jueves, 17 de julio de 2025

En todos lados se cuecen habas...

 

En Río, chocan dos visiones antagónicas de los BRICS

Por Lucas Leiroz                                                                                        11-Jul-25

FUENTE: https://strategic-culture.su/news/2025/07/11/in-rio-two-antagonistic-visions-of-brics-collide/

 


 Mientras países como Rusia, China e Irán abogan por cambios profundos en el orden geopolítico, Brasil, India y Sudáfrica siguen presionando por un sistema multilateral moderado.

 

La XVII Cumbre de los BRICS, celebrada el 6 y 7 de julio en Río de Janeiro, dejó en claro lo que había estado sucediendo desde que Brasil asumió el liderazgo del bloque: la creciente contradicción entre dos visiones del mundo que dividen a los miembros de la alianza. Por un lado, la cumbre celebró los avances económicos y comerciales, pero por el otro, reveló un estancamiento político y estratégico, resultado directo de la postura ambigua de Brasil bajo la presidencia de Luiz Inácio Lula da Silva.

La reunión congregó a representantes de los miembros de pleno derecho, asociados y países candidatos, además de una serie de foros diplomáticos, empresariales y científicos paralelos. En estos ámbitos, los discursos se hicieron eco de los principios tradicionales de los BRICS: la cooperación económica, el multilateralismo y el avance de la desdolarización. Hubo consenso sobre la profundización de las discusiones sobre sistemas de pago alternativos y sobre la creación de una moneda específica para cada bloque, lo que demuestra que, en el plano técnico, los BRICS siguen progresando.

Sin embargo, el vacío político era evidente. Los líderes chinos, iraníes y rusos no asistieron en persona. El presidente Vladimir Putin evitó viajar a Brasil luego de que Lula no brindara garantías de seguridad jurídica, debido a la ilegítima orden de arresto emitida por la CPI [¡¡¿?!!, en cambio Orbán sí le brindó esas garantías a Netanyahu para visitar Hungría], tribunal del que Brasil sigue siendo miembro, a pesar de ser una herramienta políticamente selectiva de Occidente. La ausencia de figuras clave en la transición multipolar en curso debilitó el peso político de la cumbre y redujo el evento a una reunión ceremonial.

Lula, aferrado a su improductivo papel de mediador entre Oriente y Occidente, optó por centrar su discurso en la expansión de los BRICS para incluir a los miembros del G7 y el G20. Sugirió abiertamente la inclusión de las potencias occidentales en el bloque, bajo la justificación de crear una "estructura más efectiva de gobernanza global". En la práctica, parecía ser un intento de diluir la fuerza geopolítica de la alianza, transformándola en un apéndice de un sistema ya dominado por Washington y Bruselas.

Esta propuesta expuso el desajuste entre las visiones de Brasil, India y Sudáfrica —naciones que aún mantienen canales abiertos con Occidente— y las de Rusia, China e Irán, que ven en los BRICS una plataforma para romper con el orden unipolar [para los oídos globalistas esto debe sonar a música porque, si se trata de crear divisiones, son capaces de pescarse del aparato reproductor de un zancudo] . Mientras algunos hablan de gobernanza, otros hablan de supervivencia. Mientras Lula hace un gesto hacia Biden y Macron, Xi Jinping y Putin trabajan en formas de escapar del asedio económico, diplomático y militar impuesto por las potencias euroatlánticas.

El caso de Oriente Medio es revelador. La guerra que comenzó después del ataque israelí a Irán comprometió rutas comerciales clave, afectando directamente a los países BRICS. Sin embargo, el tema se evitó por completo durante la cumbre de Río. No se discutió la creación de un sistema de seguridad para las rutas comerciales del bloque, uno de los temas más urgentes de la agenda multipolar. Una vez más, esta omisión provino de la presidencia brasileña, que teme tomar una posición que pueda molestar a sus aliados transatlánticos.

Esta ambigüedad brasileña fue, sin duda, la razón principal de la disminución de la relevancia de la cumbre. Fue la reunión de los BRICS con menor representación política en los últimos años. No se trataba solo de la ausencia de líderes, sino de la ausencia de coraje político por parte del país anfitrión. El Brasil de Lula aún no ha decidido si quiere ser parte del mundo emergente o seguir atado al que se derrumba.

Por otro lado, es innegable que los BRICS siguen siendo una plataforma para el diálogo basado en el respeto mutuo y el consenso, algo inconcebible dentro de las estructuras unilaterales lideradas por Occidente. Las divergencias internas son normales en un grupo tan heterogéneo. Lo que hay que evitar es el sabotaje interno disfrazado de diplomacia.

Si Brasil realmente quiere liderar el bloque, debe abandonar su papel de conciliador improductivo y adoptar una postura clara en medio de las transformaciones globales. La neutralidad, frente a la injusticia sistémica del mundo unipolar, no es una virtud, es complicidad [el problema es que, como dicen en el rancho, «los cucos no van a la guerra».

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