jueves, 19 de noviembre de 2020

Regreso a la Realidad

 

USA Luego de la Eleccion: Algunas Duras Verdades Respecto a las Cosas que No Cambiarán

Por John W. Whitehead                                                                           03-Nov-20

FUENTE: https://www.globalresearch.ca/america-election-few-hard-truths-about-things-wont-change/5728405

 

 

El texto [en rojo] NO viene en el original y fue agregado por el equipo de traducción. Igualmente lo destacado en amarillo aparece como texto simple en el original.

 

"Si la libertad significa algo, significa el derecho a decirle a la gente lo que no quieren escuchar". —George Orwell

 

El pueblo estadounidense sigue ansioso de ser persuadido de que un nuevo presidente en la Casa Blanca puede resolver los problemas que nos acosan.

Sin embargo, no importa quién gane estas elecciones presidenciales, Ud puede estar seguro de que el nuevo jefe será el mismo que el antiguo jefe, y nosotros, la clase baja permanente en USA, seguiremos viéndonos obligados a marchar al lado del estado policial en todos asuntos, públicos y privados.

De hecho, realmente no importa cómo los llame: el Estado Profundo, el 1%, la élite, los controladores, los cerebros, el gobierno en la sombra, el estado policial, el estado de vigilancia, el complejo industrial-militar, siempre que Ud comprenda que no importa qué partido ocupe la Casa Blanca en 2021, la burocracia no elegida que realmente toma las decisiones seguirá haciéndolo.

En aras de la libertad y la verdad, aquí hay algunas verdades duras sobre la vida en el estado policial estadounidense que persistirán sin importar quién gane las elecciones presidenciales de 2020. De hecho, estos problemas persistieron, y en muchos casos florecieron, tanto bajo las administraciones republicana como demócrata en años recientes.

  

Continuará la militarización policial. Gracias a los programas de subvenciones federales que permiten al Pentágono transferir el excedente de suministros militares y armas a las fuerzas del orden locales sin cargo, las fuerzas policiales continuarán transformándose de oficiales de paz a extensiones de las fuerzas armadas fuertemente armadas, con botas, cascos, escudos y bastones, gas pimienta, pistolas paralizantes, rifles de asalto, chalecos antibalas, tanques en miniatura y drones armados. “Hoy en día, 17.000 policías locales están equipados con equipo militar como helicópteros Blackhawk, ametralladoras, lanzagranadas, arietes, explosivos, aerosoles químicos, chalecos antibalas, visión nocturna, equipo de rapel y vehículos blindados”, afirmó Paul Craig Roberts, ex SubSrio del Tesoro. "Algunos tienen tanques".

 

Continuará la sobrecriminalización. Frente a una burocracia gubernamental consumida por la elaboración de leyes, estatutos, códigos y regulaciones que refuerzan sus poderes y sistemas de valores y los del estado policial y sus aliados corporativos, todos seguiremos siendo vistos como pequeños delincuentes, culpables de violar alguna ley menor. Gracias a una sobreabundancia de más de 4,500 delitos federales y más de 400,000 reglas y regulaciones, se estima que el estadounidense promedio realmente comete tres delitos al día sin saberlo. De hecho, según el profesor de derecho John Baker, "No hay nadie en USA mayor de 18 años que no pueda ser procesado por algún delito federal". En consecuencia, ahora nos encontramos operando en un extraño y nuevo mundo en el que los pequeños agricultores que se atreven a hacer queso de cabra sin pasteurizar y lo compartan con miembros de su comunidad están encontrando sus granjas allanadas, mientras que los jardineros domésticos se enfrentan a la cárcel por atreverse a cultivar sus propias variedades de orquídeas sin haber completado el papeleo suficiente. Esta atemorizante situación en la que una persona puede realmente ser arrestada y encarcelada por las actividades más inocentes y estúpidas, como alimentar a una ballena y recolectar agua de lluvia en su propia propiedad se debe a lo que los académicos del derecho denominan sobrecriminalización.

 

Se continuará encarcelando a los estadounidenses con fines de lucro. En un momento, el sistema penal estadounidense operó bajo la idea de que los criminales peligrosos debían ser puestos bajo llave para proteger a la sociedad. Hoy, mientras los estados intentan ahorrar dinero subcontratando las prisiones a corporaciones privadas, el encarcelamiento de estadounidenses en prisiones privadas administradas por megacorporaciones se ha convertido en una fuente de ingresos para las grandes empresas. A cambio de que las corporaciones compren y administren cárceles públicas en todo el país a un supuesto ahorro para los estados, los estados deben acordar mantener una tasa de ocupación del 90% en las cárceles privadas durante al menos 20 años. Tal esquema simplemente alienta el encarcelamiento por el bien de las ganancias, al tiempo que hace que millones de estadounidenses, la mayoría de ellos delincuentes menores y no violentos, sean entregados a corporaciones para largas penas de prisión que no hacen nada para proteger a la sociedad o prevenir la reincidencia. Por lo tanto, aunque la cantidad de delitos violentos en el país se ha reducido sustancialmente, la cantidad de estadounidenses encarcelados por delitos no violentos como conducir con una licencia suspendida se está disparando.

 

La pobreza continuará. A pesar del hecho de que tenemos 46 millones de estadounidenses que viven en la línea de pobreza o debajo de ella, 16 millones de niños viven en hogares sin acceso adecuado a alimentos y al menos 900,000 veteranos que dependen de cupones de alimentos (tómese en cuenta que éstas son cifras anteriores al COVID, que solo han empeorado durante esta pandemia), se continúan distribuyendo enormes sumas para excursiones presidenciales (los contribuyentes se han visto obligados a pagar al menos $ 100 millones para que Donald Trump pudiera visitar sus clubes de golf y propiedades privadas más de 500 veces durante sus cuatro años en la oficina [esto da mínimo un promedio de 2.4 visitas/semana y 200,000dls/viaje]).

 

Continuarán las guerras interminables que enriquecen el complejo industrial militar. Habiendo sido cooptado por codiciosos contratistas de defensa, políticos corruptos y funcionarios gubernamentales incompetentes, el imperio militar en expansión de USA está desangrando al país a una tasa de más de $ 15 mil mdd/mes (o $ 20.8 mdd/ hora), y eso es exactamente lo que el gobierno gasta en guerras extranjeras. Eso no incluye el costo de mantener y dotar de personal a las más de 1000 bases militares estadounidenses repartidas por todo el mundo. Increíblemente, aunque USA constituye solo el 5% de la población mundial, cuenta con casi el 50% del gasto militar total del mundo, gastando más en el ejército que las siguientes 19 naciones más gastadoras juntas. De hecho, el Pentágono gasta más en guerra que los 50 estados combinados gastan en salud, educación, bienestar y seguridad. Sin embargo, lo que la mayoría de los estadounidenses no reconocen es que estas guerras en curso tienen poco qué ver con la seguridad del país y todo con el enriquecimiento del complejo industrial militar a expensas de los contribuyentes. Tenga en cuenta que desde 2001, los estadounidenses han gastado $10.5 mdd/hora en numerosas ocupaciones militares extranjeras, incluso en Irak y Afganistán.

 

Continuarán los tiroteos policiales contra estadounidenses desarmados. No importa cuál sea nuestra política de partido, raza, religión o cualquier otra distinción que se use para dividirnos, todos sufrimos cuando la violencia se convierte en la tarjeta de presentación del gobierno. Recuerde, en un estado policial, usted es el que tiene la mano en el gatillo o está mirando por el cañón de un arma cargada. Cada año, entre 400 y 500 personas inocentes mueren a manos de agentes de policía. De hecho, los estadounidenses tienen ahora ocho veces más probabilidades de morir en un enfrentamiento policial que de ser asesinados por un terrorista. Los estadounidenses tienen 110 veces más probabilidades de morir de enfermedades transmitidas por alimentos que en un ataque terrorista. Los agentes de policía tienen más probabilidades de ser alcanzados por un rayo que de ser responsables económicamente de sus delitos. Como resultado, los estadounidenses son en gran parte impotentes frente a la policía militarizada.

 

Las redadas del equipo SWAT continuarán. Más de 80.000 redadas del equipo SWAT se llevan a cabo cada año contra estadounidenses desprevenidos por cuestiones policiales relativamente rutinarias. En todo el país, los equipos SWAT se han empleado para abordar una asombrosamente trivial serie de actividadees delictivas o simples molestias comunitarias que incluyen perros enojados, disputas domésticas, trámites indebidos presentados por un agricultor de orquídeas y delitos menores de posesión de marihuana, para dar una breve muestra. En un día promedio en USA, los equipos SWAT allanan sus casas a más de 100 estadounidenses. Ha habido una notable acumulación en los últimos años de equipos SWAT dentro de agencias federales no relacionadas con la seguridad, como el Depto de Agricultura, la Junta de Retiro Ferroviario, la Autoridad del Valle de Tennessee, la Oficina de Gestión de Personal, la Comisión de Seguridad de Productos del Consumidor, el Servicio de Pesca y Vida Silvestre de y el Depto de Educación.

 

La guerra del gobierno contra el pueblo estadounidense continuará. “Nosotros, el pueblo” ya no estamos protegidos por el estado de derecho. Mientras la Primera Enmienda que nos da voz está siendo amordazada, la Cuarta Enmienda que nos protege de ser intimidados, acosados, golpeados, destrozados y espiados por agentes del gobierno está siendo destripada. En consecuencia, Ud ya no tiene que ser pobre, negro o culpable para ser tratado como un criminal en USA. Todo lo que se requiere es que pertenezca a la clase sospechosa es decir, la ciudadanía del estado policial estadounidense. Como miembro de facto de esta supuesta clase criminal, cada ciudadano estadounidense es ahora culpable hasta que se demuestre su inocencia. La opresión y la injusticia sea en forma de tiroteos, vigilancia, multas, decomiso de activos, penas de prisión, registros en las carreteras, etc. nos llegarán a todos eventualmente a menos que hagamos algo para detenerlo ahora.

 

La corrupción del gobierno continuará. El gobierno no es nuestro amigo. Tampoco funciona para "nosotros, el pueblo". Los estadounidenses entienden esto instintivamente. Cuando se les pidió que nombraran el mayor problema que enfrenta la nación, los estadounidenses de todas las tendencias políticas clasificaron al gobierno como la principal preocupación. De hecho, casi ocho de cada diez estadounidenses creen que la corrupción gubernamental está generalizada. Nuestros supuestos representantes gubernamentales no nos representan a nosotros, la ciudadanía. Ahora estamos gobernados por una élite oligárquica de intereses gubernamentales y corporativos cuyo interés principal es perpetuar su poder y control. El Congreso está dominado por una mayoría de millonarios [¿hay alguno que no lo sea?] que son, en promedio, catorce veces [a reserva de verificar las cifras, la proporción parece subestimada porque la mayoría de millonarios ganan bastante más que 1 millón/año vs el ingreso del ciudadano común] más ricos que el estadounidense promedio.

 

El aumento del estado de vigilancia continuará. Los ojos del gobierno están mirando a Ud. Ellos ven cada uno de sus movimientos: lo que lee, cuánto gasta, a dónde va, con quién interactúa, cuándo se despierta por la mañana, qué está viendo en la televisión y leyendo en Internet. Cada movimiento que hace está siendo monitoreado, extraído de datos, analizado y tabulado para formar una imagen de quién es Ud, qué le motiva y cuál es la mejor manera de controlarle cuándo y si es necesario para ponerlo en línea. La policía ha sido equipada con una letanía de equipos de vigilancia, desde lectores de matrículas y dispositivos de rastreo de teléfonos celulares hasta registradores de datos biométricos. La tecnología ahora hace posible que la policía escanee a los transeúntes para detectar el contenido de sus bolsillos, carteras, maletines, etc. Los escáneres de cuerpo completo, que realizan registros virtuales al desnudo de estadounidenses que viajan en avión, se han vuelto móviles, con itinerantes camionetas de la policía que se asoman a vehículos y edificios por igual, incluidas las casas. Junto con la creciente red nacional de cámaras de vigilancia en tiempo real y software de reconocimiento facial, pronto no habrá ningún lugar adonde correr ni dónde esconderse.

 

Continuará la erección de una sociedad sospechosa. Debido en gran parte a los rápidos avances de la tecnología y una cultura de vigilancia intensificada, la carga de la prueba se ha desplazado de modo que el derecho a ser considerado inocente hasta que se demuestre lo contrario ha sido usurpado por una nueva norma en la que todos los ciudadanos son sospechosos. Esto se ejemplifica en las prácticas policiales de detener y cachear a las personas que simplemente caminan por la calle y donde no hay evidencia de irregularidades. Para empeorar las cosas, están los Oficiales de Enlace contra el Terrorismo (TLO, por sus siglas en inglés: bomberos, policías e incluso empleados corporativos) que han sido capacitados para espiar a sus conciudadanos e informar de "actividades sospechosas", que incluyen tomar fotografías sin valor estético aparente, realizar mediciones y dibujos, tomar notas, conversar en código, adoptar creencias radicales y comprar artículos al por mayor. Los TLO informan a los "centros de fusión", que son una fuerza impulsora detrás de la búsqueda del gobierno para recopilar, analizar y difundir información sobre ciudadanos estadounidenses.

 

Continuará la tiranía del gobierno bajo el reinado de un presidente imperial. La Constitución confiere al presidente poderes muy específicos y limitados: servir como Comandante en Jefe de las fuerzas armadas, conceder indultos, hacer tratados (con la aprobación del Congreso), nombrar embajadores y jueces federales (nuevamente con la aprobación del Congreso) y vetar legislación. En los últimos años, sin embargo, los presidentes estadounidenses se han ungido a sí mismos con el poder de hacer la guerra, unilateralmente matar estadounidenses, torturar prisioneros, despojar a los ciudadanos de sus derechos, arrestar y detener ciudadanos de manera indefinida, llevar a cabo un espionaje sin orden judicial contra estadounidenses y erigir su propio gobierno en la sombra. Los poderes acumulados por cada presidente anterior y heredados por cada presidente sucesivo —poderes que se suman a una caja de herramientas de terror para un gobernante imperial— facultan a quien ocupa la Oficina Oval para actuar como un dictador, por encima de la ley y más allá de cualquier responsabilidad real. La cruda realidad con la que debemos aceptar es el hecho de que el gobierno hace lo que quiere y al diablo con la libertad. Más que terrorismo, más que extremismo doméstico, más que violencia armada y crimen organizado, el gobierno de USA se ha convertido en una amenaza mayor para la vida, la libertad y la propiedad de sus ciudadanos [comunes] que cualquiera de los llamados peligros de los que el gobierno dice protegernos. Este estado de cosas se ha convertido en el status quo, sin importar qué partido esté en el poder.

 

Continuará la manipulación por parte del gobierno de las crisis nacionales para ampliar sus poderes. “Nosotros el pueblo” hemos sido sometidos a un “estado de emergencia” que justifica toda forma de tiranía gubernamental y toma de poder en nombre de la alegada seguridad nacional. Cualquiera que sea la supuesta amenaza para la nación ya sea disturbios civiles, tiroteos en escuelas, presuntos actos de terrorismo o la amenaza de una pandemia global en el caso de COVID-19 el gobierno tiende a capitalizar las intensas emociones de la nación, confusión y miedo como medio para ampliar el alcance del estado policial. De hecho, la respuesta del gobierno a todos los problemas sigue siendo más gobierno a expensas de los contribuyentes y menos libertad individual.

 

La conclusión es la siguiente: nada de lo que ocurra el día de las elecciones aliviará el sufrimiento del pueblo estadounidense. A menos que hagamos algo más que votar, el gobierno tal como lo conocemos —corrupto, desmesurado y controlado por corporaciones con mucho dinero, cabilderos y grupos de intereses especiales— permanecerá sin cambios. Y “nosotros, el pueblo” sobregravados, sobrevigilados, sobreagobiadados por el gran gobierno, subrepresentados por aquellos que deberían hablar en nuestro nombre y felizmente ignorantes de los muros de la prisión que se ciernen sobre nosotros continuaremos caminando penosamente por un camino de miseria.

Como señalo en mi libro Battlefield America: The War on the American People, estos problemas continuarán plagando a nuestra nación a menos que y hasta que los estadounidenses se den cuenta del hecho de que somos los únicos que podemos cambiar las cosas para mejor y luego hacer algo al respecto. Si ha de haber alguna esperanza de restaurar nuestras libertades y recuperar el control sobre nuestro gobierno, no dependerá de los políticos, sino del pueblo mismo.

Después de todo, de hecho, la Constitución comienza con esas tres palabras vitales: "Nosotros, el pueblo" [y los redactores, ¿realmente lo eran o comenzaron mintiendo?].

Lo que los fundadores querían que entendiéramos es que somos el gobierno [sólo que olvidas que los “fundadores” no eran precisamente pobretones; si lo hubieran sido, senci-llamente tendrían ocupado todo su tiempo en ganarse el sustento en lugar de dedicarse a la política o más aun, a los “cambios de régimen”].

No hay gobierno sin nosotros nuestro puro número, nuestra fuerza, nuestra economía, nuestra presencia física en esta tierra. Tampoco puede haber estado policial, ni tiranía, ni violaciones rutinarias de nuestros derechos sin nuestra complicidad y colusión sin que hagamos la vista gorda, nos encojamos de hombros, nos distraigamos y se diluya nuestra conciencia cívica.

No importa cuál candidato gane la elección, la ciudadanía y los que nos representan necesitan rendir cuentas ante esta poderosa verdad [Esta última frase es una perogrullada como decir que los que tienen hambre necesitan comer. Chesterton escribió en «Pequeña Historia de Inglaterra» respecto al gran Plan de Reforma de 1832 y décadas siguientes que: “Los políticos declararon que ya la clase obrera era lo bastante fuerte para tener derecho al voto; la verdad es que ya era lo bastante débil para dejarla votar sin peligro… Y la fachada y exterior de este nuevo gobierno secreto consistía en la simple aplicación mecánica del llamado sistema de partidos. Este sistema no consta, como se supone, de dos partidos, sino sólo de uno. Si hubiera realmente dos partidos no habría sistema”.  Y eso que Chesterton se refería a Gran Bretaña].

 

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