia brasileña, que está haciendo todo lo posible para entregar la mayoría de las reservas de petróleo del área pre-sal así como el gigante de la aviación Embraer a los intereses extranjeros.

Cuando tenga duda, pregunte a Confucio
Se ha convertido en un ritual para los guardianes del establishment occidental llorar fuertemente por el "orden mundial liberal que se desvanece". Al menos algunos admiten que no es "ni liberal, ni mundial, ni orden".
Los guardianes menores pueden ser más realistas, señalando cómo los políticos occidentales han sido completamente ignorados por la ira popular en miles de latitudes, y aún creen que es posible "reconstruir los fundamentos morales de la democracia".
No se puede; no bajo el credo neoliberal predominante, la NAH post-moderna (ningu na alternativa hay). Los guardianes, de izquierda y derecha, no pueden entender el auge del populismo, porque aquellos bajo la influencia populista ven claramente cómo los mitos del "imperio de la ley" y la "soberanía nacional" se disuelven rápidamente en el lodo. En el mejor de los casos, los guardianes lloran, nostálgicamente, "la pérdida de la influencia de la élite".
China, Rusia, Irán y Turquía todos implicados en la integración de Eurasia pueden clasificarse como sistemas autoritarios en diferentes niveles [por cierto no muy diferentes de USA, aunque acá les encante navegar con disfraz orwelliano de “demócratas”]. Y puede alegarse que, con excepción de China, todavía tienen un desempeño económico inferior al de su verdadero potencial.
Sin embargo, una de las cosas que más valoran es la soberanía nacional en medio de un sistema multipolar. Ese es su contrapunto conceptual al (anti)liberal (des) orden mundial. Ésa es su respuesta a la NAH.
En cuanto a “la pérdida de la influencia de la élite”, ésa es la clave del autodescrito grupito de ricos y poderosos alegando una alta base moral de una vaga democracia [el anonimato les permite no rendir cuentas  y el control permanente sin la molestia de las elecciones, que sólo son para los empleados políticos «desechables» y para aplicarlo a regímenes que, por no estar controlados, en automático, califican como “autoritarios”] que solamente revela su profundo temor a medida que la fuerza unipolar occidental se disuelve más pronto que tarde.
Todas estas contradicciones destacan en agudo relieve cuando miramos a la Unión Europea. La UE, desde el Tratado de Maastricht, se ha convertido en lo que Angela Merkel definió como la Bundesrepublik Europa: la República Federal de Europa.
Cualquiera que esté familiarizado con Bruselas sabe cómo esas oleadas de eurócratas [casualmente] exentos de impuestos generan un kafkiano sistema de regulación ultra burocrático y centralizado, mientras ellos permanecen completamente fuera de contacto con los europeos normales de la vida real.
La idea de la UE de promover la "integración económica", incluidas fuertes dosis de austeridad, no podría ser más antidemocrática.
Agréguele los escándalos al máximo nivel estatal que no hacen sino corroer la creencia en la primacía del modelo de democracia liberal occidental. La última implica la posibilidad real de que el coronel Gaddafi probablemente financió la campaña presidencial de Sarkozy de 2007 en Francia [¿habría diferencia si la financió Soros o algún otro ultrarrico que permanece en la sombra?]; un asunto extraordinariamente turbio que incluye la política de la energía, del agua y de los proverbiales contratos de grandes armas a través de los cuales las democracias liberales occidentales descartan cualquier base moral elevada.
Ahora compárelo con Xi Jinping como hexin lingdao (el núcleo del liderazgo), una especie de primus inter pares [primero entre iguales] en una versión chinificada de la República de Platón. La teoría política grecorromana de la Ilustración ya no es el único juego en el pueblo. Sin embargo, no hay probabilidad de que el arrogante Occidente empiece a escuchar a Confucio.

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