jueves, 2 de junio de 2022

Ucrania como mero peón del globalismo

 

La Historia Vuelve de Nuevo a Ucrania

Por William Hawes                                                                         28-Abr-22

FUENTE: https://www.globalresearch.ca/history-returns-again-ukraine/5778787

 

 

El texto [en rojo] NO viene en el original y fue agregado por el equipo de traducción.


Luego del golpe del 2014 y ocho años de combates entre el ejército ucraniano y los separatistas apoyados por Rusia, la historia ha estallado de nuevo y ha vuelto al escenario de Ucrania. Como occidentales con gobiernos que actúan de forma descaradamente hostil y beligerante con Rusia, debemos preguntarnos: ¿se provocó a Rusia, y si es así, cómo?

 

Es importante preguntarse cómo y por qué empezó este conflicto. Hay un dicho sobre Rusia que muchos conocen: "No pinches al oso". Pues bien, USA y la OTAN llevan 30 años pinchando al oso desde la caída de la URSS. Occidente ha adoptado una postura absurda y ahistórica hacia Rusia, continuando con la expansión de la OTAN, todo ello a sabiendas de que esto avivaría las tensiones y exigiría una respuesta.

La primera respuesta rusa en Ucrania fue en 2014, tras el golpe de Estado de la derecha [¿de veras? o como dirían en el rancho, ¿a dió?] respaldado por USA que echó del poder a Viktor Yanukóvich. Lo cubrí ampliamente aquí. Muchos en el este de Ucrania y Crimea obviamente son rusos étnicos, hablan ruso, tienen familia en Rusia y hacen negocios con Rusia. Mientras que algunas de estas mismas personas todavía pueden estar a favor de una Ucrania fuerte e independiente, claramente muchos simpatizan con la formación de un Donetsk y Luhansk independientes; y la gran mayoría en el Donbás no tiene interés en luchar contra su vecino del este. Muchos en Ucrania están preocupados, con razón, porque las escuelas ya no enseñan la lengua rusa, por el Batallón Azov neonazi y por la infiltración de los partidos Sector Derecho y Svoboda en la política ucraniana.  En los últimos ocho años han muerto miles de personas en la región del Donbás. En comparación con la reacción de USA o de otra potencia mundial de nivel medio, Rusia ha mostrado una inmensa moderación.

No finjamos que no eran preocupaciones legítimas cuando se mira desde la perspectiva de la seguridad nacional de Rusia, de la que USA es muy consciente. USA y la OTAN llevan treinta años expandiendo su aparato militar y de seguridad hacia el este, amenazando la seguridad, las relaciones comerciales y económicas de Rusia y su esfera de influencia. Al romper su promesa de no expandirse, la OTAN invadió hasta las fronteras de Rusia en las naciones bálticas. Al invadir Irak y Afganistán, orquestar el golpe de Estado de 2014 en Ucrania, junto con el derrocamiento de gobiernos y la intromisión en muchas otras naciones, USA rompió descarada y repetidamente el derecho internacional y cualquier apariencia de orden mundial [y “patrasearse” de tratados negociados y firmados (como el de Irán, p.e.), cuando le da la gana. ¿Para qué alguien querría firmar otro tratado con USA?]. Sin duda, esto llevó a toda la arquitectura de seguridad mundial a desincentivar la cooperación internacional y dio a las naciones más fuertes la excusa conveniente para tomar el asunto en sus propias manos.

USA y Europa Occidental siguieron "pinchando al oso" incluso después de que Rusia contrarrestara la hegemonía occidental en Georgia en 2008 y al retomar Crimea en 2014. USA, sabiendo muy bien que las vulnerabilidades económicas y geoestratégicas de Rusia podrían ser explotadas para aumentar el poder de la OTAN y la UE [es bastante evidente que el conflicto con Rusia le ha dado vida extra a la OTAN, no así a la UE que está siendo debilitada por sus europolíticos corruptos], hace tiempo que tiene los ojos puestos en que Ucrania se integre en Occidente. En resumen, aunque los expertos estadounidenses afirman hoy que Putin ve el conflicto como un "juego de suma cero", se trata de una proyección descarada, ya que USA y la OTAN han estado jugando el mismo tablero de ajedrez de realpolitik para mejorar su control geopolítico sobre Europa del Este [pero también del Oeste, del Norte y del Sur].

Incluso los principales politólogos lo entienden: John Mearsheimer, por lo demás un respetado profesor liberal del Establishment, ha culpado repetidamente a USA y a la OTAN de ser los principales responsables de la guerra en Ucrania, recibiendo críticas desde ambos lados del consenso belicista de Washington.

Hay que considerar una hipotética situación inversa. Si Rusia o cualquier otra gran potencia estuviera apoyando financiera y militarmente a Canadá para sofocar a los separatistas pro-estadounidenses en Alberta, y el gobierno canadiense se pusiera del lado de los rusos, con miles de ciudadanos estadounidenses y canadienses inocentes muertos en el proceso, ¿dudaría USA en invadir e instalar un gobierno pro-estadounidense? Ni por asomo. USA consideraría esto como una amenaza a la seguridad nacional. Ésta es la base de la Doctrina Monroe, en la que USA considera que toda América del Norte, Central y del Sur es su patio trasero; cualquier otra amenaza percibida será invadida, desestabilizada o destruida sin piedad, como ha ocurrido en Nicaragua, Chile y Guatemala, por nombrar algunos casos [y Afganistán, donde los malvados talibanes ponían en peligro el abastecimiento de heroína para la población estadounidense].

Incluso los arquitectos belicistas e imperiales como George Kennan y Henry Kissinger comprendieron que de ninguna manera Rusia permitiría que Ucrania se aliara con Occidente. Aunque ambas figuras eran despiadados y cínicos criminales de guerra, al menos comprendieron que otras grandes potencias tienen intereses diferentes a los nuestros e imperativos económicos y geoestratégicos que deben tenerse en cuenta. Ese nivel básico de comprensión de la realpolitik y de análisis de las condiciones materiales, así como de la competencia entre las potencias mundiales, ya no parece existir en la política exterior de USA.

Debería ser obvio que hemos entrado en la fase de extralimitación imperial. USA se inmiscuyó para tratar de engatusar a Ucrania para que entrara en la UE y en la OTAN, y consiguió que la destrozaran. La zurramos y ahora nos estamos dando cuenta.

Antes de 2014 Rusia probablemente habría aceptado una Ucrania neutral, pero ya no. Los últimos ocho años han demostrado que Ucrania [más bien la élite extranjera que tomó el poder ese año] prefiere matar a su propio pueblo antes que negociar. Ucrania utilizó fuerzas neonazis durante ocho años y aún lo hace en el conflicto actual, aliadas a su Guardia Nacional oficial. Ucrania contó con la ayuda de la CIA en el este de Ucrania para ayudar a matar a los separatistas. Las fuerzas especiales británicas y estadounidenses están actualmente en Ucrania ayudando a sus militares. Antes de que comenzara la guerra, Ucrania estaba a punto de convertirse en un Estado fallido, Zelensky era ampliamente despreciado y el nivel de vida estaba cayendo precipitadamente para el ucraniano medio.

Esto no justifica la respuesta de Rusia. Sin embargo, revela que las grandes potencias reaccionarán a la presión continua y a la guerra de bajo nivel en sus fronteras cuando les convenga. Es de sentido común básico; las naciones autoritarias más fuertes (USA es el primerísimo ejemplo) persiguen sus intereses a costa de las más débiles cuando pueden salirse con la suya, y también reaccionan de forma exagerada [¿le llamas reacción exagerada luego de 30 años de “pinchar al oso” y 8 años de ataques a la población rusófona?] o se vuelven irracionales cuando se ven amenazadas. Si Rusia y Putin se han vuelto cada vez más paranoicos y aislados [oiga apá, pero Trump, Pompeo, Biden y Blinken nunca se han visto muy normales que digamos], ¿cuáles fueron las condiciones que llevaron a este nuevo estado de cosas?

Tenemos que volver al marco ahistórico de los proyectos de poder de USA. Estos se ejemplificaron mejor en la década de 1990 en dos obras: El fin de la historia, de Francis Fukuyama, y El mundo es plano, de Thomas Friedman [pero no tienes por qué ningunear al PNAC (el Proyecto para un Nuevo Siglo Estadounidense) que, como dicen en el rancho, “no cantaba mal las rancheras”]. En la cresta de la ola de la caída de la Unión Soviética y de la hegemonía unipolar de USA, estos autores codificaron la arrogancia imperial de finales del siglo XX, afirmando que sólo las democracias liberales representativas [¿de quién?] guiadas únicamente por las estructuras económicas capitalistas se expandirían por todo el mundo y se iniciaría una nueva era de paz, globalización y cooperación; un "Nuevo Orden Mundial", por así decirlo.

Todo esto estaría implícitamente apoyado por un coloso militar que abarcaría todo el mundo, una pax americana imperial. Las autocracias y otros regímenes autoritarios no podrían mantener su influencia a medida que el "mercado libre" se expandiera a todos los rincones del planeta; y las naciones democráticas y capitalistas no entrarían en guerra entre sí. Friedman se refería a esto como la teoría de los "Arcos Dorados" de la política exterior: ningún país con un McDonald's, y por tanto, con una estructura política capitalista global, volvería a luchar entre sí.

Mirando hoy hacia atrás, es obvio lo fácil y miope [en el rancho le llamarían de otro modo] que era este punto de vista. Las grandes potencias luchan por algo más que la ideología: los recursos naturales, las garantías de seguridad y las necesidades materiales determinan la forma en que las naciones compiten y se disputan el estatus y la hegemonía. En retrospectiva, y sin la lente distorsionadora hegemónica de la propaganda prooccidental, es fácil ver que Rusia se ha sentido amenazada por Europa Occidental y USA durante generaciones [sería más apegado a la realidad afirmar que Rusia Y Europa (tanto Oriental como Occidental) se han visto amenazadas por USA durante generaciones, porque los europolíticos están al servicio de USA y no de sus países].

En última instancia, USA se contentará en un futuro próximo con "luchar hasta el último ucraniano". Las poblaciones de USA y Europa Occidental necesitan una nueva distracción de una economía con una inflación disparada y una recesión en ciernes. Una guerra por poderes contra Rusia les viene muy bien a las élites occidentales, aunque está claro que Biden, Johnson, Macron y Scholz no tienen ni idea de cómo proceder [pero el Estado Profundo, que les da las órdenes, sí sabe cómo proceder]. Las naciones occidentales tienen poca influencia o capacidad de maniobra en esta guerra; y los diplomáticos estadounidenses, especialmente, no tienen ningún interés en navegar por las repercusiones de la política exterior precisamente porque están tan aislados de las consecuencias.

La clase dirigente necesita un chivo expiatorio para el empeoramiento de la situación económica en Europa y USA, y la próxima recesión se achacará a la desestabilización rusa de los mercados mundiales. Los principales medios de comunicación han ignorado convenientemente los ocho años anteriores de guerra civil en Ucrania, una situación que no sería tolerada por ninguna otra potencia mundial. El cambio de narrativa hacia Rusia como el próximo “hombre del saco” fue muy rápido, precisamente porque Washington no tiene a nadie más a quien culpar por el desastroso colapso de la economía mundial dirigida por un modelo capitalista fallido.

Occidente estaba desesperado por encontrar un chivo expiatorio y ahora lo tiene [igual la OTAN que según Macron tenía “muerte cerebral”; la guerrita de Ucrania le ha dado vida artificial y salvado a Stoltenberg de ingresar al grupo de los desempleados]. El tambaleo de las normas y relaciones internacionales debido a las decisiones explotadoras y reaccionarias de la política exterior de Occidente también ha puesto de manifiesto las grietas en los cimientos del sistema, sin que se vislumbre una solución. Sólo una solución diplomática puede poner fin a esta guerra y, en la actualidad, el liderazgo de USA puede describirse, en el mejor de los casos, como si estuviera fuera de juego. Sin ningún plan claro ni deseo de minimizar el sufrimiento humano en Ucrania, el orden imperial sigue dando tumbos debido a su propia arrogancia y extralimitación, ciego a las lecciones de la historia.

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