jueves, 8 de octubre de 2020

RESEÑA DE UN LIBRO

 

La Transformación de Europa como un Proyecto de la Élite

Por Andrew Joyce                                                                         Aug 25, 2020

Reseña de The Blackening of Europe, por Clare Ellis

FUENTE: https://www.unz.com/article/the-transformation-of-europe-as-an-elite-project/

 

 

El texto [en rojo] NO viene en el original y fue agregado por el equipo de traducción. Igualmente lo destacado en amarillo, aparece como texto simple en el original.

Clare Ellis, The Blackening of Europe: Volume I. Ideologies & International Developments (El Ennegrecimiento de Europa: Volumen I. Ideologías y Desarrollos Internacionales). Arktos, 2020.

 

Detalles del producto

Peso del producto : 376 g

Tapa blanda : 292 páginas

Dimensiones del producto : 13.97 x 1.85 x 21.59 cm

Editorial : Arktos Media Ltd. (13 abril 2020)

Idioma: : Inglés

 

"Cuando ocurra este cambio de mayoría-minoría, habrá una transferencia sin precedentes de poder político de los pueblos europeos a los no europeos, lo que esencialmente marcará el fin de la soberanía de los europeos sobre sus tierras ancestrales".

 

Una de las grandes tragedias de los tiempos modernos ha sido la torcida y perversa forma burocrática e institucional adoptada por la noble idea de la hermandad europea. Alguna vez promovida por figuras como Sir Oswald Mosley como un medio para el resurgimiento europeo, la unidad de Europa en las últimas décadas se ha convertido en un sinónimo de migración masiva, leyes represivas de la expresión, la locura de los “derechos humanos” y el suicidio etnocultural. ¿Cómo ocurrió? El entendimiento común en nuestros círculos a menudo es muy simplista, y se basa en gran medida en caricaturas de lo que ha llegado a conocerse como el Plan Kalergi. La narrativa del Plan Kalergi, como discutiremos a continuación, tiene por supuesto sus méritos, y su sencillez es uno de ellos. Pero desde hace algún tiempo he estado esperando la llegada de un texto que pudiera considerarse el relato definitivo, matizado y completo de cómo la noción de unidad europea se convirtió en un vehículo para la destrucción europea. Si bien The Strange Death of Europe (La extraña muerte de Europa) de Douglas Murray fue un paso útil en la dirección correcta [¿en serio? Inglés, n. 1979, partidario de los neocons, contrario a la identidad y gay confeso], creo que sólo hasta la publicación del primer volumen de The Blackening of Europe (El Ennegrecimiento de Europa) de Clare Ellis es que finalmente tenemos el relato que merecemos. Y aunque todavía tengo que leer el segundo y tercer volúmenes, los espero ansiosamente con la convicción de que, en conjunto, esta trilogía representará una de las obras fundamentales de la "Tercera Posición" de las últimas dos décadas.

Tengo que ser honesto respecto a que antes de la publicación de The Blackening of Europe no había oído hablar de Clare Ellis. Esto se debe más a mi propia ignorancia que a falta de actividad de parte de ella, y las credenciales de Clare realmente hablan por sí solas. Clare, colaboradora cercana y ex estudiante de doctorado de Ricardo Duchesne, ha escrito para el Council of European Canadians y The Occidental Quarterly. Creo que The Blackening of Europe elevará considerablemente y con razón su perfil. La investigación de Clare en la Universidad de New Brunswick se refería al declive demográfico y político de los europeos nativos en sus propios países de origen. No está claro de inmediato qué parte del material de su doctorado se incluyó en el libro, pero ciertamente parece haber un fuerte cruce en el contenido temático.

En resumen, el primer volumen de The Blackening of Europe intenta ambiciosamente trazar un mapa de las diversas corrientes de pensamiento y acción ideológicos, políticos, económicos y sociales que se combinaron para deformar, definir y pervertir la idea de la unidad europea, desde sus inicios hasta su más moderna encarnación. El texto presenta una amplia gama de información con la que yo estaba familiarizado, y mucho más con la que no, incluidos los conceptos de unidad europea de principios del siglo XVIII, las ideas de Richard von Coudenhove-Kalergi, la Sociedad Fabiana, la Escuela de Frankfurt, la relación europea-israelí, los embargos de petróleo árabes, las teorías sobre el cosmopolitismo desde Kant y Marx hasta Habermas y Nussbaum, una microhistoria crítica del liberalismo, la hipocresía judía y un examen del conservadurismo y el neoconservadurismo. Afortunadamente, dada la vertiginosa variedad de información que se ofrece para su consideración, Ellis es una guía capaz, habiendo estructurado el libro de una manera sensata y bien organizada y escrito el libro con un estilo claro, insistente y autorizado.

Ellis comienza el libro con un hecho familiar, pero no menos crudo e inquietante: "Los europeos indígenas se están convirtiendo en minorías demográficas y políticas en los Estados-nación europeos". Hay una breve discusión sobre el colapso de las tasas de natalidad europeas, pero Ellis es clara sobre el verdadero desastre que se desarrolla ante nuestros ojos: “No es la baja tasa de fertilidad de los europeos lo que los convierte en minorías étnicas dentro de sus propias naciones, sino la inmigración no-europea a gran escala, que comenzó hace unos sesenta años y que ahora es parte integral del proyecto cosmopolita de la UE" [esa baja tasa de fertilidad europea TAMBIÉN es resultado de otras medidas de esa misma élite]. En el contexto de este proyecto,

Los europeos indígenas y sus instituciones e identidades políticas y culturales están atravesando procesos de borrado —estigmatización, marginación, privación y reemplazo— por el mandato de inmigracionismo, multiculturalismo y otros métodos de diversificación forzosa, mientras que la resistencia a su despojo y marginación política, cultural y demográfica es tipificada como delito.

En el relato de Ellis se encuentra implícita la acusación de que el declive de los europeos ha sido diseñado deliberadamente y que viola "varios derechos de los europeos nativos, así como las leyes internacionales que prohíben el genocidio en cualquier forma".

El libro esta dividido en dos partes. El primero es "Influencias Centrales en la Formación de la Unión Europea", que es una mezcla de historia, política y economía. La segunda parte del libro se titula “Corrientes Ideológicas Profundas” y es predominantemente filosófica y política. La primera parte del libro se divide en tres secciones: "Temprana Integración Europea", "La Sociedad Fabiana y la Escuela de Frankfurt" y "Desarrollos Geopolíticos Internacionales". En la “Temprana Integración Europea” se nos presenta el crecimiento del pensamiento paneuropeo en medio de la Ilustración, con referencias a una unión europea encontradas en los escritos de George Washington, Victor Hugo, Jean-Jacques Rousseau e Immanuel Kant. Estas figuras promovieron la unidad y el cosmopolitismo como un medio para llevar la paz a un continente inmerso durante mucho tiempo en una guerra casi perpetua, y las ideas de Kant fueron particularmente influyentes en el surgimiento de las "Ligas de la Paz" a principios del siglo XIX. Sin embargo, lo que vemos incluso en estas primeras etapas fue una mezcla de intenciones y diferentes interpretaciones del cosmopolitismo. El cosmopolitismo de Kant conservó un carácter nacional y estuvo predominantemente orientado al logro de la paz. Los europeos dentro de las ligas de la paz, como la Unión por el Control Democrático (UDC, 1914), más o menos se hicieron eco de los mismos sentimientos, pero sin saberlo dieron cobertura a quienes poseían motivos ocultos e ideas radicalmente diferentes sobre el cosmopolitismo. Aunque no mencionado por Ellis, el intelectual judío británico Israel Zangwill [1864-1926] fue cofundador y figura clave en el ejecutivo de la Unión por el Control Democrático, y desde octubre de 1914 fue Zangwill quien proporcionó a la UDC su sede. [1] Desde esta base, Zangwill lanzó propaganda de "unidad" europea que atacaba lo que Ellis llama "el canon nacionalista", no con el único objetivo de lograr la paz europea, sino de promover el feminismo y su propia idea de "crisol" o mezcla generalizada de pueblos y el fin de la identidad nacional. Sin embargo, como es común con tales activistas judíos, Zangwill se mostró reacio a vivir su propia filosofía, se casó dentro de su grupo étnico (la feminista judía Edith Ayrton) y pasó la mayor parte de su vida promoviendo causas judías.

Zangwill fue probablemente una influencia clave en el conde Richard Nikolaus Eijiro von Coudenhove-Kalergi (1894-1972), el geopolítico y filósofo cosmopolita cuyo nombre se ha convertido en sinónimo de lo peor del proyecto de la Unión Europea. Kalergi fue él mismo producto del mestizaje, tuvo un padre austrohúngaro y una madre japonesa, y pasó gran parte de su vida produciendo una mezcla de literatura integracionista pacifista y europea. Ellis contextualiza cuidadosamente a Kalergi, una vez descrito por Hitler como un "bastardo cosmopolita", a lo largo de unas 25 páginas, y examina su pensamiento en detalle. Hubo algunas revelaciones novedosas para mí, incluida su participación tímida en la masonería, su dependencia bastante amplia de las finanzas judías y su fantasía extremadamente extraña y peligrosa de que los judíos eran los líderes ideales del futuro estado europeo. Dicho esto, Ellis proporciona suficiente información sobre el pensamiento de Kalergi para poner en duda la existencia de un "Plan Kalergi" claramente definido. Gran parte del trabajo de Kalergi promovió la unidad europea bajo tres banderas: paz, civilización (incluida la renovada colonización europea de África) y comercio. Kalergi creía que los europeos compartían un destino cultural común y que Europa debería ser una potencia mundial al mismo nivel que Estados Unidos y la Unión Soviética. Y si bien elogió la noción de que el hombre europeo del futuro sería de raza mixta, no parece en ningún lugar haber promovido activamente la inmigración a Europa y de hecho escribió: “Europa debe impedir a toda costa que gran número de trabajadores y soldados negros emigren hacia Europa". Ellis comenta que aunque Kalergi se equivocó al reducir la identidad europea a una cuestión de “moral y estilo”, “no pretendía una inmigración a gran escala hacia Europa de pueblos no-europeos, especialmente de África y Oriente Medio musulmán".

Como en la Unón de Control Democrático, que albergaba diferentes metas, intereses y trayectorias ideológicas, Kalergi emerge del relato de Ellis como un individuo racial e ideológicamente confundido, en posesión de teorías excéntricas, irracionales y a menudo contradictorias, y actuando a menudo a manos de fuerzas mucho más poderosas y con motivos ulteriores. Con mucho la más extraña de las teorías de Kalergi fue la idea de que la nueva Europa unida debería ser gobernada por un “liderazgo espiritual aristocrático” que “solo puede encontrarse en el pueblo judío”. Estos rasgos, según Kalergi, “predestinan a los judíos para ser líderes de la humanidad urbana, los protagonistas tanto del capitalismo como de la revolución”. Como Ellis lo expresa:

No serían los aristócratas europeos los que conducirían la nueva Europa hacia la unificación y finalmente a la federación mundial; más bien sería la interacción únicamente de los líderes tanto del capitalismo judío como del socialismo judío quienes tomarían el control y dominarían las fuerzas del poder europeo y determinarían su destino.

Que Kalergi probablemente fue influenciado directamente por el trabajo de Zangwill en este sentido es casi indudable, y la influencia judía aquí se ve incrementada por el hecho de que Kalergi fue financiado por su amigo Louis Nathaniel de Rothschild, y los banqueros judíos Max Warburg, Felix Warburg, Paul Warburg y Bernard Baruch. Además de recibir respaldo financiero [¿a cuenta de qué? podría preguntarse], Kalergi estuvo en "diálogo intelectual constante" con Max Warburg, quien pudo haber dado forma a algunas de las ideas de Kalergi sobre la presunta supremacía judía. Ellis señala que después de la 2GM, cuando se estaban dando los primeros pasos hacia una estructura burocrática europea unificada, algunos académicos han argumentado que "la Unión y el Movimiento Paneuropeo habían sido incautados por gentes que deseaban usarlo para sus propios fines".

Estas "gentes", esencialmente tecnócratas, políticos y abogados, son ubicadas por Ellis dentro de la Sociedad Fabiana y la Escuela de Frankfurt. La Sociedad Fabiana, que tenía como objetivo una lenta y constante revolución socialista en la sociedad, es descrita más o menos como un club de excéntricos socialistas utópicos británicos bien intencionados hasta que se fusionó en la década de los 1920s con las finanzas de Rothschild y recibió el generoso respaldo del banquero judío británico Sir Ernest Cassel; también contó con el respaldo de la Fundación Rockefeller y de J.P. Morgan. Todos participaron en la fundación de la London School of Economics (LSE), que tenía como objetivo formar a activistas, burócratas y políticos para la revolución. Ellis comenta:

Así que aquí tenemos una alianza socialista-capitalista mediante la cual las élites de las grandes empresas utilizan las instituciones socialistas para nutrir sus propios objetivos. Obviamente, esto plantea una pregunta en particular: ¿Por qué los principales capitalistas y las organizaciones financieras internacionales quieren entrenar a la burocracia para la creación de un futuro estado socialista? ¿No es el socialismo, en su esencia misma, la antítesis del capitalismo? H.G. Wells explicó esta aparente paradoja en 1920: “Las Grandes Empresas no son en absoluto hostiles al comunismo. Cuanto más crece la gran empresa, más se aproxima al colectivismo. Es el camino superior de unos pocos en lugar del camino inferior de las masas hacia el colectivismo”.

Ellis agrega que se convirtió en la estrategia del socialismo fabiano "preferir las élites ricas (intelectuales, políticas, económicas) en lugar del proletariado (clase trabajadora) como fuente de potencial revolucionario". En 1945, la Sociedad Fabiana se había apoderado de la Cámara de los Comunes británica, ya que más de la mitad de los diputados del partido laborista gobernante eran fabianos pagados [¿quién y para qué les pagaba?]. Las mismas tendencias son prominentes hoy en día, más notablemente en el ejemplo del fabiano Tony Blair, cuyo Partido Laborista durante su década de poder (1997-2007) marcó el comienzo de la mayor aceleración de la inmigración a Gran Bretaña, y que mantiene fuertes vínculos con la finanza judía internacional en la forma de su cercano amigo y aliado, Moshe Kantor.

Ellis tiene una sección muy interesante que demuestra los vínculos orgánicos entre la Sociedad Fabiana y la Escuela de Frankfurt, especialmente en sus primeras etapas, y la polinización cruzada de ideas entre los socialistas británicos y alemanes. Hay claros paralelos en la forma en que ambas agrupaciones emprenden sus tareas destructivas con la táctica de la infiltración gradual. La penetración, o "infestación" de las instituciones existentes con activistas e intelectuales comprometidos fue la metodología preferida para lograr un cambio social a gran escala, y ambos grupos evitaron la noción de la clase trabajadora como una fuente viable para el socialismo revolucionario. Ellis enumera los "productos" del activismo de Fabian y la Escuela de Frankfurt como:

feminismo; acción afirmativa; deconstrucción; la transformación de la familia, la iglesia, la educación y la moral tradicionales; movimientos de oposición del Tercer Mundo; antinacionalismo; desprecio cultural; antidiscriminación; reformas migratorias liberales; "Privilegio blanco"; Culpa blanca; “La diversidad es fuerza”; 'tolerancia'; Corrección política; y multiculturalismo. [¡Vaya línea de producción!]

Los dramáticos cambios presenciados en la sociedad occidental durante los últimos 70 años han sido, argumenta Ellis, forjados por la actividad de una "Nueva Clase" compuesta por cosmopolitas liberales, con educación universitaria que han ganado el apoyo de las élites financieras, aumentando así su capital social. y ampliando su capacidad de acción política. Tanto el fabianismo como la escuela de Frankfurt son:

formas elitistas de socialismo, ya sea en términos intelectuales, políticos, culturales o económicos, puesto que ya no se centran en las clases trabajadoras. Son teorías revolucionarias burguesas que instigan revoluciones desde arriba, no desde abajo; no son populares ni democráticas; son plutocráticas, oligárquicas y dictatoriales. Estos intelectuales socialistas "marchan a través de las instituciones" para efectuar una revolución "gradual" desde arriba y están patrocinados por las fuerzas capitalistas a las que supuestamente se oponen.

La tercera sección de la parte I, “Desarrollos Internacionales y Geopolíticos”, es uno de los elementos más densos en cuanto a hechos del libro, pero vale la pena perseverar. El capítulo destaca las formas en que el temprano apoyo diplomático a Israel (liderado por Estados Unidos y Gran Bretaña) llevó a Europa a un conflicto con los productores de petróleo en el Medio Oriente, mientras requería no solo lazos económicos más estrechos dentro de Europa, sino también sembró las semillas para la futura islamización del continente. Ellis analiza las formas en las que el imperialismo estadounidense, las finanzas internacionales y el capitalismo monopolista influyeron en la diplomacia europea de la posguerra y en las estrategias de recuperación económica (principalmente la importación de mano de obra extranjera supuestamente "temporal") [eso indica premeditación], y las vincula con la política universal de la Declaración de Derechos Humanos de 1948 y la creación de instituciones globales como las Naciones Unidas, el Fondo Monetario Internacional (FMI), el Banco Mundial y la OTAN —todo lo cual “influyó en la apertura de Europa y las naciones occidentales hacia la inmigración no-europea del Tercer Mundo".

Por un pequeño margen, encontré la Parte II más interesante que la primera. Se compone de un estudio muy ambicioso de los orígenes y la trayectoria de todas las corrientes ideológicas contemporáneas que sustentan la Unión Europea que vemos hoy. Hay no menos de once pequeños capítulos que exploran críticamente la evolución del cosmopolitismo (incluidas las variantes kantiana, proletaria, crítica, universal, liberal y pluralista). El texto luego pasa a una exploración en tres capítulos del liberalismo, antes de terminar con otros tres capítulos explorando el conservadurismo, incluida una crítica del neoconservadurismo [que ni es nuevo ni mucho menos conservador].

Encontré el tratamiento de Ellis de los orígenes del cosmopolitismo muy interesante, aunque sentí que algo importante se había pasado por alto al omitir cualquier mención de que Kant obviamente había sido influenciado en sus actitudes hacia la tolerancia y el cosmopolitismo por Moses Mendelssohn (1729-1786), el activista intelectual judío más responsable de iniciar el pluralismo, el multiculturalismo e incluso las "fronteras abiertas" como ideologías políticas en Europa. Como ha señalado un erudito, "todo indica que Kant leyó todo lo que escribió Mendelssohn", y la pareja a menudo intercambiaba cartas y libros [2]. En otras palabras, Mendelssohn fue, en una forma de parasitismo intelectual o simbiosis, el "Zangwill" de la "UDC" de Kant. Es posible que a Ellis le ayudara a mejorar esta sección, ya excelente, con al menos alguna referencia a Mendelssohn y las ideologías de su etnia entre los maskilim, o incluso con alguna información del libro publicado en 2017, Los cosmopolitismos y los judíos de Cathy Gelbin y Sander Gilman. El libro, según sus autores, está lejos de ser perfecto, pero es una buena introducción a las formas en que los judíos han promovido el cosmopolitismo y sus ramificaciones en la sociedad europea durante los últimos tres siglos. Al hacer tal sugerencia, quizás estoy jugando con mis propias fortalezas, pero sin embargo siento que la influencia judía en los orígenes de los elementos más perniciosos de esta corriente de pensamiento merece al menos cierta atención en un libro como El Ennegrecimiento de Europa. La influencia judía en las teorías cosmopolitas modernas se aborda, por supuesto, en el análisis de Ellis del pensamiento de Martha Nussbaum, quien "aboga por la ciudadanía mundial y el internacionalismo" y "critica el orgullo patriótico".

El resultado de siglos de pensamiento cosmopolita es devastador:

La identidad para los europeos se trata [hoy] de procedimientos legales, abstracciones universales e intereses individuales en lugar de vínculos sustanciales y significativos que benefician a una comunidad de personas unidas por lazos ancestrales, culturales y de otro tipo. … La población mayoritaria pierde su identidad etnocultural particular al acomodarse a todas las demás identidades etnoculturales en una democracia liberal constitucional pluralista y étnicamente diversa. Las mayorías europeas ni siquiera se convierten en minoría entre otras minorías con derecho a la autodeterminación, pues lo que determina su identidad es únicamente en términos de derechos universales racionales y procedimientos legales; tienen sólo una identidad postnacional... Está claro que muchos cosmopolitistas perciben a todos los países del mundo con base en Europa y, por extensión, a todos los pueblos europeos, como culpables de una u otra cosa: nazismo, colonialismo, esclavitud, eurocentrismo u occidentalismo, capitalismo global, ser blancos, etc. Es a través de esta narrativa que se justifica la transformación radical de las sociedades y pueblos europeos para alinearlos con los dictados de alguna forma de cosmopolitismo.

El tratamiento de Ellis del cosmopolitismo termina con un perfil extremadamente interesante de la clase cosmopolita de hoy en día, que incluye reflexiones sobre su salud mental. Se componen de

élites ricas e influyentes que son neoliberales motivadas por el capitalismo global, o alguna forma socialista (izquierdistas, marxistas culturales) motivadas por valores universales y de transformación social, o son neoliberales y socialistas: una alianza socialista-capitalista. En cualquier caso, su identidad primaria es global o cosmopolita, que es completamente independiente de la geografía, la nación, la etnia o la religión, y buscan cambiar el mundo de acuerdo con a sus visiones e ideales elitistas de la humanidad, el futuro y la economía global. .

Estoy de acuerdo con todo lo anterior, mi única salvedad es que hay una excepción obvia a esta regla y ésa es la del "cosmopolita judío", que puede ser capitalista-socialista mientras mantiene un intenso apego  a la geografía y la nación (Israel), a la etnia (judía) y a la religión (judaísmo). Uno solo necesita mirar a figuras como Sheldon Adelson, Paul Singer, Moshe Kantor, junto con la gran mayoría de los directores ejecutivos judíos de las Grandes (Corporaciones) Tecnológicas, jefes de fondos de cobertura, banqueros, barones de los medios, déspotas de la cultura del consumo y comerciantes de préstamos, etc., para ver que éste es el caso de forma clara e indiscutible. Por lo tanto, lo que vemos en la historia actual del cosmopolitismo europeo es la confluencia de dos vertientes separadas de activismo —la variante europea generalmente bien intencionada poblada por Kant, la UDC y algunos de los utópicos no-judíos; y la vertiente judía con Mendelssohn, la Escuela de Frankfurt y el Capital judío. Es éste último el que se ha adherido al primero, pervirtiendo y distorsionando su visión para sus propios fines. La actual Unión Europea es la desfigurada y defectuosa descendencia de este siniestro congreso.

El análisis de Ellis de la salud mental del miembro promedio de la élite cosmopolita es excelente. Su afirmación de que "tienen un sentido combinado de superioridad intelectual, arrogancia moral e inseguridad existencial, que a menudo implica miedo a los 'grupos naturales' ", no podría aplicarse más adecuadamente a los activistas judíos. Uno también se acuerda del infame enfrentamiento en 2010 entre el fabiano primer ministro británico Gordon Brown y Gillian Duffy, uno de sus propios votantes. Duffy había mencionado la falta de empleos en el contexto de la inmigración masiva en curso, lo que llevó a Brown a abandonar rápidamente el intercambio y abordar un automóvil que partía. Sin darse cuenta de que su micrófono todavía estaba encendido, los medios de comunicación grabaron a Brown horrorizado hablando con sus ayudantes: “Eso fue un desastre, nunca deberían haberme puesto con esa mujer. ¿De quién fue la idea? ¡Ridículo!" Cuando se le preguntó qué había dicho ella, respondió: "Todo, era simplemente una mujer intolerante". La élite cosmopolita en pocas palabras huyendo de la realidad y llena de condenas morales y deshumanizadoras de aquellos miembros del “grupo natural” que disienten.

El tratamiento del libro del liberalismo y el conservadurismo es igualmente magistral e incluye una poderosa crítica del neoconservadurismo que incluye referencias y citas de figuras como Sam Francis. Prepara el escenario muy bien para el Volumen II de la trilogía, que tratará exclusivamente de las secuelas de las guerras neoconservadoras sionistas en el Medio Oriente, en forma de migración masiva y la aceleración de la islamización de Europa. El volumen concluye con un epílogo que ofrece un resumen de los hallazgos y una útil guía sobre lo que se puede esperar en los volúmenes II (Inmigración, Islam y la crisis migratoria) y III (Visiones críticas) de la trilogía.

Clare Ellis es digna de elogio por producir lo que seguramente será el trabajo definitivo sobre la cooptación del proyecto de unidad europea desde su inicio por fuerzas hostiles, y por dejar para siempre uno de los registros más claros de los intereses ideológicos, financieros, políticos y étnicos detrás de dichas fuerzas.

 

 

 

Notas

[1]. S. Kadish, Bolsheviks and British Jews: The Anglo-Jewish Community, Britain and the Russian Revolution (Frank Cass, 1992), 62.

[2]. J. Schmidt, Kant’s Idea for a Universal History with a Cosmopolitan Aim (Cambridge University Press, 2009), 75.

 

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